CIACO una cultura que dejó huellas
Ocurrió hace unos 700 o 1.000 años, ¡10 siglos! El mismo horizonte actual, las mismas montañas de laderas de abigarrados tonos pastel, el mismo paisaje de sobrecogedora belleza que atraviesan los viajeros que van Toro Toro fue el escenario donde vivió una comunidad de la cultura ciaco, cuyos habitantes, muy probablemente, fueron diezmados por alguna enfermedad.
Los restos óseos de 67 personas, una buena parte niños y adolescentes, son testigo del suceso. Fueron hallados en un solo sitio, los objetos, las ofrendas, algunas de oro, con que fueron sepultados evidencian que pertenecían a estratos sociales diversos. La fina manufactura de las piezas de cerámica y de piedra, encontradas en el mismo lugar, dan idea del relativo desarrollo que alcanzó esa comunidad precolombina, preincaica.
El hallazgo data de hace un año, cuando “se estaban iniciando las excavaciones y comenzaron a aparecer piezas arqueológicas, entonces lo supervisores de campo paralizaron las obras camineras en el sector y se hizo un salto en los trabajos”, señala Anaí Segovia, ingeniera ambiental de apoyo de la empresa Connal, supervisora de los trabajos de ensanchamiento de la carretera que va desde el kilómetro 25 de la vía antigua Cochabamba-Santa Cruz, hasta el río Caine, en el límite con Potosí. Es el camino que lleva a Toro Toro.
Los trabajos constructivos que realiza Calco, la empresa mexicana de obras públicas contratista de la vía, fueron precedidos por un estudio de diagnóstico realizado por dos arqueólogos que identificaron 22 sitios sensibles que iban a ser afectados por las excavaciones y cortes necesarios para las nuevas variantes.
“Son cortes bastante largos por el diseño mismo de la obra tiene que haber pendientes suaves, es decir, con un desnivel máximo de ocho metros cada 100 metros”, explica Ramiro Soliz, ingeniero civil y fiscal ambiental de la empresa fiscalizadora de la obra.
Los 22 sitios, ubicados en varios lugares del tramo caminero –cuatro en el municipio de Tarata y el resto en el de Anzaldo- fueron intervenidos por los arqueólogos de Calco, que realizaron las excavaciones necesarias para recuperar los restos humanos y de cerámica. En algunos casos piezas completas de alfarería y de piedra.
EL SITIO Nº 15
“Este es el sitio estrella de los hallazgos arqueológicos”, dice la ingeniera Segovia, mostrándonos el lugar por donde debía pasar el camino –debía, pues el eje de la vía fue modificado- ubicado en algún lugar de la provincia Anzaldo que este reportaje no lo precisa, a propósito, para preservarlos de los saqueadores.
El sitio Nº 15 es donde se hallaron la mayor parte de las piezas enteras de piedra y de cerámica, y los restos óseos de 67 personas. Pero este lugar no estaba identificado en el diagnóstico previo a las obras. Su hallazgo fue fortuito. Buena fortuna que hizo posible el descubrimiento de un yacimiento arqueológico “de valor científico incalculable y fundamental para estudiar la dinámica de las culturas precolombinas, el comercio entre los valles y otras regiones”, señala Roger Cossío, arqueólogo principal de Connal.
“El rescate demandó un trabajo de tres meses: dos meses de excavaciones realizadas con muchísimo cuidado, muy meticulosas, y luego un mes de análisis de material, un trabajo de ocho horas diarias de lunes a viernes y sábado hasta medio día”, indica Anaí Segovia.
Una veintena de personas participó de esas labores: los cuatro arqueólogos de Connal –dos principales y dos de apoyo- y el resto, habitantes de las comunidades vecinas que fueron contratados por la empresa y capacitados por los arqueólogos.
Los resultados de esas labores están contenidos en 77 cajas de cartón: 67 que fueron entregadas a las autoridades de la Alcaldía de Anzaldo y 10 a las de Tarata, de acuerdo a dónde fueron hallados.
CULTURA CIACO
La cultura ciaco no existía hasta que Ricardo Céspedes, actual director del Museo de Historia Natural Alcide d’Orbigni la identificó hace 36 años .
“El año 1982 se estaban confundiendo varios tipos de cerámica que se encontraron en el valle de Cochabamba y que estaban relacionadas con la ocupación Inca. Se las denominaba, a todas, cerámica Inca”, dice Céspedes. Él estudió muchas piezas encontradas en Arani, Colpa Ciaco y otros lugares e identificó rasgos comunes que las diferenciaban. “La cerámica ciaco es muy fina, extremadamente fina", precisa Céspedes.
Múltiples hallazgos de cerámicas de este tipo demuestran que los ciaco estuvieron asentados en varios lugares, desde Ayopaya hasta Incachaca y, por supuesto, las vecindades del río Caine.