EL TEJO
Como hace dos años, nuevamente las aguas del río Taquiña salieron de madre afectando cientos de viviendas en Trojes, aquellas que pese a las advertencias volvieron a ser reconstruidas en los márgenes de la torrentera.
Una experiencia agotadora y poco recomendable es leer encuestas, navegar en las redes sociales y escuchar programas de medios audiovisuales sobre temas políticos. Generalmente uno termina agotado y lleno de dudas y no de certezas, que era el objetivo al hacer ese ejercicio combinado.
Terminada la luna de miel entre la Presidenta del Estado y la ciudadanía (una vez que Jeanine Áñez asumió la decisión de ser candidata en las próximas elecciones generales), ha recrudecido la agresión y descalificación entre quienes piensan diferente.
He decidido, con premeditación, pero no alevosía, infringir la Ley Electoral y elaborar y difundir una encuesta de opinión político-electoral sin el permiso del Tribunal Supremo Electoral (TSE). Se trata de una encuesta que tiene cero por ciento de margen de error, aunque siempre se debe recordar que una encuesta es una fotografía del momento.
A medida que nos acercamos al 2 y 3 de febrero, días en que se deben inscribir los candidatos para las elecciones generales del próximo 3 de mayo, pareciera que aumenta en amplios sectores de la población el miedo a vivir en un sistema democrático.
A tres días de la rememoración de la entronización, en 2006, del expresidente fugado en noviembre de 2019 las tensiones que aparecieron la semana pasada, como consecuencia de la salida de efectivos de las FFAA y de la Policía Boliviana a las calles de varias ciudades y su ingreso al trópico de Cochabamba, se fueron calmando.
¿Cuál será la percepción de la gente sobre el papel que cumplimos los periodistas, hombres y mujeres, en esta etapa de nuestra convulsionada vida política?
Hay muchos síntomas de que cuesta recuperar el sentido y la actitud democráticos, dificultad que aumenta cuando se reacciona en función del presente inmediato, olvidando el pasado, temiendo al futuro, y al calor de mensajes de carácter autoritario provenientes de adherentes a la corriente evista del MAS y de sectores ultraconservadores (como siempre, los extremos se juntan).
La capacidad de reciclaje que tiene la humanidad es impresionante, y una muestra es la celebración del Año Nuevo, cuando, no se sabe por qué, estamos seguros de que todo será mejor a partir del 1 de enero.
Esta vez en el país, además, han aumentado las esperanzas de que efectivamente así sucederá. De hecho, habrá elecciones generales y regionales de las que emergerán nuestras nuevas autoridades que tendrán la difícil tarea de encarar la reinstitucionalización democrática del país.
Adoptando un cuarto intermedio en sala y ante la rememoración de la Noche Buena y la Navidad, me quiero referir en son de divertimento, a las duras críticas de varios intelectuales modernos, de izquierda, centro o derecha, hombres y mujeres, ateos, creyentes o agnósticos, a la explícita adhesión religiosa de la Presidenta del Estado.
Lo hacen con el argumento de que Bolivia, de acuerdo a la última reforma constitucional, tiene un Estado laico y, como quien nada dice, exteriorizan que se trata de algo ridículo (“Ay Dios… qué vergüenza”, glup).