Una Defensoría alejada del pueblo y las autonomías son simbólicas
Incluso las instituciones que deberían ser independientes o al menos neutrales, como la Defensoría del Pueblo, El Instituto Nacional de Estadística (INE) o la Aduana, por citar algunos, fueron tomadas por el gobiernista MAS para justificar sus decisiones o para aplicar su estrategia de poder, señalaron académicos y políticos.
“En los primeros años de gobierno, Evo decía que tenía el gobierno pero no el poder; hoy Morales tiene el gobierno y el poder total”, dijo el exmagistrado José Antonio Rivera, al explicar el alcance del poder institucional del partido de Gobierno.
El constitucionalista señaló que la Defensoría del Pueblo es la muestra más clara del nivel de cooptación, pues, según la norma, esta institución debe velar por los derechos de la sociedad frente al Estado, pero los últimos años se ha convertido en un “defensor del Gobierno”.
“No cumple su rol, su designación se hizo por afinidad ideológica. La Defensoría sólo socapa la persecución judicial del Gobierno con fines políticos”, dijo Rivera.
El defensor David Tezanos se declaró como “marxista” y defensor de los más débiles e incluso fue militante del MAS. Se criticó su actuación en el conflicto de los cocaleros los Yungas. En una ocasión, Tezanos acudió a la zona de La Asunta para acompañar un operativo de la Policía para colectar indicios en la zona de un enfrentamiento. Los cocaleros criticaron que Tezanos fue a la Policía cuando debía acompañarlos a ellos. El Defensor también fue observado por su posición tibia en conflictos en los que el Gobierno es protagonista.
Las acciones de Tezanos también fueron duramente criticadas por dos exdefensores: Waldo Albarracín y Rolando Villena.
Albarracín dijo que el papel del actual Defensor es tapar las acciones de vulneración de derechos que comete el Gobierno.
Sin embargo, las críticas también llegan a instituciones como el INE. El organismo estadístico maneja las cifras del país y últimamente fue criticada por los empresarios y analistas económicos porque no estaría ofreciendo datos acordes a la realidad del país o habría manejado parámetros alejados de la realidad económica.
La Confederación de Empresarios Privados de Bolivia, observó a fines de 2018 que el INE ofrece datos “poco consistentes” que se mueven en “sintonía” con las decisiones políticas tomadas entre la COB y el Gobierno, como el segundo aguinaldo.
Autonomías
Para los analistas, las autonomías en el país son sólo simbólicas porque el Estado central ha tomado la mayor parte de los recursos y de las competencias.
Para el senador de Potosí y candidato de Bolivia Dice No, Edwin Rodríguez, el Estado central se ha olvidado de las regiones y ha tomado para sí la mayor parte de los recursos del Estado, cerca del 75 por ciento, por lo que las autonomías están sólo en el papel, explicó en un encuentro con jóvenes en la Villa Imperial.
La Constitución Política señala que el Estado está conformado por distintos niveles: central, gobernaciones, municipios, además de la región del Chaco y las autonomías indígenas. Según datos del Tribunal Supremo Electoral (TSE), el MAS tiene el poder 225 de 339 municipios en el país y seis de nueve gobernaciones.
Para la constitucionalista Silvia Saleme, la cooptación de las instituciones del Estado se suma a la toma de las territorialidades. Las autonomías son simbólicas. El objetivo es tomar control de Gobiernos subnacionales para ampliar la base electoral y de socios políticos, pero no para aplicar las autonomías como gestión pública eficiente.
El agotamiento del MAS en Bolivia
Para el exalcalde de La Paz y exdirigente político Juan Del Granado, la gran acumulación que se transformó en poder estatal y gubernamental el año 2006 fue vaciándose en sus contenidos y se fue fracturando paulatinamente por las propias acciones y visiones gubernamentales.
Dijo que la corrupción, que se fue reinstalando y expandiendo en la administración pública, fracturó los contenidos éticos de un proceso que debió ser lo contrario al pillerío “neoliberal”; el autoritarismo, la intolerancia y luego la persecución de toda disidencia fracturó partes sensibles de los valores democráticos y de las libertades ciudadanas; el hegemonismo fracturó la institucionalidad de los poderes públicos, copándolos y subordinándolos. Asimismo, el despilfarro de los ingentes ingresos públicos malogró las posibilidades de un desarrollo alternativo.
Finalmente, una fractura central en el vaciamiento del proceso fue la fractura de lo “indígena”, con motivo del extractivismo que hizo trizas los supuestos contenidos “plurinacionales”.