Aprende a prevenir y evitar el estreñimiento del viajero
BBC MUNDO
Cuando planeamos un viaje muchos nos aseguramos de empacar alcohol en gel y agua mineral y evitamos a toda costa beber el agua de la canilla del lugar al que vamos.
Algunos incluso se rehúsan a aceptar hielo, por si también está hecho con agua del grifo.
Todo esto lo hacemos para evitar uno de los principales males de viajar: la diarrea. Sin embargo, son pocos los que toman medidas para evitar otro malestar digestivo que es la cara opuesta de este problema y que también suele afectar a quien está lejos de su casa: la constipación.
Si tú mismo sufriste este problema en carne propia durante un viaje no estás solo.
Una encuesta realizada a más de mil estadounidenses por la empresa de investigación de mercados Allium Research and Analytics reveló que el 48% había sufrido de estreñimiento durante un viaje.
Las causas
Parte del motivo por el cual pocos tomamos medidas preventivas es que desconocemos el origen del problema. Por ejemplo, ¿sabías que tu intestino es un animal de costumbre?
Nuestras tripas suelen acostumbrarse a cierta rutina y cuando esa rutina cambia muchas veces no les gusta. Desde el momento en que te levantas más temprano de lo habitual para hacer un viaje, ya estás alterando esa rutina.
Si además en tu trayecto cambias de zonas horarias, ¡eso realmente puede generar un caos en tu interior!
Otro de los problemas de viajar es la falta de movilidad. Ya sea que te transportes en auto, bus o avión, vas a tener que pasar un tiempo quieto.
Eso tampoco cae bien al intestino, que requiere que el cuerpo se mueva para funcionar bien.
Por eso quienes lo tienen peor son los que hacen trayectos largos, de muchas horas y con pocas posibilidades de levantarse a caminar.
Otro problema frecuente es la dificultad que enfrentamos muchos a la hora de “inspirarnos” en un baño que no es el nuestro.
Especialmente si ese baño es público, como ocurre tantas veces cuando estamos de viaje.
La falta de higiene, los espacios pequeños, el mal olor, la presencia de otras personas... todo es un desafío para nuestro animal de costumbre interno.
Pero incluso si llegamos al hotel y este tiene el baño más precioso del mundo, hay quienes ni así pueden desahogarse. El problema se agudiza si viajamos con otras personas y nos avergüenza que puedan oírnos (o peor: ¡olernos!).
Cambios de dieta
A todo esto hay que agregarle, por supuesto, los cambios en la dieta que suelen ocurrir cuando viajamos. Después de todo uno de los grandes placeres de viajar es probar la cocina de otros lados.
Pero aquí, una vez más, entra en juego aquello de la costumbre: mientras que nuestro paladar se deleita con esos platos exóticos, nuestras tripas arman un piquete. Y ni hablar si eso que consumimos es bajo en fibras, el aliado alimenticio de la buena digestión.
Otro pecado es no hidratarse lo suficiente, otro ingrediente clave para evitar el estreñimiento.
Segundo cerebro
¿Alguna vez se te hizo un nudo en el estómago porque estabas llegando tarde a un vuelo o te olvidaste de empacar algo?
Esa sensación no es casual. Aunque muchos no lo saben, nuestro intestino contiene millones de neuronas, por eso los expertos lo llaman “el segundo cerebro”. Y son estas neuronas las que reaccionan cuando estás estresado.
“La ansiedad puede afectar el funcionamiento de nuestro ‘segundo cerebro’”, explicó en la revista The Atlantic la microbióloga Elizabeth Bik.
Muévete
"Moverse promueve la defecación. Si viajas larga distancia reserva un asiento del lado del pasillo y haz varias caminatas una vez que llegues a tu destino".
Escape
Revista australiana de viajes