La mejor historia de amor
La noticia ha salido en más de 70 medios nacionales e internacionales, entre ellos CNN, BBC, The Guardian, El Confidencial, el Comercio, El Espectador y New York Science; Leonardo di Caprio envío su calurosa felicitación y al momento se contabilizan unos 800 artículos publicados.
Esto demuestra, que, al margen de las noticias pesimistas, a la humanidad le interesa las noticias de amor.
Pero no sobre un amor cualquiera. Este es un amor protagonizado por la Telmatobius yuracare, o Romeo, la rana más solitaria del mundo, que casi muere sin conocer a su Julieta.
Sin embargo la podrá conocer el 14 de febrero, gracias al denodado esfuerzo del Museo Alcide D’Orbigny, a la cabeza de Ricardo Céspedes y a los científicos Teresa Camacho Badani, Ricardo Zurita Urgarte; Sophia Barrón Lavayen y Stephane Knoll, quienes la encontraron en una expedición.
Las ranas han adquirido fama mundial. Pero no una fama trágica como la de hace 422 años, sino porque han logrado unir a personas de 32 países que han recaudado 25.000 dólares, suma generosa con la que biólogos bolivianos salieron para hallar pareja para Romeo.
Los biólogos, junto con Global Wildlife Conservation crearon en el sitio de citas Match.com, un perfil para Romeo y probaron que la tecnología, en manos apropiadas, es un factor benéfico.
La rana se ha transformado en un ícono y embajador de la Naturaleza y pide abrir los ojos a los desastres causados por la humanidad.
Su extinción se debe a la introducción de la trucha, que devora a sus renacuajos; a la destrucción de los pocos bosque nublados que quedan, uno de ellos el de Sehuencas; y a la dispersión del hongo Batrachochytrium dendrobatidis, que produce la quitridiomicosis, responsable de la merma del 30% de ranas en los últimos 15 años.
Puede que la extinción de una rana no parezca importante, empero es primordial entender que forma parte del frágil equilibrio ecológico, donde cada ser vivo cuenta.
La humanidad no es necesaria para el planeta, que ya ha vivido cinco masivas extinciones, sucede al contrario. El planeta es esencial para la supervivencia de los humanos, y si no lo entendemos así estamos condenados a extinguirnos.
Recordemos que cuando desaparezcamos de su faz, continuará con su largo, frío, oscuro y solitario camino a través del universo. Por eso vale la pena adoptar una actitud conservacionista, para recuperar mares, lagos, ríos, bosques y evitar que la codicia, a nombre de un progreso mal entendido, nos mate.
La autora es magíster en comunicación empresarial y periodista
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER