El teatro callejero llega con “Negro”
El XIX Festival de Teatro Bertolt Brecht continúa con la presencia del Teatro Grito, que llegan con la obra “Negro”, la única pieza que se presentará al aire libre.
Al mejor estilo de teatro callejero, la fuerza del elenco paceño llega esta tarde a las 17:00 en el Centro pedagógico y cultural Simón I. Patiño junto a una versatilidad de personajes y música en vivo.
“Negro” es una obra para grandes y chicos en que dos historias se entrelazan. La primera trata de un personaje que tiene varios rubros, muchos de ellos ya desaparecidos con las nuevas tecnologías. En segundo plano, se cuenta la vida de un gato negro que es discriminado porque la gente cree que trae mala suerte.
El guion de la obra fue inspirado en un cuento infantil (la parte del gato), pulido por su director Bernardo Arancibia y montado por todo el elenco.
Michael Apaza, quien protagoniza al hombre de los mil oficios, comentó en una entrevista que esta obra se hizo esperar, pero al fin llegó a Cochabamba. “Intentamos llevar esta obra varias veces, ya se la presentó en Santa Cruz, Sucre y La Paz” relata el actor que lleva 11 años junto al elenco.
Apaza comenta que Teatro Grito llega muy contento de presentar una nueva obra a Cochabamba, donde son bien recibidos.
Esta obra es la única en formato de teatro callejero y contará con la interpretación de música en vivo. Se presentan en el Teatro al aire libre del Centro Patiño, donde aprovecharán el espacio abierto y alternativo, característico de Teatro Grito.
FICHA TÉCNICA
Dramaturgia y dirección: Bernardo Arancibia
Actuación: Bernardo Arancibia, Carmencita Guillén, Mariel Camacho, Michael Apaza y René Suntura
Producción: Teatro Grito.
LO QUE VIENE
“Fresa y chocolate” en el teatro Adela Zamudio. La Compañía Aldea Cultural (Santa Cruz) se presenta con la obra “Fresa y chocolate”, en la que dos hombres desafían el ser auténticos; mañana en el Adela Zamudio a las 19:30. Entrada Bs 25 y estudiantes Bs 20. Obra para mayores.
Voyeur Teatro vuelve con “Coto Colorao”. La obra pone en escena una canción popular y, a la vez, denuncia el feminicidio. Los cruceños de Voyeur Teatro vuelven a Cochabamba, pero esta vez se presentan el jueves 16 en el mARTadero a las 19:30. Obra sugerida para mayores de 13 años.
OPINIÓN
Carlos Bleichner Delgado. Director de teatro
“Chancho”, el recuerdo presente, los círculos familiares
Desde el principio de la obra, con una dramaturgia muy trabajada, ya el espectador podía entrar en esta atmósfera de recuerdos/repeticiones/reelaboraciones. Estos recuerdos en torno a la familia y la infancia eran pesados, y en consecuencia ejercían una serie de mandatos que inducían conflictos sobre el cuerpo del personaje principal interpretado por Ariel Muñoz. Así, sobre la base de una dramaturgia contundente, con la mezcla y repetición de frases, voces familiares, costumbres, círculos viciosos que intervenían situaciones diversas; “Chancho” se plantó para desplegar sus propuestas. En cuanto a su propuesta en el uso del espacio escénico, el director optó por delimitarlo con una suerte de alfombra negra, un linóleo, que estaba dispuesto en medio del espacio y lo recorría de izquierda a derecha, éste medía un poco más de dos metros de ancho, por tanto había una importante acotación del gran espacio que ofrecía la nave del mARTadero. Si bien esta disposición recta y horizontal abría a la posible lectura de una línea temporal coherente con la dramaturgia, también limitaba a una percepción más bidimensional del espacio, pues le restaba profundidad; y si bien los personajes tendían a estar atrapados por el pasado (sus formas y costumbres) haciéndolos algo predecibles; creo que el conflicto trascendía esta bidimensionalidad, ofreciendo multiplicidad de dimensiones/direcciones, que quedaban limitadas por la propuesta. En cuanto a la escenografía, el secador de manos ofrecía una paradoja excelente, que quizás podría tomarse como código de lectura de la obra; era el recuerdo del baño donde trabajaba la madre del protagonista, ofrecía este recuerdo de contención y protección al cual el personaje acudía para sentirse seguro, adquiriendo el hábito de lavarse las manos repetidamente; pero a su vez era un objeto frío y poco estético, colgado en la pared, inerte, con sonido artificial, y que lo mantenía atrapado. Es esta relación con este objeto, se veía la relación que se tenía con la madre, el padre, la tía. De esta manera múltiples preguntas se abrían: ¿Darle o no darle? ¿Qué hacer con lo acumulado? ¿Con los recuerdos? ¿Con el pasado? ¿Con el chancho?