El cementerio de trenes, un espacio cultural escondido
Lo han llamado cementerio de trenes, el galpón, el lugar del pasado y demás, pero lo que esconde es más que un simple nombre. Es un espacio donde descansan las máquinas locomotoras, el medio de transporte de antaño de Cochabamba.
Reposan desde hace varias décadas dentro de un galpón que tiene más de 500 metros de largo y 10 metros de alto. Está en un lugar “escondido” para algunos y no para otros. Es atracción para los artistas visuales por su locación.
Está ubicado en la urbanización Ferroviaria, detrás de una escuela de tenis, a 50 pasos al sur de la avenida 6 de Agosto e Independencia. Todos los días, excepto el lunes, el buscarril solía pasar por ahí hasta que en noviembre de 2017 desmantelaron las rieles por la primera fase del transporte moderno, el tren metropolitano. Estos ambientes están bajo la tutela de Empresa Nacional de Ferrocarriles (ENFE) y de Mi Tren.
“Sección-máquinas herramientas” está pintado sobre la entrada y un candado impide el libre ingreso a este lugar. Sin embargo, quienes lo han hecho cuentan que han vivido una experiencia de antaño. En su interior hay mesas de madera, fierros, pernos, un escenario donde más 40 mecánicos trabajaron. El polvo cubre casi todo el espacio.
Hay huellas por doquier. Algunas son de personas y otras de animales, cada una cuenta alguna historia en particular. Hay plumas de palomas, excrementos de roedores y un sinfín de detalles más que lo convierten en atracción visual para fotógrafos y videógrafos que prefieren una locación “vintage”.
El artista Hernán Calderón, quien ha fotografiado lugares abandonados de Europa y algunos de Bolivia, afirma que no hay imagen más buena y perfecta que una de estos ambientes. “El desorden que presenta no es desorden, sino otro tipo de orden y el tiempo se encargó de ponerlo en la perfección y eso lo hace más atractivo aún”.
Dicen que una de estas locomotoras, de 1940 y 1970, está en alguna fotografía de Rodolfo Torrico (artista cochabambino, sobrino de Adela Zamudio). Probablemente una de esas máquinas esté en una imagen colgada en algún museo o en la sala de alguien, luciendo en su máximo esplendor.
Una de las primeras producciones videográficas en utilizar esta locación fue en 2006 para un clip de una banda de rock cochabambina, Área 51, donde la cantante Helen Fuentes debutó con sus músicos en esos ambientes con un arreglo de “Tiempo al tiempo” de los Kjarkas. Otra fue en 2015 con un videoclip del grupo de cumbia popular Histeria con la canción “No quiero perderte”. Una de las últimas en utilizarlo fue en agosto del año pasado por el grupo de rock Frontline.
En enero de 2015, en el salón Mario Unzueta, se expusieron fotografías de estos ambientes. La entonces secretaria de cultura de la Alcaldía, Ninoska Lazarte, dijo (en el discurso de apertura de la muestra de Rolier Cabrera) que se recuperaría estos ambientes para realizar un museo.
Según un exfuncionario de ENFE que quiso mantener su nombre en reserva, un tesista realizó un proyecto que tenía la finalidad de convertir esos ambientes en un museo, el mismo fue entregado a la Gobernación de Cochabamba. Sin embargo, a la fecha no se volvió a hablar de ello.
Cuando Los Tiempos visitó las instalaciones, resguardadas por trabajadores de Mi Tren, una funcionaria explicó que se está gestionando para recuperar ese espacio, pero aún no hay ningún documento físico que detalle el proyecto.
Lo que sí se sabe es que el exjefe de estación, José Aguilar, prepara un libro que narra las historias de la Estación de Trenes y el servicio de las locomotoras por más de 70 años de recorrido, un material documental que se basa en sus experiencias y también en investigaciones de un experiodista de un medio de comunicación escrito de Cochabamba.
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