La vida no es sólo política
La enfermiza obsesión de las autoridades del gobierno y dirigentes del MAS por reproducirse en el poder, y, como mecanismo de defensa, de la gran parte de la ciudadanía para que eso no suceda, impide ver que hay otras áreas de la vida social que deberían estar en la agenda pública cotidiana si se buscara construir una sociedad integrada.
Una de esas áreas que ha sido olvidada en los últimos 12 años es la de la cultura, entendida como un espacio que no sólo incluye a los Kjarkas, los carnavales y las entradas folclóricas. Las diversas creaciones culturales que se organizan en música, teatro, danza, escultura, pintura y un largo etcétera, responden al duro esfuerzo de sus exponentes que además de “crear” deben enfrentar una serie de obstáculos burocráticos (y en este campo no hay mucha diferencia entre las áreas pública y privada, con las excepciones del caso que, así sea trillado decirlo, confirman la regla) que son consecuencia de, entre otras razones, no saber qué es cultura o entenderla como un mecanismo de colonización, un arma letal en contra de nuestras 36 nacionalidades, o verla como un espacio de recaudación y extorsión, o de publicidad indirecta.
Pruebas al canto: sería interesante investigar cómo se ha intentado, por ejemplo, cambiar la naturaleza del Instituto Laredo en Cochabamba porque muchas autoridades del gobierno y, lamentablemente, muchos dirigentes sindicales del magisterio, consideran que es un colegio “elitista” y “discriminador” (porque seleccionan sus alumnos, hombres y mujeres, en función de sus aptitudes musicales).
Desde otra perspectiva, la ausencia de una infraestructura cultural urbana integral es otra muestra de cómo se valora este campo. En Cochabamba tenemos espacios aislados, con precarios servicios técnicos, poco adecuados, de difícil acceso y con capacidad muy limitada. Pese a ello, y según cuentan los artistas, hay que vencer muchas trabas para que se les asigne alguna temporada para presentar sus creaciones.
Para terminar el espacio de los lamentos, es decidor que con gran orgullo se informe que la Gobernación ha destinado más de 50 millones de bolivianos en la refacción del Estadio Félix Capriles y otros escenarios deportivos para los Juegos Suramericanos (sin contar con lo que han invertido otras instancias estatales) y en ninguna de las notas sobre el informe que presentó su titular de lo que hizo en 2018, haya una sola referencia a la cultura. Para peor, no se sabe nada de lo que hace la Alcaldía de Cochabamba (ni las alcaldías en general) en este campo.
Otro ejemplo. Hace un par de años llegó al país Jaime Laredo, gracias a la gestión de Ana María Vera y el apoyo de Samuel Doria Medina, en su antigua posición de empresario cementero. Pocos fuimos quienes gozamos de su presentación y no dejó de extrañar la ausencia de las principales autoridades del departamento y los municipios en el concierto que ofreció en un salón de eventos privado.
La sociedad también debería interesarse y demandar transparentes programas estatales de estímulo a la libre creación cultural. Pensemos, por ejemplo, en presionar para que se destine recursos a la construcción de un centro cultural moderno, bien equipado, en un lugar de fácil acceso, que tenga una administración eficiente que sea capaz de evitar tanto los intentos de aprovechamiento político-sectario, como las presiones de los gremios artísticos (que son terribles depredadores cuando funcionan como corporaciones). Que tenga iniciativas para organizar eventos en los que la calidad sea la condición más importante, impulsando la masiva asistencia de la gente, especialmente de jóvenes, hoy enfrentados al peligro de la adicción a la internet.
Imaginémonos contar con autoridades interesadas en el “buen vivir” de la gente, capaces de acordar políticas públicas en el campo de la cultura que se conviertan en mecanismos de integración, conocimiento y debate sobre visiones de largo plazo.
Es decir, imaginémonos una ciudad donde no sólo hablemos de política ni buscando culpables de nuestras insuficiencias, y esta columna quiere ser un pequeño aporte a ello, al no comentar esta semana sobre la olímpica derrota del MAS en sus engañosas elecciones primarias…
El autor fue director de Los Tiempos
Columnas de JUAN CRISTÓBAL SORUCO QUIROGA