¿La ley es para el papel?
Qué cosas más interesantes pasan en la tierra de los cóndores y de los pumas, de las kataris y de los lagos, y de las tierras bajas de la Chiquitanía. Nuestras calles variopintas se rellanan de colores no solo en los mercaos y sino en todas partes. Las oficinas de trámites, los bancos, las plazas; todo lleno de colores.
La gente que camina apresurada o a paso tranquilo, que comparte miradas con sus árboles (lamentablemente pocos) y casi empezando a desnudarse con el otoño. Todo este panorama urbano casi bucólico deja una alegría en el alma.
Sin embargo, todo se enturbia con una sola, una sola mala educación, un bocinazo fuera de lugar, un gesto fuera de sitio, un grito lleno de improperios, quita esa sonrisa y devuelve a los viandantes a ese lugar oscuro de sus pensamientos, a esa idea de que el sol no brilla para todos igual.
Los titulares de los periódicos nos gritan desbordados el abuso que sufrió un jugador del Wilstermann. Y tenemos una ley anti racista felicitada por muchos y lamentablemente ignorada por todos.
En su capítulo I, dice sobre la discriminación racial: “Se entiende por “discriminación racial” a toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza o por el color, ascendencia u origen nacional o étnico que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar, directa o indirectamente el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales reconocidos en la Constitución Política del Estado y las normas internacionales de Derechos Humanos, en las esferas política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública y/o privada”.
Su aplicación es en todo el territorio nacional y vale para todos, incluidos los que están en el país como visitantes.
Da la impresión de que los clubes están encima de la ley. La FBF dice que se siente impotente, frente a este abuso perpetrado contra uno de sus jugadores.
Es menester que la FBF actúe con toda la fuerza que le corresponde. No tolerar el racismo en ninguna plaza o espacio, público o privado, es un imperativo nacional.
Erradicar el racismo y la discriminación es trabajo de todos y la aplicación de las sanciones a los que violan la ley es de la Fiscalía. Multar a clubes, cerrar estadios, buscar a los autores y llevarlos a la corte para darles un buen curso de tolerancia y educación.
Los clubes son los responsables de evitar que sus graderías alberguen racistas xenófobos y actitudes machistas. Y el trabajo de sancionar es de la justicia.
El autor es filósofo y sociólogo
Columnas de CARLOS F. TORANZOS