“Escuela socialista plurinacional”
Lo que se lee en el titular, ¿habrá en alguna parte? Es una etiqueta medio rara, de una especie ya extinguida hace tiempo. Dizque llegó a Bolivia con los vientos del proceso de cambio; vaya uno a saber si es cierto; en cambio sí es verdad que en más de una década nadie se atrevió a efectuar una explicación razonada; la ley 070 se mueve con la cautela de un fantasma: inédita, reservada, silenciosa.
Acerquémonos un poco. La diferencia en el resultado de los aprendizajes de los alumnos en la escuela tradicional y la escuela socialista debería ser, en términos comparativos, en favor de esta última, de lo contrario la reforma no tendría sentido; es decir, hay que exponer datos recogidos del aula, debidamente respaldados y verificables. A estas alturas ya nadie cree en ambigüedades discursivas y mucho menos en el gato por liebre. Hay preguntas que flotan en el aire. ¿La educación en Bolivia es socialista? Debería ser, ¿no?
Discutiríamos la respuesta cuando salga, si es que sale. Los azules tienen la obsesión de hablar mucho sin decir nada. Claro que una década no es suficiente, pero se puede ver el perfil proyectivo. Si nos dicen “este es el camino que seguimos; por ahí esperamos llegar a estas metas”, la curiosidad induciría a estudiarlo. Los folletos farragosos y la profusa propaganda política no sirven para ello.
¿Y de qué socialismo se habla? El derrumbe del muro de Berlín, la desaparición del otro imperio y sus dictadores hacen pensar en que el socialismo comunista es ya cosa del pasado. El comandante Chávez solía hablar de socialismo del siglo XXI, pero se fue sin decir cómo es, y se llevó el secreto a la tumba; no impidió sin embargo que se aplicara en algunas regiones donde aún suena la divisa trasnochada: “patria o muerte”. A fin de cuentas, a la vuelta de 13 años, ¿qué cosa es socialista en Bolivia?
Han machacado tanto con eso de que la “revolución educativa avanza”; como no se trata de hablar nomás, alguien debe decir qué ha cambiado tanto para llamarse “revolución”, y también hacia dónde estamos avanzando.
En medio de estridencias de otro orden, la escolaridad se desliza hoy sigilosamente. Los maestros también están “callaros nomás”, igual que sus dirigentes. Parece que un mejor salario o el miedo los ha enmudecido, o tal vez prefieren la mordaza a caminar con el “testamento bajo el brazo”, como en la otra dictadura.
Sea lo que fuere, desde el año pasado se ha generalizado la aplicación del “Modelo Educativo Socio Comunitario Productivo”, dando todo por bueno, a fardo cerrado; sin que haya pasado por una instancia experimental piloto, como aconsejan los expertos. Y ahora, Bolivia debe demostrar que es un país productivo en educación; informar dónde se pueden evidenciar esos “productos” o cómo se puede comprobar su existencia.
En cuanto al costo, toda reforma es siempre onerosa, porque involucra a mucha gente y demanda una gran inversión. Pero Bolivia es un país fabulosamente rico, tiene plata hasta para sembrar elefantes blancos. Por contrapartida, parece que eso mismo los retiene; no quieren dejar a nadie el legado de su opulencia, como les dejaron a ellos los neoliberales. Por eso no quieren irse. Se aferran con uñas y dientes al poder; pasan por encima de la CPE y desconocen la voluntad soberana del pueblo.
El autor es pedagogo y escritor.
Columnas de DEMETRIO REYNOLDS