Los que sueñan con Cuba
En un breve viaje a la República de Cuba pude percibir que los bolivianos conocen y aman a Cuba de un modo idealizado, pero, en la isla ni se enteraron de ese amor fraternal que se tiene hacia ellos. Esto se puede advertir, por ejemplo, cuando estudiantes de colegio, universitarios e izquierdistas de toda laya rememoran acríticamente los logros de la Revolución cubana de 1959. Además, es de conocimiento casi obligatorio –de parte de los apologistas– identificar a los líderes de la revolución, que es atribuida fanáticamente a la dinastía Castro y al canonizado Ernesto Che Guevara.
Curiosamente, la actual generación de cubanos –me imagino también las anteriores– no se interesa en lo más mínimo en saber dónde está situada geográficamente Bolivia; los más perspicaces creen que el esplendoroso Estado Plurinacional es un anexo del Estado brasileño. Una respuesta peculiar pero uniforme que recibí de parte de mis interlocutores en Cienfuegos, Camagüey, Nueva Gerona, Matanzas, Gibara, fue la creencia de que Bolivia se encuentra aún bajo el reinado de los incas. Esta mirada fabulada se debe –según ellos– a lo poco que muestran los medios de comunicación de otras latitudes del mundo. Por lo tanto, la mirada que exponen de Bolivia está enfocada en resaltar las ruinas de Tiwanaku, por su puesto de un modo mítico-enigmático y esto parece confundir a nuestros amigos cubanos que creen que esta reconstrucción historia de occidente continúa vigente hasta el día de hoy. Este pequeño dato refleja que la sociedad cubana perdió la curiosidad por conocer otras latitudes del ancho mundo, puesto que su mirada está centrada en el paradigma de vida del odiado país capitalista de Estados Unidos.
Otro factor que agranda el desinterés por conocer lo ajeno, son los escasos canales de televisión, las radios locales y la prensa escrita; estos se encargan de recordar y amplificar de manera uniforme los “grandes” resultados de la revolución. Pero tengo la impresión que ese adoctrinamiento mediático-revolucionario se fue diluyendo en la vida cotidiana de los cubanos, ya que ellos esperan que algún día caiga la cúpula castrista. Mientras esperan pacientemente, la preocupación de ellos reside en tratar de obtener dinero para comprar víveres, ropa y alhajas. Un aspecto llamativo –que no pasa desapercibido– es que la juventud cubana tiende a imitar lo banal de la vida de los estadounidenses, esto se reduce sencillamente a las modas del momento. Pero curiosamente no les cabe en la cabeza la idea de reproducir o imitar el modelo democrático de EEUU, el europeo o el sudamericano que cuestione su propio modelo político.
Con respecto a la economía socialista, esta gira en torno a los ingresos que genera el turismo. Prácticamente se abren las puertas del país revolucionario para aquellos que posean los preciados dólares americanos; los bohemios extranjeros acceden abiertamente a la compra de mujeres (prostitución), licores, shows en vivo, música, viajes al interior y hoteles. Esta es la cara exótica –pero de discurso revolucionario– que muestran los cubanos a todo turista que llega de vacaciones a la isla. La otra cara de la moneda, está en el pueblo llano que fue desarrollando distintas formas de subsistencia, una de ellas es a través de un moderado comercio informal; venta interna de bienes inmuebles (propiedad privada), quedando cada vez más lejos el discurso de hermandad, igualdad y la abolición de la propiedad privada.
La glorificación del régimen cubano es una exaltación de la idealización de la imagen revolucionaria. En nuestro caso, la mirada que conciben varios sectores de la población boliviana es acrítica, cargada de sueños y fantasías; es necesario poner en cuestión los sueños ideológicos, que pueden terminar en pesadillas, de las que muchos cubanos ansían despertar.
El autor es abogado
Columnas de FREDDY ZÁRATE