Necesaria objetividad sobre la economía nacional
En este mismo espacio editorial del pasado lunes 28 de enero, bajo el título “Nuestra falta de competitividad”, nos referimos al tema llamando la atención sobre el mal lugar que ocupa nuestro país según diversos estudios sobre el tema.
Al hacerlo, como es habitual siempre que en este espacio nos referimos a la situación económica de nuestro país, destacamos el hecho de que así como hay indicadores que dan motivos a la preocupación, hay muchos otros que “dan fundamento a una mirada optimista”.
Recordamos también, y lo hicimos en términos muy elogiosos, que “algunos indicadores económicos ubican a la economía boliviana como una de las más exitosas de Latinoamérica, con un PIB de 4.5%, baja inflación y con perspectivas interesantes por su todavía alto potencial energético”.
Vale la pena insistir en el tema pues consideramos que uno de los principales desafíos para la actual gestión gubernamental, para los principales agentes económicos de nuestro país, y para quienes en su calidad de expertos en la materia analizan la situación actual y las proyecciones de la economía nacional consiste en hacer a un lado las miradas subjetivas, sesgadas generalmente por apasionamientos políticos.
Por todo lo anterior, en más de una ocasión hemos afirmado en este espacio editorial que “Una mirada fría y desapasionada de esos datos confirma una vez más que las visiones extremas –tanto en su versión optimista como en la pesimista— no son las más adecuadas si lo que se quiere es una comprensión objetiva de la realidad”.
Hemos afirmado también, y hoy nos ratificamos en lo dicho, que “El sólo hecho de que Bolivia siga destacándose, y con mucho, del promedio regional, y que sea el país que con menos dificultades está resistiendo los efectos negativos del contexto externo, tendría que ser razón suficiente para que los más severos críticos de la gestión gubernamental modifiquen los términos apocalípticos de sus previsiones. Como contrapartida, la elocuencia de los datos que reflejan un entorno cada vez más desfavorable tendría que apaciguar el exitismo oficialista”.
Creemos que en éste como en otros casos, un punto medio, en el que la objetividad se imponga por sobre los afanes propagandísticos, es el punto de vista más adecuado para consolidar los aciertos y minimizar los desaciertos que han llevado a la economía nacional a su situación actual. Una situación que si bien es merecedora de las miradas aprobatorias de los principales organismos internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o la Cepal, da también motivos de preocupación que deben ser tomados en cuenta en su justa dimensión.