Basta de fracasomanía
El Foro Económico Mundial (World Economic Forum por sus siglas en inglés) revela en un informe que América Latina tiene la mayor brecha de habilidades laborales en el mundo y una adicción tradicional al fracaso.
En otras palabras no sólo el personal de una empresa no está entrenado como debiera, sino que además, tiende a justificar sus errores mostrándose como los eternos perdedores. Incluso en el fútbol hay una frase que dice “jugamos como nunca y perdimos como siempre”, que repiten varios comentaristas, cuando se refieren a los partidos que juega la “verde” contra equipos internacionales.
Al margen del deporte, se hace imperioso buscar una salida a esta trampa mortal de quejas y lamentos. Una de ellas es mirar al futuro y encararlo con la sabiduría suficiente como para entender que aquellas habilidades aprendidas hace 18 meses, no servirán de mucho el siguiente año.
Nuevas habilidades laborales serán necesarias en un mundo súper tecnologizado, donde no vale decir que los robots nos dejarán sin trabajo, sino más bien, como dice el experto Daniel Rottig, será muy importante aprender cómo dar mantenimiento a ese robot, cómo atender a poblaciones cada vez más avejentadas y cómo encarar a la inteligencia artificial, entre otras.
Las empresas latinoamericanas tienen una brecha de habilidades aún más aguda de lo que se pensaba. Tres de cada cuatro compañías (de una muestra de más de 1.200 empresas) indican que tienen problemas para llenar las plazas libres, a pesar de la disponibilidad de candidatos. Curiosamente, esta escasez es mayor entre las grandes empresas (de más de 250 empleados), donde afecta a cuatro de cada cinco.
Cuando hablan de una brecha de habilidades, a menudo se refieren a habilidades blandas. Entre las siete habilidades que faltan, se mencionan la inteligencia emocional, las habilidades de comunicación y el pensamiento crítico.
Precisamente éste último es el más urgente a desarrollar. Pero muy poco se puede esperar en Bolivia, cuando vemos que la reforma educativa lo único que ha hecho ha sido producir bachilleres memoriones, similares a los del siglo XIX, con no sólo una mescolanza de materias (biología y geografía), sino que además provoca que miles de padres busquen tutores particulares para el reforzamiento de matemáticas, física y química, porque lo que se imparte en las unidades educativas no está funcionando.
Es imperioso pedir que la educación formal salga de donde se encuentra. Deje el adoctrinamiento a un lado y se concentre en lo que se necesita, no en la ideología. Deberá poner un alto a la fracasomanía.
La autora es magíster en comunicación social y periodista
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER