SURAZO
Si bien España goza de la mayoría de los beneficios de los países del primer mundo, también es cierto que en este reino –pues sigue siendo tal– existen desventajas que, con todo y sus adelantos, no puede resolver exitosamente.
La que más me llamó la atención fue el fenómeno de la “okupación” y no… no me equivoqué yo ni es un error mecanográfico… en realidad se escribe con “k” y no con “c”.
El mundo ya lleva más de un año aguantando una pandemia que apunta a cambiarnos para siempre.
Y es que lo que ha cambiado en nosotros no han sido precisamente nuestras costumbres, revueltas al derecho y al revés, sino nuestra condición de seres humanos.
La polémica por el origen de la wiphala tiene larga data. El indicio más remoto que tengo es el de mayo de 1945, cuando se reunió el I Congreso Indigenal Boliviano.
La lógica dice que, cuando hay una disputa de partes; si uno gana, el otro, o los otros, han perdido, así que son perdedores.
Pero hace mucho que la política se ha comido a la lógica.
Ahora es posible, por obra y gracia de los contextos, coyunturas, acuerdos, imposiciones y conciliábulos, que haya un ganador y los demás no sean precisamente perdedores. Eso significa que el asunto también puede funcionar a la inversa; es decir, puede haber perdedores, pero sin que haya un ganador.
En el lenguaje literario, de la mayoría de las culturas del mundo, la sangre está asociada al honor. Así, recurriendo muchas veces a la hipérbole, se dice que las ofensas se lavan con sangre y, cuando se acusa a una persona de falta de dignidad, se le culpa de no tener sangre en la cara.
Por lo innegable, hay que comenzar admitiendo que la chakana es un símbolo andino. Lo que todavía no queda claro, porque los historiadores siguen discutiendo el tema, es si se lo puede interpretar como una cruz.
El concepto de cruz es el de dos líneas o barras que se entrecruzan en ángulo recto mientras que la chakana no es tan sencilla. En realidad, el símbolo andino es el resultado de la superposición de puentes entre el cielo y la tierra.
A los bolivianos nos gusta emborracharnos. Eso es cierto. Y a los bolivianos nos gusta repetir que perdimos el mar por festejar carnavales. Eso no es cierto.
La verdad sobre la denominada Guerra del Pacífico no se ha contado todavía, por lo menos no completa, y su reconstrucción es una tarea en la que están comprometidos muchos historiadores.
Una policía reprende a un ebrio por conducir en ese estado y él la golpea. Un hecho descrito así, sin más detalles, provoca rechazo en cualquier país que se precie de tener educación, pero en Bolivia es común que salten los “peros” en casos de esta naturaleza.
¿Usted cree que el titular de este artículo hubiera salido mejor si lo escribía sin la apertura del signo de exclamación? Veamos: “Ortografía!”. No. No sale mejor, porque está mal escrito.