Autoridades de cultura no son identificadas como gestoras
¿A qué autoridad identifica como gestora cultural?, es la pregunta que Lecturas&Arte hizo en Los Tiempos digital. A la misma más de la mitad respondió “ninguna”. La interrogante, con cuatro opciones de respuesta, incluyó a las autoridades locales y nacionales que tienen incidencia en el quehacer artístico y cultural de Cochabamba, desde la ministra de Culturas, Wilma Alanoca, pasando por el director de Culturas de la Gobernación, Uvaldo Romero, y la secretaria de Cultura de la Alcaldía, Roxana Neri, siendo la cuarta alternativa “ninguna de las anteriores”.
De 549 votos, la opción ganadora es precisamente la cuarta con el 52,8 % (290), en segundo lugar se impuso Uvaldo Romero, quien estaba en último lugar en los primeros días del sondeo, en el tercero se sitúa Roxana Neri y al final quedó Wilma Alanoca.
La intención era hacer una evaluación no sólo de la imagen de estas autoridades, sino de las repercusiones de su trabajo, ya que la gestión cultural es una de las principales (porque también son autoridades de turismo en algunos casos), sino la principal función dentro de las funciones que cumplen.
Para ampliar y desmenuzar mejor este resultado se consultó con artistas y gestores del medio, como Ros Amils de la Librería La Libre, quien opina que no hay que tener dotes especiales para gestar cultura, sólo una dosis de paciencia y algo de cariño por la creación cultural.
“Gestoras culturales en Bolivia hay muchas y muchos, pero no ocupan cargos principales del rubro. La razón principal es que piensan (en las instituciones públicas) que cualquiera puede estar en ese sillón, ya que en realidad la cultura debe servir para hacer propaganda, dar trabajos a amigos o calentar el asiento hasta que pase. Es decir, no hay que inventar realmente la cultura, porque al final todo es cultura y ¿a quién le importa? . Además, es una buena forma de mantener contentos a unos pocos amigos con un pedazo del presupuesto. Y sobre todo, no generamos ni expectativas ni capacidad crítica, sino que repetimos una y otra vez la misma fórmula que sabemos funciona. Y repetir fórmulas lo puede hacer cualquier mono de feria”, dice Amils.
Para la gestora y coordinadora de cultura de la Universidad Privada Boliviana (UPB), Sofía Orihuela, el resultado de este sondeo está relacionado con que lamentablemente existen grandes falencias en el trabajo de estas autoridades.
“Un gestor es un mediador, un articulador con capacidad de generar lazos de trabajo en diferentes sectores y no sólo se trata de ejecutar presupuestos, sino también de escuchar y poder tener apertura con diferentes sectores, generar proyectos a favor del arte y la cultura y no sólo tener una cultura del espectáculo”.
Para la artista Diego Aramburo, el resultado del sondeo tiene que ver con que no se entiende el trabajo que hacen estas autoridades, porque cuando mejores intenciones tienen trabajan como organizadores de eventos y no como gestores culturales.
“La gestión cultural en ese nivel tiene que ver con establecer políticas culturales, lo que quiere decir que se debe hacer una proyección de cuál es la cultura que se quiere tener mañana en el país. Se debe entender qué es la cultura boliviana a través de una Ley de Culturas y que se entienda que la cultura es un espacio de proyección y generación de pensamiento, por lo tanto ciencia y arte y no sólo reproducción y consumo de lo que se viene haciendo”, comentó.
Por su parte, Marco Marín, quien trabajó en la Secretaría de Cultura de la Alcaldía en gestiones pasadas, dice que la elección de las autoridades para la encuesta realizada por Los Tiempos es la indicada para visualizar la mediación política de la cultura del municipio de Cochabamba.
“El transparente avance de los resultados de si estas autoridades, vinculadas directamente con la gestión de las expresiones culturales y el patrimonio de la ciudad, cumplen con el rol de ser gestores culturales se evidencia. Ninguna de las tres autoridades es advertida dentro del rol. Para fundamentar la respuesta, habría que definir ¿qué se entiende por ser gestor cultural? Y ¿si las autoridades políticas de las jurisdicciones culturales debieran cumplir con este rol?”
Continuó: “Sin embargo, más allá de justificar o no la cualidad de su servicio público, son dos elementos que, constreñidos, impiden a cualquier persona asumir un rol en un campo que todavía está en proceso de definición (la gestión cultural). El primero, es que su nombramiento responde a la voluntad política de la Máxima Autoridad Ejecutiva (presidente, gobernador o alcalde) y el perfil requerido que se traza en los manuales de funciones para estos cargos son laxos o inexistentes (...) El segundo elemento, es que al carecer de institucionalidad cultural (salvo una normativa eminentemente declarativa y sin capacidad de resguardar los lineamientos de gestión de los eslabones de la cadena de valor de las expresiones artísticas) su gestión responde a dar continuidad a una maquinaria instituida que ni siquiera comprende cuáles serían los límites de lo cultural”, dijo.
RECURSOS
El trabajo heredado
Marco Marín trabajó en gestiones pasadas en la Casa de la Cultura de Cochabamba y su visión se completa ahora que sigue del lado de la cultura, pero desde un espacio independiente y privado.
“Sin leyes orientadoras, sin institucionalidad mínima, sin participación ciudadana, sin observatorios culturales, sin planes, programas o estrategias coherentes, la función de las autoridades se restringe a administrar lo poco heredado (resguardado por la efímera legislación eficaz: Conservatorio, museos, concursos, actividades patronales...) y hacer dibujo libre del magro presupuesto que les es asignado. Salvo el presupuesto municipal que, -aún desconociendo el actual- es mayor al 1% del presupuesto general de la Alcaldía, permitiría una distribución equitativa y eficaz de los recursos para dinamizar culturalmente la ciudad de Cochabamba”, afirma.