Enseñar o adoctrinar
Las Pruebas de Suficiencia Académica (PSA) demuestran que los bachilleres salen cada vez peor preparados. Sin importar las carreras a las que postulan, sus respuestas son risibles y revelan demasiadas debilidades frente a sus escasas fortalezas.
Sus conocimientos sobre historia, por ejemplo, son básicos, a un nivel que no supera el conocimiento promedio de un estudiante de Primaria. Los resultados de las PSA revelan que la mayoría no conoce más que a algunos presidentes de Bolivia pero ignora a otros tan importantes como Andrés de Santa Cruz o José Ballivián.
La historia de Bolivia es vasta y sigue en proceso de investigación. La que más se enseña en escuelas y colegios es la republicana, con el caduco método de presidencia por presidencia, pero los resultados son los que se ven en las universidades, con las excepciones que confirman la regla.
El periodo colonial, que muchos historiadores denominan virreinal, ya se ha dividido en etapas que ameritan especializaciones. Estudiarlo es necesario para entender cómo se produjo la sustitución de las poblaciones prehispánicas por las actuales ciudades y cuáles fueron los fenómenos que conformaron nuestra nacionalidad.
En el estudio tradicional de la historia, la enseñanza comienza en el periodo incaico, con algunas referencias a los pueblos prehispánicos más conocidos y los mitos de los pueblos andinos, pero recientes investigaciones y hallazgos demuestran que el pasado del territorio hoy boliviano es más antiguo de lo que se creía.
La datación de pinturas rupestres confirma que hubo poblaciones hace por lo menos 10.000 años. Eso, y los irresolutos datos de la onomástica –en la que abundan nombres e idiomas nativos– requieren de investigaciones urgentes.
Como se ve, es importante, y urgente, replantearse el estudio de la historia desde una perspectiva que privilegie no solo el pasado prehispánico sino el preincaico. Hay miles de años sin estudiar y estos son los que deben abordarse con urgencia.
Desde ese punto de vista, resulta un despropósito que sean las autoridades educativas las que empujen a los maestros a enseñar preferentemente los 13 años de gobierno de Evo Morales. Como cualquier periodo de nuestra historia, este es importante y debe estudiarse pero, comparado con todo lo que falta por ver es, ni más ni menos, una pieza más de la pirámide.
El estudio de la historia necesita tiempo y es mejor arrancar desde la escuela, donde debería enseñarse, con preferencia, el periodo prehispánico para proseguir con los siguientes en orden cronológico. Hacer otra cosa no es enseñar sino adoctrinar.
El autor es periodista, Premio Nacional en Historia del Periodismo.
Columnas de JUAN JOSÉ TORO MONTOYA