Es iraní, vive en Canadá y hace su 1er largometraje en Bolivia
El escritor, productor y cineasta de 34 años Bahman Tavoosi nació en Irán y proviene de una familia mitad kurda y mitad azerí.
Bahman empezó con el periodismo y con un gran interés en la literatura, pero debido a algunos eventos y experiencias que marcaron su infancia, gradualmente encontró interés en el cine. Luego de realizar un par de cortometrajes en su ciudad natal, emigró a Canadá y, algunos años más tarde, comenzó a trabajar en la industria cinematográfica canadiense y estadounidense.
En 2014 pisó suelo boliviano por primera vez y con él trajo un proyecto cinematográfico al que bautizó “Los nombres de las flores”, su primer largometraje de ficción rodado en La Paz y cuyo trasfondo es la historia de Julia Cortés, la mujer que le sirvió la última cena al guerrillero Che Guevara.
Paralelamente a este importante proyecto, Tavoosi realiza presentaciones de su primer filme “A Dress Rehearsal for an Execution” y a su vez dicta talleres cinematográficos en distintas universidades y escuelas de cine en Bolivia.
Doble Click se contactó con el cineasta, antes de que dejara el país, para indagar un poco más acerca de su pasión: el cine.
-¿Qué género de películas te gusta hacer?, ¿podrías contarnos un poco acerca de tus filmes?
-No estoy seguro de qué tipo de películas quiero hacer. Todo sucede al instante, quiero decir que no sé si hay un cierto “tipo” de película que tiendo a hacer. Tus intereses, tus pensamientos pueden cambiar a lo largo del tiempo y descubres que tus impresiones anteriores son menos confiables. Por otro lado, conocemos la frase clásica de que todos hacemos una película, pintamos una pintura, escribimos una novela en toda nuestra carrera, pero eso también tiene su propio proceso. No sólo estoy consciente de que este largometraje podría marcar toda mi carrera, sino también, entiendo que estoy interesado en desarrollar una forma de discurso cinematográfico para mí mismo, pero que en sí mismo aún no es demasiado sólido para comunicarme con ustedes.
-¿Piensas en el público cuando realizas tus películas?
-La audiencia está incluida en el discurso del cine. Separar el espectador y el cine es un error teórico en cierta forma. El cine ha llegado hasta aquí debido al espectador y al público. La presencia del público, pensar en la audiencia, es increíblemente útil para el proceso de trabajo y a menudo yo también lo pienso. No sólo la audiencia en un sentido general, sino también la audiencia en diferentes países, culturas, etc. Todo eso ayuda a la creación más equilibrada de arte.
-Sé que viajaste mucho, ¿cómo resumirías tu relación en el cine con el mundo de los viajes?
-De hecho, personalmente no me gusta viajar mucho. Quiero decir, me encanta viajar cuando hay una misión, trabajo, taller o algo así. Viajar por el placer de viajar, nunca me pareció atractivo ni demasiado educativo. Creo que uno aprende mucho más leyendo u observando en lugar de viajar. Sin embargo, lo que puedo comentar aquí, es que gradualmente descubrí sin importar en qué parte del mundo estoy, que el cine tiene su propio país, idioma, gramática, cultura, etc. y nosotros, nuevamente sin importar de dónde seamos, somos igualmente extranjeros en el país del cine. Así que este estado de ser extranjeros en un reino, me ayudó a conectar más fácilmente y de mejor manera con muchos amigos en todo el mundo que están haciendo cine. Quiero decir que todos nos volvemos amigos y colegas cercanos por el estado común de ser extranjeros en el cine.
-¿Alguna ciudad que te haya cautivado especialmente?
-Ciertamente, cada ciudad tiene su propio carácter, desde Teherán a Montreal y La Paz. Tienes la oportunidad de aprender cosas diferentes en cada ciudad. Es como la novela “Ciudades invisibles”, de Italo Calvino, cuando un explorador es contratado por Kublai Khan, el emperador de Mongolia, para ir a visitar diferentes ciudades del mundo y le da su informe. A través de los informes del explorador, aprendemos que cada ciudad tiene su propia marca e identidad irreemplazables.
-¿Qué sensación tienes después de acabar el rodaje de “Los nombres de las flores” ?, ¿estás satisfecho con el resultado?
-Bueno, acabamos de terminar la filmación de la película después de unos años de trabajo. El primer intento en 2014, el segundo en 2016, el tercero en 2017 y el último en 2018. Por lo tanto, como podrán ver, fue todo un viaje. Siempre hay un nivel de satisfacción cuando terminan las dificultades, pero el resultado final depende en gran medida del proceso de montaje y posproducción. Entonces, para mí, es un poco pronto para hablar sobre el concepto de satisfacción. Sin embargo, puedo decir que estoy feliz por el resultado de la filmación.
-¿Cómo es que se te ocurre llevar a la pantalla esta historia que relaciona el amor, el drama y al Che Guevara?
-Crecí en Irán, un país con figuras mitológicas y políticas de miles de años. Desde que viví en Irán, siempre me interesaron los llamados “personajes de segunda mano” cuya identidad siempre está ensombrecida por figuras más grandes.
En mi primer cortometraje en Irán llamado “The Darkroom”, se suponía que un viejo indigente moriría en las calles de Teherán. Después de algunas sesiones de exploración, estaba seguro de que este hombre tenía que morir debajo de la estatua de Hor en el centro de Teherán. La estatua es la representación de una fatal batalla entre un héroe mitológico y un dragón adaptado del Libro de Reyes Persa. Para mí, en ese momento, el indigente era un personaje de segunda mano que estaba destinado a morir debajo de esa estatua mitológica.
La tendencia de trabajar con personajes de segunda mano continuó en mí y, una vez que salí de Irán, planeé un trabajo episódico basado en personajes de segunda mano que tendría lugar en Brasil, Rusia y Bolivia. Esta vez apunté a personajes de segunda mano en un sentido internacional. Entre los tres episodios, debido a problemas de producción, tuve que elegir uno y elegí Bolivia casi sin vacilación.
Lo que me fascinó del episodio boliviano fue la forma en que los narradores del Che Guevara fueron ensombrecidos por el nombre y la narración del Che Guevara durante casi cinco décadas. Entonces, decidí dedicarle más tiempo y venir a Bolivia un par de veces para investigar.
La película se centra en la historia de una de estas “narradoras del Che Guevara” llamada Julia, quien asegura que preparó una sopa para el Che y, a cambio, él recitó un poema para ella. La historia tiene una connotación de romance y política, entre otros conceptos, y esta misma mezcla de historias fue lo que me pareció muy atractivo. Quiero decir, entre tantos narradores diferentes de Che Guevara, estaba casi seguro desde el principio que me gustaría centrarme en la historia de Julia.
-No digo que con “Los nombres de las flores” hayas querido hacer una película con un mensaje, pero ¿qué quieres decir con esta historia?
-Siempre me opuse al término mensaje en forma de arte. Lo he dicho algunas veces, irónicamente, que si una película tuviera un mensaje no tendríamos suficientes razones para hacerlo. Podemos dar un mensaje mediante un correo electrónico o un mensaje de texto. Sin embargo, quiero decir que una película puede tener un momento de “reconocimiento”. Momento de “reconocimiento” es cuando la audiencia logra reconocer un concepto a través del contexto de tiempo y espacio que la película construye en un corto período de tiempo de digamos 90 o 120 minutos. Reconocemos el tiempo y el espacio en una película y reconocemos al personaje dentro del tiempo y el espacio, que es algo muy poderoso que una película puede hacer.
Con esta película, me gustaría ver qué es lo que el público va a reconocer, a través de los sonidos y las imágenes. Esto es importante para mí. Personalmente, como mencioné anteriormente, sentí interés por algunos lugares, personajes y situaciones y los reuní en un mismo lugar, pero depende totalmente de la audiencia ver lo que la película les dice. Es un cliché, pero es verdad, que puede haber tantas interpretaciones para una película como el número de espectadores de la misma.
-De todas las producciones cinematográficas que has realizado, ¿cuáles son las que tiene más cercanas a tu corazón?
-Hasta ahora, todo en lo que he estado trabajando ha sido muy personal.
Mi última película fue dedicada a mi hermano, porque en el proceso de montaje de este filme me enteré de que falleció y uno puede sentir claramente su muerte en la película. Entonces, esta película es parte de mi vida personal y es muy importante para mí. También, esta película, por muchas razones, es muy personal, está muy cerca de mí, pero si tuviera que elegir una entre estas dos, diría que la última está más cerca de mi corazón.
SOBRE “LOS NOMBRES DE LAS FLORES”
Se trata de una coproducción canadiense, americana y boliviana, un filme de ficción que relata la historia sobre la mujer que le dio el último plato de comida al Che Guevara. De hecho, hoy por hoy, esta mujer se ha convertido en una especie de atracción turística en la población de Valle Grande (Santa Cruz), donde todo aconteció.
Para el desarrollo de la película, se eligieron locaciones en las afueras de la ciudad de La Paz. Todo el proceso desde la concepción de la idea de realizar “Los nombres de las flores” hasta la filmación de la misma, duró más de dos años.
Cabe destacar que entre los actores bolivianos que participan en la película (entre actores naturales y actores profesionales) están: Jorge Hidalgo, quien encarnó a Simón Bolívar en la película “Juana Azurduy”; Wilson Tapia, quien también cuenta con una vasta experiencia en el cine y el teatro, y José Luis Garibaldi, quien, a pesar de sus capacidades especiales, tiene una trayectoria olímpica a nivel internacional y encarna a un personaje importante dentro de la película.