Crítica: “Las horas más oscuras” y la figura de Winston Churchill
Rodrigo Ayala Bluske
Director de cine
De manera sostenida, no paran de publicarse biografías varias, libros especializados sobre determinados aspectos de su carrera (relaciones con otros políticos, actividad periodística) o periodos de su vida (cuando era joven, en los años pico de la guerra), memorias de personas allegadas a él, recopilaciones de sus citas (solemnes o humorísticas), sus propios escritos (por los que ganó el Premio Nobel de Literatura), etc. Y el interés no sólo se da por parte de los académicos; según reza una nota aparecida en la prensa, una amplia encuesta realizada en su país lo posiciona como el británico más prominente de la historia, por encima de figuras como las de Shakespeare, Newton o Darwin.
¿Cuál es la razón para este fenómeno? Una explicación simple, comúnmente utilizada, aunque no por ello poco valedera, es que su figura está identificada como la de un estadista que supo otorgar certeza a su país (y a gran parte del mundo) en un momento en el que la incertidumbre reinaba a escala global. En estos días en que nuestro destino planetario parece atado a la personalidad de personajes como Trump, Putin o Kim Jong-un, es natural que muchos vean a esta figura con reverencia.
“Las horas más oscuras” retrata el momento en que Churchill asumió su mandato y logró imponer la idea de continuar la guerra a cualquier costo, en contra de gran parte de la opinión pública, de los miembros más importantes de su propio partido, y sobre todo de la sensación generalizada de que sus posibilidades de victoria eran sumamente escasas.
¿Quién era Churchill?
Era un ser estrafalario y creativo, tal cual lo pinta Gary Oldman, pero a su vez también era antipático, profundamente detestado por gran parte de la clase política británica y famoso por los enormes errores que cometió en su vida política, entre ellos el desembarco realizado en Gallipoli en la primera guerra mundial, cuando era Lord del Almirantazgo (que supuso una cruenta derrota para los aliados), la decisión de devolver la libra británica al patrón oro, cuando era ministro de Finanzas, (que generó una fuerte tendencia deflacionaria en la económica) y la violenta y exagerada represión contra un grupo de anarquistas, cuando era ministro del Interior (lo que lo convirtió en objeto de burla por parte de la prensa y la opinión pública).
Sólo el hecho de que 10 años antes del inicio de la guerra hubiera estado apartado de cualquier cargo de importancia y el que en ese tiempo fuera el único político importante en sostener una línea belicista contra Hitler explica que fuese elegido Primer Ministro, en ese momento crítico.
Pero esa actitud puntual esconde una realidad mayor: Churchill combinaba en su perfil a un estratega excepcional junto a un pésimo táctico. Era capaz de visualizar con profundidad los problemas a largo plazo, aunque en el día a día se enredará con decisiones apresuradas y en muchos casos erróneas. No sólo se trata de su visión respecto a Hitler y el nazismo, sino respecto a los temas sociales (siendo ultraconservador, en el apogeo de su carrera se “robo” las reivindicaciones de los laboristas).
A su vez esa virtud opaca las acciones más detestables del personaje; tales como su apoyo a la intervención armada en la naciente Unión Soviética en 1919, su férrea oposición a la independencia de la india y la violenta represión a los comunistas griegos (que habían luchado valientemente contra los nazis) realizada antes de que acabará la guerra (a todo lo cual podía añadirse un comentario elogioso a Mussolini en algún momento de su carrera, destacando su lucha contra “la subversión”).
Quizás la clave de su personalidad se encuentra en el comentario que Roosevelt realizó sobre el (y que en la película se atribuye a otro personaje, debido a necesidades narrativas): “Winston tiene mil ideas al día, de las cuales cuatro son buenas, aunque lamentablemente no se sabe cuáles son”. Una frase que tendería a confirmar la hipótesis de que el personaje sufría del Síndrome de Déficit de Atención (lo cual a su vez explica su costumbre de consumir alcohol en diversos momentos del día, en un tiempo en que los medicamentos para combatir dicha afección no se habían desarrollado).
La película
Se trata de un emprendimiento discreto que se apoya en la interpretación de Gary Oldman. Tiene la virtud de crear un marco adecuado para que el público conozca las principales características del personaje, aunque evitando en todo momento ingresar en profundidades.
No se trata de una biografía inquisitiva, de gran magnitud (el mejor ejemplo que me viene al mente es el de “Nixon” de Oliver Stone de 1995), ni de una obra laudatoria y acartonada (como el “Gandhi” de Richard Attenborough de 1982). La mayor de sus virtudes se encuentra en haberse focalizado en “ese” momento; el instante preciso en que Churchill hizo historia al imponer su visión política al Gobierno de coalición que encabezaba y por tanto encarrilar los acontecimientos mundiales en esa dirección.
El director Joe Wright responde a sus antecedentes. Se trata de un especialista en la adaptación de obras literarias como tales “Orgullo y prejuicio” (2005), “Ana Karenina” (2012) y “Pan” (2015) y en este caso, al igual que en muchos de los anteriores, cumple sus objetivos con modestia y efectividad.
LA FICHA
Título: Las horas más oscuras
Año: 2017
Género: Drama, historia
Duración: 125 minutos
País: Reino Unido
Director: Joe Wright
Idioma: Inglés
Productora: Perfect World Pictures, Focus Features, Working Title Films
Elenco: Gary Oldman | Ben Mendelsohn | Kristin Scott Thomas | Lily Jamesca | Stephen Dillane | Ronald Pickup | Charley Palmer Rothwell