Bibliotecas II
En todos los años que publico esta columna, ninguna tuvo tan buen resultado como la que salió, hace dos semanas, con el título de “Bibliotecas”.
Los hijos de Wilson Mendieta Pacheco, Patricia y Pablo, que ya habían previsto donar la biblioteca de su padre, lo leyeron y decidieron viabilizar ese propósito a través de quien escribe estas líneas.
Mendieta fue, por decirlo breve y fácil, un gran hombre. Periodista, escritor e historiador, fue director de la Casa de Moneda y a lo largo de su vida formó una interesante biblioteca que tras su muerte, ocurrida el 9 de julio de 2005, estaba sin el uso frecuente que él le daba en vida.
“El peor pecado es que un libro permanezca sin lectores”, me dijo Pablo al confirmarme la intención de su familia. La donación se efectivizará el 1 de abril, en el 88 aniversario del nacimiento de Mendieta, y la biblioteca estará temporalmente en el colegio Pichincha, donde ya se abrirá al público, para luego ser trasladada a la casa de Armando Alba, cuando esta sea restaurada como repositorio cultural.
Obviamente, se trata de un desprendimiento. Tras la muerte de una persona, sus posesiones pasan a sus legítimos herederos y solo estos pueden decidir el uso y destino que les dan. En el caso de la familia Mendieta, es obvio que la educación que don Wilson inculcó en sus hijos viabilizó la donación que beneficiará a Potosí, la tierra que él tanto quiso.
Ahora resta saber qué es lo que pasará con otras bibliotecas.
Potosí tiene fama de haber sido expoliada. Su plata fue extraída de su cerro desde tiempos coloniales, para esparcirse por el mundo y algo parecido ocurrió con su patrimonio cultural.
Los documentos que son el sustento de su rica historia –que es prácticamente la del país– están repartidos entre España, Perú y Argentina. Ricos objetos de plata adornan colecciones públicas y particulares alrededor del mundo y famosos y valiosos cuadros se exhiben en museos, lejos de la tierra que los inspiró. Dos ejemplos hay de estos últimos: el enorme lienzo “La entrada del virrey Morcillo en Potosí”, de Melchor Pérez de Holguín, que se encuentra en el Museo de América, en Madrid, y “Potosí”, de Gaspar Miguel de Berrío, que es prácticamente un plano detallado de la Villa Imperial y está en el museo Charcas, de Sucre.
Me dicen que las bibliotecas de José Enrique Viaña y Mario Chacón Torres habrían sido adquiridas y sacadas de Potosí. Espero que no sea cierto pero, de ser así, confío en que sus poseedores tengan la misma grandeza que la familia Mendieta y las restituyan a esta tierra.
El autor es periodista, Premio Nacional en Historia del Periodismo.
Columnas de JUAN JOSÉ TORO MONTOYA