Una vergüenza de Defensor
El defensor del Pueblo, David Tezanos, ha sobrepasado todos los límites de la decencia al exponer nuevamente, pero de la manera más grotesca, sus problemas personales.
Ayer, en una conferencia de prensa convocada por la misma Defensoría, en el auditorio de esa institución en La Paz, ventiló sus líos maritales y hasta utilizó un proyector para mostrar a los periodistas mensajes de WhatsApp con su esposa, que, presuntamente, revelan que es chantajeado por haber sido infiel.
Mil veces criticado por ser funcional al MAS e ignorar o minimizar varios casos de vulneración de derechos humanos, Tezanos ha tocado fondo y debería ser el partido de gobierno, el mismo que lo llevó a dirigir tan importante entidad, el que le exija su renuncia inmediata.
Su infidelidad y las peleas con su esposa no son la causa por las que es urgente su dimisión, sino su inoperancia y mediocridad. Tezanos ha convertido en un circo la Defensoría, una institución que, hasta su llegada, mantenía el legado de quien la abanderó tan dignamente como primera Defensora del Pueblo de Bolivia: Ana María Romero de Campero, una mujer intachable.
No hay garantía de que el MAS actúe o al menos diga algo sobre la situación de Tezanos porque, en la balanza, es tal vez mucho mejor para el oficialismo aguantar un Defensor que les haga sonrojar de vez en cuando, pero que, al fin, sea servil ante sus atropellos.
Sea como sea, la Defensoría del Pueblo se ha sumado ya a la larga lista de instituciones que han sido destruidas por el Gobierno del MAS en su afán de la toma total del poder.
* La autora es jefa de Redacción de Los Tiempos
Columnas de María Julia Osorio M.