Ver Bolivia desde lejos
Lejos de casa, añorar se hace frecuente. No solo es dejar la familia y los amigos, sino el lugar y lo que significa.
Cada año miles deciden abandonar el país en busca de oportunidades en el exterior. De acuerdo al Organismo Internacional de Migración en su Informe Sudamericano Migratorio del 2017, existen 799.605 bolivianos emigrantes.
En el caso de Cochabamba, el 33 por ciento de los emigrantes partió hacia Europa según el Instituto de Estadística Nacional (INE).
Sin importar la distancia y el tiempo, todos intentan mantener el lazo y estar conectados de alguna manera con su país de origen. Recurren a sus allegados, pero también a los medios y las redes sociales, para estar informados. Gracias a internet, la inmediatez es una de las ventajas que aprovechan.
Las noticias políticas son las que más dominan la coyuntura del país. Hechos sobre corrupción, violencia, inseguridad, narcotráfico, despiertan la preocupación de los bolivianos en el exterior.
“Es lamentable ver desde afuera a una Bolivia muy insegura, corrupta, donde no se respeta las leyes donde las autoridades hacen lo q les da la gana con la Constitución de nuestro país. Donde solo se escucha de violaciones, feminicidios, pedófilos y muertes a mujeres como el pan del día”, lamenta Cynthia Rojas Rivas desde Malmö, Suecia.
“No hay inversión en salud, no hay mejoras en el sistema educativo. Están deforestando zonas ricas de fauna y flora para extraer oro de forma ilegal o plantando más coca como si de la coca sacáramos algo productivo, asegura Marco Antonio Nogales desde Virginia EEUU.
Algunos ven con más pesimismo el panorama en el país.
“Tristeza. Creo que la palabra exacta es tristeza (…) El racismo es más latente estos últimos 5 años que los anteriores 20. Hay tan poca discusión sobre la inflación y la verdadera deuda externa. Creo que en algún momento creímos que Bolivia cambiaría, pero nada cambió”, dice Juan Diego Antezana Bellot desde París, Francia.
Sin embargo, hay quienes destacan los avances del gobierno del presidente Evo Morales, sobre todo estableciendo comparaciones con otros países de la región donde los contextos económico, político y social no gozan de estabilidad; aunque también reconocen que faltan mejoras en diferentes áreas.
“Llevo más de 23 años fuera de Bolivia y gracias a eso tengo lo que tengo y doy gracias a mis padres que salieron de ahí a tiempo. Viví lo peor de Bolivia y ahora creo que avanzó, pero está muy retrasado en todo sentido: culturalmente, en infraestructura y por mucho en derechos”, dice Rychie O’campo desde Buenos Aires.
“Es el mejor país de los últimos tiempos, ahora más que nunca uno se siente más orgulloso de ser bien boliviano, porque muchos miran a Bolivia y se sorprenden por cómo pudieron hacer lo que hicieron en tan poco tiempo y ver que tus vecinos la están pasando muy mal, como ser Argentina, Brasil, que eran considerados potencias económicas y se van al precipicio”, manifiesta Ciro Ricaldez desde Ciudad de Neuquen, Argentina.
También desde ese país, Iñaky D asegura que “hace 10 años salí de Bolivia. Era un país donde aún se hacía filas para recibir una garrafa y hoy en día cada año que voy allá se ve el cambio, claro que falta mucho a comparación de países vecinos”.
“Lo que yo veo es que está mejor que antes. Hay bastante construcción y hay más plata sobre el Gobierno. Muy descuidado de la educación y la salud los hospitales un desastre, pero adoro mi bello país Bolivia”, dice Rukar Fernandez desde Virginia, EEUU.
Por su parte, José Redy Flores, lamenta se refiere a su actual situación. “Yo vine a Bolivia y vi muchos cambios, no sé qué más decir porque acá en Argentina se puso muy fea la situación”.
Según la Dirección Nacional de Migración, el 2017 regresaron a Bolivia 238.994 ciudadanos.
Para la directora del Centro de Planificación y Gestión (Ceplag), Carmen Ledo, no se puede hablar de la migración como un fenómeno que uniformice a todos. “Al ser la migración un hecho social es una repuesta que se tiene a una serie de frustraciones o de aspiraciones”, asegura.
Este imaginario de país que se va construyendo a través de la información que reciben cada día, también los lleva a cuestionar el papel de los medios y las redes sociales. ¿Qué y a quién creer? Es una de las preguntas más recurrentes en este tiempo en el que existe una avalancha “fake news” o noticias falsas.
“Las redes sociales tienen contenido con poca veracidad, no es fiable (…) se puede dar opiniones, publicaciones de algún hecho q puede ser verídico o falso, es la libre expresión. Por eso es importante tener muchas fuentes de información”, dice Rigor Colque.
Desde Génova, Italia la opinión de Raúl Sanjinés cuestiona el sensacionalismo en los medios y la falta de veracidad en la información.
Pero también están quienes valoran el trabajo de la prensa para mantener vivo el lazo entre los migrantes y su país de origen.
“Me parece muy oportuna toda la información respecto a mi querida Bolivia. Vivo en Chile, pero siempre estoy al pendiente de todas las noticias”, asegura Ariel Terrazas.
En estos tiempos de posverdad, donde las opiniones se colocan por encima de los hechos, la responsabilidad y ética de los medios enfrenta desafíos constantes.
Juan Carlos Salazar, presidente del directorio de la Fundación para el Periodismo, considera que a pesar de la sobreabundancia de información, los medios convencionales tienen un trabajo responsable con información verificada, lo que no ocurre con las redes sociales.
Sin embargo, recomienda siempre consultar más de un medio para tener diferentes visiones de lo que está pasando en el país y así tener un panorama más completo. “Hay un abanico suficientemente amplio para satisfacer las necesidades, todo depende de la actitud del lector”, asegura.
Cada vez la dinámica informativa tiene más fuerza en los migrantes e influye en la percepción que tienen del país para tomar decisiones.
No solo se trata de reclamar por un tema polémico o poner like a una nota divertida, cada uno va construyendo una visión de ese lugar que dejó hace mucho con el sueño de algún día volver, o tal vez no.