¿Por qué seguimos siendo uno de los países más pobres?
Es una verdad conocida que, durante los últimos 12 años, Bolivia ha gozado de estabilidad económica y ha crecido a un ritmo importante. Este hecho ha llevado a que el modelo económico del país sea objeto de estudio en ciertos análisis, puesto que, mientras otros de la región sufrían un panorama económico desfavorable, nuestro país ha mantenido un crecimiento promedio del Producto Interno Bruto del 4,9%, durante este periodo. Por ejemplo, en el año 2006 éste fue del 4,8% y el año pasado fue del 4,4%. Además, cabe señalar que en el 2013 alcanzó un 6,8%, siendo el más alto desde años atrás en nuestra economía, y que se estima que este 2019 sea de 4,5%, según datos oficiales.
La estabilidad económica facilitó la oportunidad de aplicar políticas redistributivas que, incluso con críticas recibidas, dieron prósperos resultados. Tal es así que, entre 2006 y 2017, la pobreza extrema ha disminuido de casi 37,7% a 17,1%; la pobreza de 59,9% a 36,4% y la desigualdad, medida por el índice de Gini, ha disminuido de 0,61 el año 2002 a 0,45 el 2015. Empero, lo que llama a la reflexión es que, según la Cepal en su último informe de “Panorama Social de América Latina y El Caribe”, de entre los 14 países que han sido evaluados y que cuentan con datos hasta 2016, Bolivia se encuentra como el segundo país con la mayor tasa de pobreza extrema y cuarto con la mayor tasa de pobreza. Entonces, si hemos tenido un crecimiento económico remarcable durante estos años y se han visto resultados favorables para la población, ¿por qué seguimos siendo uno de los países más pobres de la región?
La lucha contra la pobreza es un objetivo fundamental de las políticas públicas en todo el mundo, y Bolivia ha avanzado en su reducción. Sin embargo, el reto de dejar los escaños más bajos de pobreza en la región, sin duda, aún persiste. Esto nos lleva a pensar que se deben aplicar políticas públicas de mayor impacto, sostenibles en el tiempo, con mejor uso de los recursos y redoblando esfuerzos en la generación de empleo; ello de la mano de políticas económicas adecuadas que enfaticen en la diversificación de la economía, impulsando el sector productivo y la consolidación de procesos de industrialización, como una necesidad ya reconocida por el Ministro de Economía. Esperemos, entonces, que vengan acertadas decisiones para avanzar más en el mejoramiento de las condiciones de vida de la población.
La autora es economista
Columnas de FÁTIMA ZAMBRANA ALMARAZ