La antorcha ya está en Río
Río de Janeiro |
La antorcha, el mayor símbolo olímpico, desembarcó en Río de Janeiro, ayer, a dos días de la ceremonia inaugural de los primeros Juegos Olímpicos de Sudamérica, y fue recibida por el alcalde Eduardo Paes, que no ocultó su emoción por un momento "muy especial" para esta ciudad brasileña.
Se trata de la etapa final de un recorrido por 324 ciudades brasileñas que comenzó hace tres meses en Brasilia, a donde llegó en avión procedente de Olimpia (Grecia).
La antorcha, literalmente, desembarcó en Río debido a que el Alcalde la recibió de manos del regatista Torben Grael, uno de los mayores medallistas olímpicos de Brasil, quien la transportó en un velero que atravesó la Bahía de Guanabara procedente de Niteroi.
"Éste es un momento muy especial para nuestra ciudad y nuestro país", dijo el Alcalde al recibir el símbolo olímpico en el embarcadero de la Escuela Naval, en el centro de la ciudad.
Paes fue el primero de las cerca de 600 personas que cargará la antorcha olímpica en los próximos días por diferentes calles de Río hasta su llegada mañana por la tarde al legendario estadio Maracaná, escenario de la ceremonia inaugural y en donde el pebetero será encendido por una personalidad aún mantenida en secreto pero que muchos ya dan por hecho que será el exfutbolista Pelé.
El Alcalde cargó la antorcha desde la Escuela Naval hasta una de las estaciones del VLT, el moderno y ecológico tranvía eléctrico que Río de Janeiro inauguró hace un mes como uno de sus principales legados olímpicos y que sustituirá numerosas rutas de autobuses que circulan por el centro de la ciudad.
Paes le entregó la antorcha a Rebeca Moraes dos Santos, una estudiante de una escuela pública de 15 años y quien paseó con la llama en el VLT hasta la plaza de la Cinelandia, en donde el relevo lo tomó el barrendero público Renato Sorriso, una de las personalidades más emblemáticas de esta ciudad.
Renato Sorriso, que participó en la presentación que hizo Río de Janeiro de sus olímpicos en la ceremonia inaugural de los Juegos de Londres 2012, es mundialmente conocido por barrer bailando el Sambódromo tras el paso de cada una de las tradicionales escolas de samba del Carnaval carioca.
La antorcha comenzó su antepenúltimo día de recorrido en el velero Aileen, con el que Brasil conquistó una plata en los Olímpicos de Estocolmo 1912, y que está anclado en Niteroi, la ciudad separada de Río de Janeiro por un puente de 14 kilómetros.
Enseguida fue embarcada en el velero Lady Lou para atravesar la Bahía de Guanabara entre Niteroi y Río de Janeiro en un viaje en que participarán siete regatistas brasileños que han conquistado medallas olímpicas: Torben Grael, Lars Grael, Clínio Freitas, Isabel Swan, Nelson Falcão, Marcelo Ferreira y Ronnie Senfft.
Fue un homenaje al deporte que más medallas olímpicas le ha dado a Brasil.
A pocos metros de Río de Janeiro, la antorcha fue embarcada en un bote conducido por 12 remeros de la Marina de Guerra de Brasil en el que finalmente tocó playas cariocas y que avanzó al ritmo de "Cidade Maravilhosa", una popular y pegajosa música que se ha convertido en himno no oficial de la ciudad.
Hasta mañana, la llama olímpica pasará por 27 barrios y diferentes sitios turísticos de la ciudad, incluyendo el Cristo del Corcovado, el morro del Pan de Azúcar, la Ciudad del Samba, el Sambódromo y el Teatro Municipal.
En Río de Janeiro la antorcha también surfeará en una playa en las manos del surfista Rico de Souza.
Entre los conductores de la antorcha en la ciudad sede destacan conocidos deportistas brasileños como los exfutbolistas Jairzinho, Zagallo y Tulio, el caballero Rodrigo Pessoa y la jugadora de voleibol playa Sandra Pires.
EL MILAGRO DE LA LLAMA OLÍMPICA
Es una historia de casualidades y de perseverancia la que ha llevado a Jordi Granados, un pequeño empresario barcelonés, a construir la antorcha olímpica que hoy se paseará por las calles de Río de Janeiro.
"Sí, fue un milagro ganar el concurso", ha dicho el emprendedor a EFE. Un concurso en el que se midió, entre otros rivales, frente a una empresa que se dedica a fabricar componentes para misiles o contra una de las grandes empresas gasísticas mundiales, que tiene hasta un departamento dedicado a la construcción de antorchas olímpicas.
Su punto de partida era otro. Todo empezó cuando el mundo se le vino abajo a Jordi Granados hace cuatro años. Su empresa, Awa-Premis, que vivía de la fabricación y diseño de trofeos deportivos, estaba al borde de la quiebra, después de que sus clientes, principalmente federaciones y clubes deportivos, sintieran en sus propias carnes el peso de la crisis y los impagados se acumularan sobre su mesa.
"Llegado a este punto, con unas deudas de más de 50.000 euros, decidí pensar a lo grande. ¿Y qué es lo más grande a lo que podía aspirar? Pues fabricar la antorcha olímpica", insiste Granados.
Su primera idea era, sin embargo, optar al diseño, pero las condiciones del concurso le resultaban inviables y acabó ganándolo la firma Chelles y Hayashi. Se puso manos a la obra y en unos días recibió el pliego de condiciones para la fabricación, un manual de 140 páginas con todas las especificaciones. (Efe).