¿Será 1984 realmente 2084?
¿Qué me importa, torta?, pienso, si para 2084 quizá estaré muerto, Evo Morales también y su “ayuco” a lo más que pudiera aspirar es la ancianidad olvidadiza. Sin embargo, un par de lecturas me hicieron cavilar. Los chinos están usando Inteligencia Artificial (AI), uno de los hitos actuales del avance tecnológico, para el reconocimiento facial. No es ninguna novedad, ya que los autocráticos chinos ya utilizan una vasta red de vigilancia de sus ciudadanos. Pero la cosa se agrava.
La buena noticia para unos es mala para otros. Lo que pudiera alegrar a policías honestos en la lucha contra el crimen, o contra el narcotráfico, es desalentadora cuando se percata que China la usará para la identificación facial de medio millón de Uighurs, una minoría de chinos que profesa la religión islámica. Porque la potencia asiática se enfoca “exclusivamente sobre una minoría religiosa basándose en su apariencia y mantiene records de sus andanzas para búsqueda y revisión. Esta práctica hace a China una pionera en la aplicación de tecnología de la próxima generación para espiar a su gente, potencialmente iniciando una nueva era de racismo automatizado”, dice Paul Mozur.
Tal vez la iniciativa china se origina en la paranoia mundial por el terrorismo islámico. ¡Desde que volaron las Torres Gemelas en Nueva York han ocurrido tantos atentados terroristas! Pero es una falacia culpar solo a Osama Bin Laden y Al Qaeda. Una raíz puede ser reprimir la religión islámica. Tal vez el fondo es la supremacía religiosa de cristianos católicos, ésos que barrieron a judíos de España y al Islam de Andalucía. Luego vinieron las Cruzadas, motivadas por retomar sitios religiosos en Jerusalén. La ultima suspicacia vendrá desde París, donde ardió la catedral de Notre Dame. Tal vez la achaquen a terroristas islámicos…
Otra raíz, más histórica, se origina en la supremacía europea-estadounidense después de la I Guerra Mundial. Muchos confunden T. E. Lawrence (Lawrence de Arabia) de la I Guerra Mundial con el novelista, poeta y pintor D.H. Lawrence (“El Amante de Lady Chaterley”), cuya casa conocí cerca de Taos, Nuevo México. Para uno fertilizado en la lectura de Seven Pillars of Wisdom (“Siete pilares de sabiduría”) de T. E. Lawrence, franceses y británicos escamotearon en el tratado Sykes-Picot la voluntad de sus aliados, los árabes, de crear una sola nación. Ahora quedan Jordania, Irak, Kuwait, Siria, Arabia Saudita y varios estados alrededor de la gran península de Arabia, que solo varían por los que son inmensamente ricos con su petróleo y sus dinastías, y los escandalosamente pobres con sus arenales y su atraso.
En 1949, poco después de la II Guerra Mundial, George Orwell publicó su novela “1984”. No entiendo la palabra “dystopian” y no la encontré ni con lupa en mi viejo “The Compact Edition of the Oxford English Dictionary”. Supongo que es lo opuesto de utópico, algo a lo que se refiere Orwell en su futurista novela al retratar a mi tocayo Winston Smith distorsionando la historia a favor del tiránico Big Brother o Gran Hermano: empezó un diario para escapar tal totalitarismo, arriesgando la pena de muerte, (yo no deformo la historia; la veo desde mi punto de vista).
Si en “1984” se describe como “el miedo es usado como medio de manipulación y el control de individuos”, un experto en Inteligencia Artificial del Massachusetts Institute of Technology (MIT) sostiene que amenazan la democracia y con los avances tecnológicos el peligro es mayor que en la Rusia soviética: es “una crisis urgente” en la que estamos resbalando. Qué clase de democracia será, no sé, pero sugiere Jonathan Frankle que el control con avances tecnológicos tiene algo que ver.
En Bolivia hace tiempo que empezó el resbalón hacia el totalitarismo. En los 12 años de Evo Morales, el populismo autocrático ha cooptado al Poder Legislativo. Digan si el Poder Judicial no sigue hoy por el mismo camino. Soslayan la ley al esquivar normas de licitación favoreciendo a unos, tal vez corruptelas de por medio. ¡Ah!, la Policía en estos días es un rosario de escándalos: contrabando de narcóticos, violaciones por efectivos a cargo de las cárceles, hasta “mordidas” de guardias menores. ¡Qué sorpresa puede dar si los mandamases son pillados en sobreprecios exorbitantes!
Sostengo que en el futuro usarán la Inteligencia Artificial para perpetuarse en el abuso del poder. El actual esquema prorroguista del régimen de Evo Morales usa la publicidad estatal y el temor que sienten los periodistas, amén de aprovechar recursos de toda la gente para sus fines. Su reciente viaje a la Argentina lo demuestra fehacientemente: aparte del abuso de helicópteros, aviones y viáticos estatales, más que ocuparse de asuntos de Estado, el Presidente hizo prorroguismo electoral.
¿Será que en las espaldas bolivianas se pueden sembrar nabos?
El autor es antropólogo
win1943@gmail.com
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