Responsables de la educación
En enero del 2018, el economista Moisés Naim publicó el artículo titulado “¿Cuál es la mayor estafa del mundo?, la educación” y en partes del mismo dice (con base en el informe sobre el desarrollo mundial 2018 “Aprender para hacer realidad la promesa de la educación”) lo siguiente: “Cada día, 1.500 millones de niños y jóvenes en todo el mundo acuden a edificios que se llaman escuelas o colegios. Y allí pasan largas horas en salones donde algunos adultos tratan de enseñarles a leer, a escribir, matemáticas, ciencias y más. Esto cuesta el 5% de todo lo que produce la economía mundial en un año. Gran parte de este dinero se pierde. Y un costo aún mayor es el tiempo que desperdician esos 1.500 millones de estudiantes que aprenden poco o nada que les vaya a ser útil para moverse eficazmente en el mundo de hoy. Los esfuerzos que hace la humanidad para educar a sus niños son titánicos y sus resultados patéticos. En Kenia, Tanzania y Uganda, el 75% de los alumnos de tercer grado no sabe leer una frase tan sencilla como “El perro se llama Fido”. En la India rural, el 50% de los alumnos de quinto grado no puede restar números de dos dígitos, como 46-17. Brasil ha logrado mejorar las habilidades de los estudiantes de 15 años, pero al actual ritmo de avance le llevará 75 años alcanzar la puntuación promedio en matemáticas de los alumnos de los países ricos; en lectura, les llevará más de 260 años”. Datos alarmantes para los responsables de la educación.
En Bolivia, desde siempre, hemos creído que la educación es una de las tareas primordiales del Estado; y así, como en anteriores constituciones políticas bolivianas, lo han plasmado en la actual Constitución: (en el art.17) “Toda persona tiene derecho a recibir educación en todos los niveles de manera universal, productiva, gratuita, integral e intercultural, sin discriminación” y (en el art. 77) “la educación constituye una función suprema y primera responsabilidad financiera del Estado, que tiene la obligación indeclinable de sostenerla, garantizarla y gestionarla.”; y lo cierto es que, también desde siempre, hemos estado más alejados de estos enunciados y mucho más cerca de los resultados de la investigación de Naim, lo que se puede corroborar con cientos de artículos, estudios y otros publicados en cuanto medio ha sido posible.
Recientemente, el exvicepresidente Víctor Hugo Cárdenas señalaba: "Estamos en tanteo y tanteo y no sabemos cuánto tiempo más durará la Ley Avelino Siñani-Elizardo Pérez, porque no hay proyectos, no hay propuesta, no se sabe quiénes son los responsables, cuánto se va a gastar y estamos en penumbra".
En la misma línea, Fernando Carrión manifestaba: “…Ya nos han superado las escuelas de Haití y de los países africanos que estaban detrás de nosotros. Estamos en el récord mundial de fracaso educativo” y, lo mismo, Álvaro Puente decía: “El avanzar a ciegas impide saber en qué nivel exactamente estamos…” y, más recientemente, Guillermo Mariaca afirmaba: “La educación boliviana no es educación, no es un proceso de formación para la emancipación. La educación boliviana es alienación: nos despoja de nosotros mismos (de nuestra historia, de nuestra cultura, de nuestro conocimiento) y nos niega las herramientas básicas para comprendernos y comprender al mundo (la inteligencia verbal, la lógica, la creativa, la capacidad de resolver problemas)”.
Entonces, cómo podemos seguir creyendo que la responsabilidad suprema y primaria sea del Estado por intermedio de los gobernantes cuando la mayoría de estos (presidentes, ministros, gobernadores, senadores, diputados, alcaldes, concejales y otros más), de antes y de ahora, de izquierda y de derecha, de oriente y de occidente, casi nunca confiaron y no confían en el servicio educativo fiscal estatal (especialmente en los niveles inicial, primario y secundario); casi siempre prefirieron y prefieren los servicios de instituciones privadas. No podemos continuar creyendo que la educación es gratuita (siempre se pagó y se sigue pagando con recursos del TGN que son de los bolivianos).
En el Estado (conformado por población, territorio y gobierno), el que, a carta cabal, debe asumir esa responsabilidad es el pueblo, específicamente los papás y las mamás, porque es de su total interés, porque sus hijos son la razón de su vida, el motivo de su esfuerzo y, a veces, su gran sacrificio. Esa responsabilidad debe hacerse evidente en permanentes y masivas manifestaciones orientadas a exigir a los gobernantes de turno el cumplimiento de sus obligaciones en lo que respecta al tema educativo y que no solamente es infraestructura, sino alta calidad de maestros, políticas, planes y programas pertinentes y, lo que es más importante, reales evaluaciones integrales que permitan la mejora continua del sistema con el propósito de lograr efectivo desarrollo de la sociedad boliviana.
La educación en el Estado es responsabilidad compartida del pueblo (papás y mamás), de las maestras y maestros y de los gobernantes (en todas sus instancias); pero, mucho más del pueblo, para que el cambio sea positivo.
El autor es promotor del mejoramiento de la calidad educativa y componente del Movimiento Primero la Educación
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