Hubo de todo ayer en la feria bimensual del intercambio
Desde botas de esquiar hasta sonrisas, pasando por libros de literatura, sociología, historia y otras disciplinas, revistas de análisis político, películas en DVD, juguetes, ropa para todas las edades, mochilas, bolsos y un sinnúmero de otros objetos de uso y utilidad cotidianas se intercambiaron en la feria “El Q’epi del trueque”, realizada ayer desde media tarde en la plazuela Germán Busch de la ciudad.
“Hace cinco años que realizamos estas ferias cada dos meses”, explica Consuelo, una de las organizadoras de este evento que pretende “recuperar la sabiduría ancestral y evitar el juego monetario”. Y su idea parece interesar a una multitud de gente a juzgar por el número de personas que se registraron para ofrecer sus propuestas e instalaron en torno a la fuente y en todos los pasillos de la plazuela. Y los muchísimos visitantes que acudieron al lugar hasta pasadas las 19 horas.
“Trueque de sonrisas”, decía un cartelito escrito sobre cartulina blanca y pegado a una reja, a la altura del rostro de un simpática joven de grande ojos claros, quien, al cruzar la mirada con el curioso que se acerca, se iluminan al instante con una amplia sonrisa. Imposible no corresponderle y cumplir así con la segunda parte de lo indicado en el letrero, “por otra sonrisa”.
LO IMPORTANTE ES EL VALOR DE USO
Aquí se evita hablar en términos de precio y se pide a la gente priorizar la necesidad que tiene de los objetos y no abolir el afán de poseerlos por la simple posesión.
Están proscritos del lugar el alcohol las sustancias controladas (drogas) las armas y los animales (con fines de intercambio).
Los objetos propuestos para el trueque deben estar limpios, ser útiles de manera inequívoca y estar aptos para su empleo.