“Melo” Tomsich: “Mi ser de la danza todavía baila”
El ser de la danza que vive en Carmen “Melo” Tomsich se refleja en la compañía que lleva su nombre y hoy cumple cuatro décadas.
Melo, considerada como la pionera de la danza contemporánea en Bolivia, afirma que esta escuela nació ante la carencia de espacios de esta arte y para la enseñanza de que éste es más que movimientos repetitivos, sino es creatividad constante de ritmo, movimiento, espacio y tiempo.
En octubre de 1978, la casa de la familia Tomsich, ubicada en la calle Junín, se convirtió en la escuela y funcionó ahí durante 20 años y después en una vivienda de la avenida Libertador Bolívar casi Teófilo Vargas. Ha formado a centenares de artistas en Bolivia. “Más allá de la técnica, de la danza, siempre hemos enseñado valores que un artista tiene que tener”.
La difícil definición de la danza contemporánea es resumida por “Melo” en tres elementos importantes: Lenguaje que sale del interior, un ser que cuando aflora es el que se refleja y llega al espectador. La creatividad, que es indispensable para no caer en la monotonía ni en la repetición de recursos. Y la energía, que acompaña al tiempo y a las dinámicas.
“Mi ser de la danza todavía baila, tal vez ya no se refleja en mi cuerpo, pero sí en mis alumnos”, dice la artista nacida en junio de 1948.
Y es que ver a la maestra bailar era alucinante -recuerda Liliana Navarro, quien ejerce la dirección de la compañía desde enero de 2017- porque cautivaba a su público con sus movimientos naturales.
La última vez que estuvo en escena fue en 1991 con la obra “Lo profundo”. Tomsich interpretó al terrorista Sadam Husein, un personaje al que agregó varias extremidades. “La danza es para ser feliz, es para ser mejor persona, pero ese día, hacer de ese Sadam, me dejó un sabor amargo durante unos meses”.
Ese mismo año se llevó a cabo el primer Festival Nacional de Danza Contemporánea, con el impulso de Tomsich y financiado por unos recursos que la compañía obtuvo. El evento se lleva a cabo hasta la fecha, hace unas semanas se realizó la séptima versión internacional.
Es de quienes considera que el arte es para sanar, para curar el alma, ser feliz, una concepción que la consolidó en más de medio siglo de dedicarse a ello.
“Melo” es hija de una pintora y bailarina. Recuerda que sus primeros pasos oficialmente como bailarina fue a los 10 años con la danza clásica. Lila Arzabe de Irigoyen fue su profesora. A los 12 realizó tuvo su primera presentación en el teatro José María Achá, en ese entonces interpretaron “Charlestón” acompañadas por la orquesta de Don José. Esta es un danza en compás de cuatro tiempos, alternando brazos y piernas, que estaba de moda desde los años 30. Se enamoró de los aplausos y desde entonces continuó y se entregó por completo a la danza.
Después de varios años de formación en otros países e investigación profunda de esta arte enseñó en algunas escuelas de danza, pero ya en 1978 consolida la idea de abrir su propia escuela.
La danza de Tomsich se refleja en la investigación “El fuego de la pasión incendiando la danza”de la escritora ecuatoriana, directora de baile de varias compañías de baile, Patricia Aulestia, quien publicó en marzo del año pasado en México el legado de la boliviana.
Tomsich ha creado más de 100 obras, pero dice que las dos últimas rompieron los esquemas y es de sus favoritos: “Los Planetas” y “Del imaginario”.
Esta última que fue presentada en el Festival Internacional de Danza Contemporánea, será exhibida en noviembre en el teatro José María de Achá.
"La combinación del lenguaje, creatividad y energía es la danza contemporánea. Es dejar libre al ser interno para que cautive al espectador". “Melo” Tomsich. Bailarina y directora de danza contemporánea
