Modelo económico y depredación (II)
Oliver Campero
Bolivia no es el paraíso ambiental donde se cuida y venera a la Pachamama; aquí no se está enfrentando el deterioro del modelo económico lineal con la propuesta de un modelo alterno social y comunitario, como se predica
Si bien pudimos analizar en el artículo anterior cómo Bolivia enfrentó con políticas de Gobierno la crisis del modelo lineal tradicional con referencia al tema energético y de seguridad alimentaria, debemos hacer énfasis en otro aspecto en este campo: la crisis climática.
Los pilares en los que se funda el Nuevo Modelo Económico, Social, Comunitario y Productivo están basados en el extractivismo y venta de materias primas sin transformación y con base en hidrocarburos.
La crisis climática del mundo está sobre todo referida al calentamiento global por el excesivo consumo de energía, y un proceso ineficiente de transformación de la energía primaria para satisfacer las necesidades humanas, aunado esto a la gran deforestación por la insaciable necesidad del ser humano en satisfacer grandes lujos y extravagancias sobre todo de países desarrollados u occidentales.
Uno de los ejemplos más claros es el cultivo de la soya (Bolivia dentro de los países productores) que está destinado en su gran mayoría al alimento de ganado para la producción de carne destinada a mercados europeos, asiáticos y norteamericanos, devastando y ampliando la frontera agrícola para satisfacer la creciente demanda de soya.
Alrededor de tres cuartas partes de la soya del mundo se utiliza para la alimentación animal. Este monocultivo para la alimentación de ganado europeo impulsa la deforestación en Argentina y Paraguay, también en territorio brasileño y la cuenca amazónica boliviana. En conjunto, estos cuatro países comprenden la mayoría de la producción de soya de América Latina.
Europa es un mercado crucial para esta soya forrajera sobre todo, el segundo mercado más grande después de China. La agricultura europea depende en gran medida de la importación de soya, que se utiliza para la producción de productos lácteos, huevos, carne de cerdo, aves de corral y carne de vacuno. Sin embargo, el clima hostil de varias regiones no son naturalmente adecuados para estos monocultivos. Como resultado, la soya cultivada aquí está genéticamente modificada y requiere grandes cantidades de fertilizantes químicos y pesticidas tóxicos como el herbicida glifosato que están transformando y contaminando las vías fluviales e incrementando el cáncer y las enfermedades respiratorias.
Las emisiones totales asociadas con la conversión de bosques y pastizales a tierras de cultivo y pastizales se elevan exponencialmente cada año para satisfacer esta gran demanda mundial, y en nuestro país no se toma medidas de control. Es otra de las razones que explican que Bolivia no es el paraíso ambiental en el que se cuida y venera a la Pachamama; aquí no se está enfrentando el deterioro del modelo económico lineal con la propuesta de un modelo alterno social y comunitario, como se predica.
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