Copa América, se cierra un evento marcado por la seguridad y las distancias
La Copa América Centenario llegó a su fin. Además de los goles, los intensos partidos, resultados históricos y records pulverizados, se fue el torneo de festejos por los 100 años de la Conmebol con dos facetas encontradas: la seguridad y las grandes distancias recorridas por selecciones, periodistas e hinchas del fútbol.
Solo por citar un ejemplo de las dos facetas en cuestión, mientras la masacre de Orlando activó el sistema de “alerta silenciosa” para asegurar el éxito de la Copa América Centenario, las selecciones de Argentina y Chile recorrieron más de 15.000 kilómetros cada uno para llegar a Nueva York y disputar la final.
Vamos por parte. Los goles no solo hay que verlos por la cantidad en la sumatoria final del torneo, también hay que analizarlos desde lo anecdótico como el caso de Raúl Ruidíaz, el peruano que se ayudó con la mano para eliminar a Brasil en la primera fase.
O la victoria de Chile sobre Bolivia con un penal más que dudoso cobrado por un juez estadounidense en “tiempo adicional” que dejó sensación a robo y vergüenza.
Ni qué decir de resultados históricos como la humillante paliza que el mismo Chile le propinó a los mexicanos (7-0), cuando por lo exhibido en la fase de grupos los “charros” ya se hacían en la final de la Copa América.
Eso de goles. Pero también hay que recordar los golazos, como los de tiro libre que anotaron Jhasmani Campos a Chile y Lionel Messi a Estados Unidos; claro, obviamente salvando las distancias.
Y si hablamos de partidos intensos y anecdóticos que se quedaron en la retina ahí están los de EEUU-Ecuador, Colombia-Perú o porqué no el Chile-Colombia, todos en la recta final del torneo.
En cuestión de datos hecho trizas, es suficiente con destacar lo de Lionel Messi, que añadió uno más a su larga lista de records igualando y superando al goleador histórico de la selección argentina Gabriel Omar Batistuta.
Con su gol a Estados Unidos en semifinales la pulga sumó 55 goles en 112 partidos, y superó a Batistuta, que marcó 54 en 77 encuentros. Aunque todo esto parece haber quedado atrás luego de la caída de la albiceleste ante Chile y su renuncia.
"Se terminó para mí la Selección", fueron las palabras del astro argentino que retumbó en el mundo del fútbol mundial.
La masacre de Orlando
En un arranque de locura mezclado de odio y sed de venganza, por decirlo menos, según se reporta hasta hoy en Estados Unidos, un hombre identificado como Omar Mateen se calzó el traje de pistolero y se armó hasta los dientes para entrar en el Pusle, un bar-gay de Orlando, Florida, donde se jugaron tres partidos del torneo entre ellos el de Bolivia contra Panamá.
Allí el desalmado logró matar a 49 personas y dejó heridos a otros antes de ser abatido por la policía. Si bien las primeras pesquisas de los investigadores reportaban un ataque terrorista, después las conjeturas y motivaciones sobre el desequilibrado personaje apuntaron a una venganza contra gais puertorriqueños que le habrían infectado con el VIH; de todas maneras, igual fue motivo para activar las alarmas en la recta final de la Copa, pero con mucha discreción.
Requisas policiales a dos millas de los estadios, detectores de metales en los ingresos similares a los de los aeropuertos, vigilancia personal permanente desde la cancha hacia las tribunas, cámaras instaladas hasta en lugares impensados, seguimiento y guía personalizada para controlar los movimientos hasta de los acreditados de prensa, uniformados y guardias privados, todo con tal de garantizar la seguridad.
Grandes distancias recorridas
Nadie del Comité Organizador de la Copa América Centenario lo reconoció oficialmente y menos lo comentó de forma extraoficial, sin embargo en los pasillos, palcos de prensa, comedores y ascensores de los estadios muchos acreditados coincidieron en que parte del éxito de garantizar la seguridad del evento era precisamente haberla “descongestionado” en 10 sedes, independientemente de si en esas ciudades el futbol desataba alguna pasión.
Por eso no fue fácil para las delegaciones armar la logística previa y posterior a los partidos porque en la mayoría de los casos el traslado de una sede a otra duraba casi un día entero.
En el caso de las selecciones finalistas del torneo, Argentina, que no jugó partidos amistosos previos dentro de Estados Unidos, entre en debut contra Chile por el grupo D jugado en Santa Clara (California), pasando luego por Chicago (contra Panamá) y luego por Seattle (contra Bolivia), además de Boston (en cuartos contra Venezuela) y luego Houston (en semifinales con EEUU) para finalmente llegar a Nueva York, recorrió 17.307 kilómetros.
En cuanto a Chile, que sí jugó un amistoso previo contra México en San Diego (California), su kilometraje por Estados Unidos reportó un recorrido de 15.744 kilómetros.
Los chilenos comenzaron el torneo contra Argentina en Santa Clara, luego fueron a Boston a jugar contra Bolivia, después a Filadelfia para enfrentar a Panamá, posteriormente volvieron a Santa Clara para jugar cuartos de final contra México y en semifinales enfrentaron a Colombia en Chicago; de ahí volaron a Nueva York para definir el título con la albiceleste.
Bolivia voló 16.636 kilómetros para cuatro derrotas en EEUU
A finales de mayo la Selección boliviana emprendió viaje a Estados Unidos para jugar un partido preparatorio contra los anfitriones de la Copa América Centenario. La delegación llegó a Miami y de inmediato pasó a Kansas City donde fue vapuleada 4-0.
Desde allí retornó a Orlando para debutar contra Panamá (1-2) y luego voló a Boston donde perdió por similar resultado a manos de Chile. Posteriormente en vuelo chárter se fue hasta Seattle, donde se despidió del torneo con una derrota de 0-3 con Argentina; en todas las rutas al interior de Estados Unidos la verde recorrió 16.636 kilómetros.
En las conferencias de prensa ofrecidas por el director técnico Julio César Baldivieso previas al debut y posterior a las derrotas contra Panamá y Chile, la justificación fue la misma: el escaso tiempo de preparación y la resistencia de algunos al proceso para cambiar el fútbol boliviano.
Los largos y desgastantes viajes hicieron mella en la selección. Eso se vio reflejado en los rostros de los jugadores cada vez que se mostraban en las prácticas.
Del técnico poco. Solo quiso hablar de fútbol cuando Argentina nos vapuleó con una segunda parte que más parecía un entrenamiento y en la que el público solo despertaba y deliraba cuando Messi tocaba el balón.