“De la órbita final” desde “El recurso del fuego”
Camilo Kunstek Salinas
Comunicador
Dos son los desafíos más grandes a la hora de hablar de arte, sobre todo de poesía, la certeza temporal dibujada y desdibujada en la memoria de una mirada desde el punto de inicio hasta el presente, como regalo estético, y otro el sujeto, el autor, el poeta de poetas, el maestro de la vida. Hablar de la poesía de Eduardo Kunstek Montaño, me transporta a mirar desde el primer poemario “El recurso del fuego” y gozar con el ritmo y la voz grave de la lectura de poemas hasta el presente “De la orbita final”, casi 30 años de búsqueda ética y estética de vida, hechos poesía en una síntesis de andares que construyen el circuito creativo de mi maestro de la vida.
Poeta boliviano nacido en Oruro en 1952. Signado por la inmensidad del altiplano boliviano, peregrina por azarosos acontecimientos poéticos apostando por la palabra escrita. Su testimonio como una realidad compleja por su circunstancial periplo por los pisos ecológicos de Bolivia. La puna inmensa, valles, selvas y llanuras que invitan al asombro donde el individuo recoge en condición de trashumante los fragmentos del derrotero entretejidos con la otredad y un yo siempre interrogante. Tiene publicado “El recurso del fuego” 1989, “La vindicación de la cigarra” 1990 y “Cántaro y luna” 1992.
“De la órbita final” poemario será presentado en Cochabamba por Antonio Terán, quien junto a Kunstek es miembro de los “15 poetas de Bolivia”. La presentación será en el Centro Simon I. Patiño el 14 de noviembre. La obra es una compilación de poemas logrados entre el 2016–2018. Eduardo Kunstek hace referencia al circuito donde fluyen los valores, las supersticiones que lo persiguen desde la infancia. Un río imaginario de íntimas aguas que sólo la poesía reconoce y donde nada está perdido. Vértigo y recurrencia frente al complejo tejido de una realidad barroca que inaugura el vivir, lo extraordinario como cotidiano.
En el prólogo Kunstek hace referencia a esos aglomerados de cristales llamadas geodas y su sorprendente formación, analógicamente escribe: “En las oquedades íntimas resultantes del decurso de los años el lenguaje que las circula ha ido arrastrando imágenes cuya materia se remonta al principio de la palabra magnificando un exceso construido en un poema. Este libro es un conglomerado resultante del decurso del lenguaje; memorias y olvidos que dieron forma a este imaginario íntimo”.
Geoda que acusa un paralelismo con La portada del templo de San Lorenzo de Carangas atribuida al maestro Luis Niño donde la perplejidad hacia lo inescrutable desborda en un sincretismo de inexplicable armonía, acontecimiento poético que Lezama Lima identificó como un hito de la expresión americana.
La naturaleza, los senderos, las horas muertas de los días se agolpan cobrándose una vitalidad surrealista en el orden abigarrado de la sociedad depositaria del lenguaje que nutren las imágenes que el poemario regala.
Como resalta Mirella Suarez Urquidi, “Eduardo Kunstek, hace fluir con sencillez la poesía, desde su interioridad elevada y sensible hasta esa exterioridad abigarrada y ansiosa que formamos nosotros, los lectores. Observador agudo y meditativo, Kunstek escribe poemas luminosos, honestos y, a menudo, sorprendentes, como preciosos cristales formados por el agua de los días en las cavidades de la roca persistente del lenguaje”.
MUSA
Tan ligero mi sueño que al despertar
percibo tu real figura paseante entre peonias encarnadas
cada paso tuyo abre un sendero más hacia la fuente de aguas perennes oculta entre los lirios
ya en mi vigilia recorro tu periplo
lejos los sueños relegados a la oscuridad
de sombras ilegibles como cristales
marchitos por la escoria de los vascongados
sanguinarios azogueros en las faldas
de la rica cumbre, alturas saturadas de azufre
mi despertar en filigranas de argento
lejos del cielo el jardín de las frutas
emergentes del aroma de San Benito
de los rosales y de ti abriendo caminos.