Entre gestiones e indigestiones
No sabemos si lo más confuso de una gestión en la administración pública es la toma de decisiones o la presión de las necesidades.
A poco de que cumplan su gestión muchas autoridades, vemos que el avance de obras y ejecución presupuestaria es bajas; según nuestra percepción, se pusieron demasiadas trabas para solicitar presupuestos además de trámites extensos, que en resumen dan a entender entre que se quiere y no se quiere que los fondos del estado sean empleados para ejecutar obras.
Otro factor que ahonda el problema es el denominado “diezmo” que obliga a repartir un porcentaje de dinero para adjudicarse obras; y aunque las leyes y decretos son claros para controlar y administrar los bienes y dineros del estado, la pregunta es: ¿Y si uno tuviera un plan de gobierno bien elaborado bajo las reglas de juego vigente, no sería más fácil realizarlas y retirarte con el sentimiento del deber cumplido?
Ahora estamos ya en plan de analizar y evaluar, vemos que la ciudad tiene un reloj nuevo, estamos a poco de recibir un tren Bielorruso con toque español que surcara las calles congestionadas, además de una represa (Misicuni) que almacena agua en grandes cantidades sin poder ser distribuida, porque empezamos por el huato y no por la suela, ¡ah!
¿Y qué de nuestra salud, qué? ¿De las escuelas modelos, las plazas y jardines de la ciudad verde, o del servicio de agua potable en zonas periurbanas; agua para el riego de los pocos campos de producción agrícola que quedan?
Olvidamos nuestro primer objetivo: el velar por nuestros propios ciudadanos y priorizamos el agradecimiento con nuestros padrinos o ahijados, entregando o inventando obras y proyectos que terminan o terminarán en simples muestras de la ineficiencia de no saber administrar los bienes del estado.
Mientras otros avanzan, nosotros cavamos nuestro retraso para estancarnos. ¡Lamentable!
Ciclista urbano
Columnas de ÁLVARO MALDONADO