La jaula de oro de los corruptos
El domingo fuimos a la Feicobol. Mi esposa y yo somos vejetes, ella de “tichinco” y yo cargo tres cuartos de siglo en el alma: bastó la cédula de identidad para ingresar. Con una hora de atraso, tres cuartos de los nichos estaban cubiertos, como las efigies de iglesias con el morado de Cuaresma. Algunos tempraneros regaban agua para barrer el frontis de su venta sin levantar polvo, cuidándose de no tocar la de enfrente. Quizá con la resaca de la ajetreada previa, una que otra azafata, maquillada y vestida como para algún show televisivo, llegaba bamboleándose en sus tacos altísimos.
Linda la feria toda de cemento, sino fuera que me urge orinar cada media hora y sale costoso a dos pesos por chorreada. Las áreas de descanso tenían la novedad de arreglos florales con llantas pintadas, un detalle más afín con el medio ambiente que quemarlas en las calles. Algún edil piensa que aminora la indigencia con las ideosas formas de limosneros a cada paso. Destacaba eso y vender vehículos y productos nativos, quizá nutritivos si no tuviesen tanto azúcar. ¿Qué tendrá el “imperio” que su stand tenía un centenar en fila?: tal vez sorteaban visas, algo menos riesgoso que saltar el muro de Trump…
Por apropiada que sea para una nota “barlamentosa”, en realidad me inspira la jaula de oro de los poderosos. Leí una nota de las negociaciones para destronar al dictador Maduro. Destacaban los generales que participaron en la última asonada popular y la ansiedad del autócrata. Mucho ruido y pocas nueces porque al final se quedó el usurpador, presagiando purgas de uniformados dudosos del proceso en Venezuela, aunque su esposa haya escapado al exilio dorado de Punta Cana.
El principal implicado habló del “honor militar”, “lo más sagrado que tiene el soldado”, como si no costaran los uniformes y las medallas de mariscal ruso sin haber ganado ni una batalla; apetecía la silla presidencial, dicen. ¡Qué lindo!, pensé, conspirar y librarse de culpa y paja, manteniendo fueros, privilegios y “ahorritos”.
Destacaban agentes gringos, tal vez confirmando que los intereses de su país priman sobre tanto blablá sobre la democracia, el hambre y la libertad del pueblo venezolano.
Bolivia cuenta poco en las prioridades de EEUU, salvo aristas financieras o políticas del negocio de la droga. En el pasado no hicieron asquitos en uncir el buey del narcotráfico al rumiante de sus objetivos geopolíticos, ¿recuerdan el escandalete de “Irán-contras” y sus posibles ramificaciones en los crímenes en Caparuch, hoy bautizado Parque Nacional Noel Kempf Mercado?
La asonada en el país de Bolívar alarma porque los culpables tenían la puerta abierta para un exilio dorado. ¿Es que los causantes de males de desgobierno terminan en alguna jaula de oro? Santos Ramírez no jugaba gratis sus atropellos criminales: ¿es su celda la de un convicto común? La Zapata no fue seducida por amor o por la loción del poderoso, pero sale de la cárcel cuando le viene en gana. ¿Por qué un abogánster demoníaco desea la prisión de El Abra en vez de Chonchocoro? Los generales de la corrompida Policía, de Sanabria a Medina pasando por Nina, se contagiaron del virus del narcotráfico por venales. En realidad, casi todos los abusos tienen raíz en la corrupción.
Por eso, causan risa los corcoveos de implicados en el último escandalete policiaco. Pareciera que más que castigar a los culpables, importa salpicar a oponentes de las próximas elecciones. ¿Se dan cuenta que al implicar a rivales apuntan a un “nosotros sí, pero también este”, porque es mal de todos la corrupción?
Pudiera explotarles en la cara con las sindicaciones del general Medina que pringan a altos dignatarios del oficialismo, incluido el Presidente. De ahí en adelante, es cuestión de escarbar, algo que haría un periodismo libre.
¿Por qué la hormiguita platinada investiga sólo los tentáculos del Lava Jato hasta 2005? ¿No era que José María Bakovic, condenado sin derecho a defensa desde la asunción del jefazo, denunció millonarios sobreprecios en carreteras a partir de 2006? Ni siquiera revelan nombres de pseudónimos en la repartija de “coimisiones” en notorios correos electrónicos, para construir caminos en la era del impoluto “proceso de cambio”. Bienes incautados son “papita p’al loro” del abandono o el usufructo ilegales; la pérdida de dominio legal se ha vuelto ganancia ilegal.
Me late que continuará la ley del embudo y sus repartijas, ya no en “coimisiones”, sino en hoteles de 5 estrellas en playas paradisíacas, doctas disertaciones de pingües estipendios, celdas lujosas, y ¡a gozar de los “ahorritos”! Me quedo con Pedro Infante cantando “en una jaula de oro, pendiente de un balcón”;
¿elegiremos a los pajarracos para que “vuelen” como la ingrata calandria?
¿Será que en las espaldas bolivianas se pueden sembrar nabos?
El autor es antropólogo
win1943@gmail.com
Columnas de WINSTON ESTREMADOIRO