Año del peatón
Como soñar no cuesta nada y no es prohibido, puse a mi mente, e incluso a mi corazón, a IMAGINAR con un futuro utópico. Se declaraba al 2019 como el Año del Peatón en reemplazo de los días del peatón que hay en Cochabamba y uno en Bolivia.
En esa idea onírica, y de modo resumido, a falta de automóviles, micros y trufis, la movilización se reducía a los caminantes y paseantes en bicicletas, monociclos, patines y patinetas. La contaminación se reducía a casi cero y vivíamos sin los pulmones hechos bolsa, porque finalmente estábamos respirando un aire puro, sin contaminantes.
Las enfermedades cardiovasculares se reducían a cero, porque una mayoría, para llegar a sus trabajos, escuelas o domicilios, caminaba. Trotar en una trotadora de gimnasio dejó de ser un negocio y las máquinas comenzaron a llenarse de polvo por falta de uso.
Los vecinos comenzaron a conocerse porque iban en grupo a sus fiestas o a reuniones. Las caras de limón dieron paso a sonrisas y cortesías, del “pase usted-después de usted”, cediendo paso a los menos favorecidos.
Lastimosamente fue solo un sueño. El día del peatón, al igual que los desfiles sin sentido, los bloqueos por todo lado, y demás atentados contra la movilidad física, se ha transformado en un día dedicado a la basura. Este día es como darle aspirina a un enfermo con cáncer. No lo cura. Es sólo un paliativo para aliviar el dolor,
No es posible dedicar tres días al año a un derecho fundamental de las personas: poder caminar sin que ser atropellado, sin que se arrolle a un ciclista.
Si desde la alcaldía se considera que éste es un día exitoso, comparando con los supuestos éxitos de años pasados, hay algo que está muy equivocado.
No debería existir día del peatón. Una ciudad mostrará que es moderna y educada, desde el momento en que otorgue paso a los ciclistas, no los arrincone, o los proscriba a una plazuela. Lo mismo sucede con los peatones.
Cochabamba será una ciudad innovadora y del siglo XXI cuando deje de creer que poniendo música a todo volumen podrá atraer clientes, o cuando solucione definitivamente el problema de la basura y cuando efectivamente se cumpla la inspección técnica vehicular y las chatarras que circulan, dejen de contaminar a diestra y siniestra, cuando las rutas de transporte le pertenezcan (otra vez) a la alcaldía y no a los sindicatos que lucran con un pésimo servicio y, finalmente, cuando usted querido lector pueda mandar a sus hijos al colegio o a la universidad en bici el día después. Si usted tiene miedo de hacerlo, este día seguirá siendo un fracaso.
La autora es magíster en comunicación social y periodista
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER