Gonzalo Lema: “Para mí escribir no es un parto, sino es como oxígeno para la cabeza y el alma”
El escritor Gonzalo Lema, ganador del premio LH’Confidencial en Barcelona con “Que te vaya como mereces”, presentará el próximo jueves un libro que incluye una novela corta titulada “Los muertos más puros” y varios cuentos que llevan el título de uno de ellos, “Mariposas amarillas”.
La nueva obra de Lema, que será comentada por el escritor Antonio Terán, se publicará por el Grupo Editorial Kipus.
En una entrevista con Lema, uno de los autores bolivianos más destacados, confiesa que contar historias y leerlas no es para él un vicio, sino parte de su naturaleza. Son actos vitales, como respirar. Para conocer más detalles de su nueva obra , cuándo la hizo y cómo, tuvimos una conversación con él que reproducimos a continuación.
—Me llaman la atención los títulos de tu novela y tus cuentos. ¿Me podrías explicar cómo produjiste este libro si hace poco ganaste un premio con una novela policiaca? ¿En qué momento lo hiciste?
—Los títulos explican el libro o comienzan a explicarlo. De todas formas, el libro arranca en el título. Es una síntesis apretadísima que luego, conforme se avanza en la lectura, se despliega a plenitud. He tenido cuidado al titular mis libros, lo he hecho con esa convicción. Alguna vez me ha sucedido que he demorado hasta tres años buscando el título exacto. Mientras tanto los he ido cambiando, comentándolos con quienes acompañan mi trabajo, desechando, avanzando con un concepto, una palabra, hasta por fin dar con el título ideal.
En enero del año 2017 gané el premio LH’Confidencial en Barcelona, novela negra, con “Que te vaya como mereces”. Por supuesto que esa novela la escribí antes, durante los años 2015-2016. “Los muertos más puros” comencé a escribirla el año 2014, mientras esperaba el resultado del Premio Internacional de novela Kipus. Luego la revisé hasta la saturación. En ese trabajo participaron atentos lectores. “Mariposas amarillas”, mis cuentos, los comencé a escribir el año 2015, uno a uno, pero, pese a que son sólo un puñado, recién terminé de escribirlos el año 2018. En la novela tuve el título sin complicaciones, pero en los cuentos busqué y rebusqué hasta decidirme. Por eso publico el libro: “Los muertos más puros/Mariposas amarillas”, novela y cuentos. Está bien cocido, listo para el lector
—¿De qué trata “Los muertos más puros”? ¿Por qué el título?
— La novela está ambientada en Entre Ríos, provincia O’Connor, Tarija, umbral del Chaco boliviano y Boreal que se quedó en el Paraguay. Es el año 1942, siete después de que terminara la guerra, y mis personajes son veteranos, excombatientes, de 25 años de edad, más o menos. Están hechos trizas debido a semejante experiencia, inimaginable, colindante con la muerte, y sin embargo deben volver a trabajar, a amar y desarrollar su vida. Pero en su ser anida el arrepentimiento de ciertas acciones durante la guerra, sentimientos de rencor, de envidia, que los doblegan y frustran. La novela acompaña un episodio largo de sus vidas, siempre con el fondo de la guerra, hasta que por fin se resuelve. Esto me da pie para afirmar que nunca les hemos prestado la debida atención a nuestros abuelos soldados, y ahora están muertos. La he escrito pensando en ellos, cuando eran jóvenes y se sentían derrotados en la trinchera y en su propio país. Siento mucha pena por todo lo que llamamos “guerra del Chaco”.
—¿Es un homenaje a los excombatientes?
— Sí, es un homenaje a esos hombres que pelearon por la patria. Pienso que mi sentimiento es común entre nosotros, los bolivianos. Muchas veces, ante ciertas dificultades, me ha servido recordar pasajes de esos tres años de guerra, para comprender que lo mío era sencillamente nada. Absolutamente nada. Esos hombres lucharon sin agua, sin comida, sin conducción militar ni civil. Ni siquiera se les dijo cuál era el fin de la guerra: ¿el Chaco Boreal?, ¿aalir al Atlántico? Pues siempre se peleó más cerca al río Pilcomayo que al río Paraguay. Pienso en ellos y, sin proponérmelo, gran parte de mi narrativa está impregnada de su recuerdo. Ese hecho me alegra. Diría que me constituye. En este libro, sin embargo, tuve una voluntad manifiesta, por supuesto.
—¿Y los cuentos que llevan el título de “Mariposas amarillas” tienen algo en común o sólo los une el tiempo en que fueron escritos?
—Los cuentos están ambientados en Entre Ríos, giran alrededor de la misma época y cargan esos recuerdos impregnados de amarguras. Lo que sucede es que la vida continúa y hasta se debe fingir solidez para salir adelante. Surgen temas nuevos de interés pequeño, hasta a menudo, estrictamente personales. Yo les presto atención: el amor tan difícil de aplacar entre una maestra y su alumno; la nostalgia indócil e indoblegable por el monte; las cuestiones de honor que se lavan con sangre; las riñas político-partidarias que no tienen sentido al día siguiente; el espionaje contaminado de sabiduría propia de entomólogo; los amores furtivos que bien pueden terminar con una bala entre las cejas.
La novela y los cuentos están envueltos en una misma verbalización, un torrente de palabras que pretende atrapar la exuberancia del monte, las travesuras del cielo, el ambiente cálido y fértil en el que todo es posible. Ambos, novela y cuentos, son una unidad compenetrada, de varias aristas. Arcilla bajo dominio de los dedos. Es un solo libro, en definitiva.
—Me gustaría saber cuál es tu rutina de escritor. ¿Tienes un método o lo dejas a las ganas de hacerlo, a la inspiración? ¿Crees en ella? ¿Armas la historia en tu cabeza y luego llevas al papel?
— Hace ya un tiempo largo que soy lector y escritor cama adentro, pero esta historia comenzó en mi lejana adolescencia y no se ha detenido nunca. Leo y escribo. Escribo y leo. No he pensado nunca en la inspiración, siempre me ha sido suficiente advertir que mis demonios necesitan exorcizarse y escribo. Eso me sucede regularmente. He detonado con una frase, con una imagen o con sencillamente nada. Al mismo tiempo, atiendo la realidad de la mejor manera posible, inclusive escribo artículos durante años enteros. Quiero decir que no vivo, ni he vivido, en la Luna de Valencia. Tengo un grueso cable a tierra. Pero escribo como respiro, cada vez con mayor fluidez. A esa naturalidad se debe que no entienda la escritura como un parto, sino como oxígeno para la cabeza y el corazón.
LOS MUERTOS MÁS PUROS
Fragmento inicial
Aquellos inocentes muertos volvieron a pasar flotando por el río tempestuoso, de venas gruesas y aguas turbias, que cruzaba en absoluto silencio el sueño de primavera en flor y mariposas amarillas de Heriberto Ocampo. Él se aterrorizó del alma al verlos tan nítidos como el día en que los acribillaron a balazos de fusil y los echaron a las aguas por orden del mayor Modesto Apaza. Iban con los cuerpos rotos, y los ojos absortos, mirando sin ver el cielo limpio de nubes de esa miserable mañana infausta, encomendados a sus dioses de monte seco, arenoso, y de arbustos retorcidos, espinosos, de árboles barrigones, lúgubres, y de altos y estáticos cactus suspendidos en un tiempo sin edad, paralizados desde el origen. La tropa entera los vio irse en el cauce teñido de su poca sangre y de inmediato buscó refugio, a la sombra anémica de los palos de la empalizada del fortín, para rumiar en solitario el dolor de la masacre.