Oruro de anteayer, ayer y hoy
Serafín Delgado Morales
Residente orureño
Consecuencia: incremento de población, en especial el arribo constante y sistemático de extranjeros.
Lamentamos este segmento parcial y real de aquel horizonte contradictorio, que debe ser enmendado.
Anteayer. Fuiste energía de una raza enigmática como son los Urus junto a sus ríos y lagos. El arcano ancestral nostálgico dice: la caza y pesca en barcazas de paja y totora. Aún contemplan impertérritos ante avance del tiempo, caracterizados al abrigo de ponchos sui-géneris ancestrales e idioma original, más sus mujeres de luengas trenzas entre los Muratos-Uru, Chipayas; Uru-Iruitu; Uru-Capillu; Urus –Tahua, Uru-Yura Puqui, que en era posterior la denominación lugareña derivó y desembocó en el apelativo Oruro (luz del alba).
Ayer. Ya en la Colonia y Alto Perú sorprendieron al mundo vetas de platal, riquezas minerales que despertaron ambición. La fundación de “Villa de San Felipe de Austria y Asiento de Minas” el 1 de noviembre de 1606, presidida por Manuel de Castro y Padilla; nominada también San Miguel de Oruro. Repentinamente sus hijos se alzaron encaminados por revolucionarios Rodríguez, Pagador y otros, el 10 de febrero de 1781. Ya en la república hubo actividades y súbito laboral, edificación y arribo del ferrocarril, en Gobierno de Aniceto Arce. También hubo crecimiento paulatino y explotación de minas. Consecuencia: incremento de población, en especial el arribo constante y sistemático de extranjeros. Se acrecentó la festividad del Carnaval, en expresión primordial de sincretismo religioso-folklórico y veneración a Virgen de la Candelaria en advocación del Socavón, cimentados con leyendas del semi-dios “Wari” y las plagas, visión del personaje “Chíru-Ch’iru o Nina- Nina” en labor benéfica a los pobres, la Cruz Verde, el Tío de la Mina, el tapado de Aldana histórico “Conchupata”.
Hoy. Aquellas épocas óptimas quedaron al olvido. Como inferencia de la economía minera restringida del país, equivocada o no pero negativa para la urbe de Oruro, ahora predominan (disque “progreso”), distorsiones por ejemplo de su famoso Carnaval, transformado a espectáculo masificado integral, donde ya no hay emotividad, sentimiento, fe, devoción ni sacrificio e inclinación a la Virgen del Socavón; ignorancia de leyendas, cultura regional insuficiente, deformidad del ambiente asediado por intereses ajenos, un mercantilismo inusitado, que vulneran al título mundial “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad” y peligro de despojo del mismo. Naturalmente aquella situación tiene excepciones y lunares que aún perviven positivamente. Al presente se oyen profusamente palabras como “festejar, caporales, gozar, pasarla bien”, exhibicionismo personal de bailarines y otras chabacanerías que infringen la riqueza, sabiduría y ancestral cosmopolitismo del “quirquincho orureño”.