DESDE LA TRINCHERA
Se atribuye al historiador Luis Paz la afirmación de que en Bolivia hay que ser rico o loco para escribir libros (para publicar, por supuesto). Sólo los ricos pueden darse el lujo de publicar un libro o varios, para sentirse orgullosos de ser un prolífico autor; que es, en consecuencia, escritor o escribidor. Ahora, que lo lean o no, es otra cosa. Bolivia es la patria feliz de los analfabetos funcionales, de los que sabiendo leer no leen. Los hay también de los otros, aunque pocos, pero los hay, con el mismo afán pasional por la lectura, como aquel noble caballero de la Mancha.
Por error o quizá asumiendo adrede el riesgo, el Defensor del Pueblo (o del Gobierno) les dio una clara señal de prevención a los sindicatos, a esas “minorías eficaces” que cierran calles y caminos. El Art. 38 de la CPE siempre estaba ahí, pero sonó como un descubrimiento. Ninguno de los anteriores “defensores” tuvo el valor civil de defender a nadie con ese precepto. Parece que por accidente le tocó al señor Tezanos Pinto. Los dirigentes temen ahora que se convierta en jurisprudencia. ¡Ojalá así fuera!
Si pensaba que con el de Berlín se acabaron los muros, lamento desengañarlo. Han cambiado de aspecto, de forma y tal vez hasta de materia, pero no han desaparecido. Nadie como el hombre para los muros; incluso hay gentes que nace con el alma ya amurallada. En lo que mira al presente, si alguien me apurara un poco, ahí está a la vista el magnate del norte y su actitud atrabiliaria con México. Su originalidad es indisputable: pretende que el damnificado mismo pague el costo de la barrera.
El sábado anterior se celebró el día de la madre. Para muchos fue una grata ocasión de sentirse felices al lado de ella. Para otros, fue el día más triste porque ya no está, y su recuerdo dolía intensamente. Dos motivos distintos se juntaron: la historia que enaltece su figura cívica por la gesta de la Coronilla, y el sentimiento universal de gratitud que le debemos, la deuda impagable que llamo yo. En efecto, no hay nada en el mundo, con todo lo que encierra, que pueda justamente valorar su vida.
Ñancahuazú es de los años sesenta; sólo duró alrededor de ocho meses. La más antigua abdicó en favor de la paz en Colombia, después de luchar medio siglo con el ejército y la policía. Ambas tuvieron el mismo origen y el mismo propósito. La iniciativa, el impulso y el apoyo salieron de Cuba. La intención fue implantar el comunismo en otros países, pero el “foquismo” castrista no pudo salir de la isla. Otros llaman a esa aventura fracasada “revolución”. El capitalismo al que combatieron sigue vigente en todos los mercados del mundo, incluyendo al de la China de hoy.
Igual que Jano, el mítico dios de la doble cara, hay gobiernos que hacen una cosa distinta de lo que dicen o utilizan la apariencia cual si fuera verdad. Pero si bien ésta puede ser eventualmente suplantada, sabe reivindicar sus fueros e imponerse a rajatabla. Por eso se dice que la mentira tiene patas cortas. Al revisar un poco la historia, encontramos a cada paso ejemplos de esta especie. A veces, como ahora, la vemos de parada al frente y nos revela sin tapujos su presencia.
Como te decía, Bolivia es el dichoso país de los bloqueos. Con la prohibición de pensar, parece que hasta las mentes se han bloqueado. Pero es un recurso eficaz para los caudillos; sirve para conquistar el poder y para vencer al enemigo. ¿Qué harían sin los bloqueos? Es el motor del fantástico Plurinacional. El sordo sería más sordo y el ciego más ciego. Tal vez seríamos más desgraciados; pero por ahora, con bloqueo y todo: “con mi mal estoy contento”.
En 2011 el gobierno se lanzó a la aventura de propiciar la elección de magistrados. Alguien de buena o mala fe les sopló la idea de que el talento también se descubre con el voto, que para eso también sirve la democracia. Por primera vez en la historia de la humanidad, el pueblo elegía a sus jueces. La frase suena bonito y despertó la curiosidad del mundo. Los doctorcitos tradicionales iban a ser reemplazados por figuras de poncho, pollera y sombrero. Una representatividad impecable, como dijo un alto capo del oficialismo.
Lo que aún es pregunta, puede considerarse como una lección. Ésta deja de ser tal cuando ya tiene respuesta. Si los docentes enseñaran a preguntar y a buscar respuestas nuevas, sería una revolución pedagógica. Las respuestas “enlatadas” son poco estimulantes para el aprendizaje, no incentivan la curiosidad ni ejercitan el razonamiento.
Ha llegado a mi correo la carta que transcribo en seguida; está firmada por un tal Cándido Buenafé, al que en cierta ocasión una hermosa ingrata le contó el “cuento del tío en el amor”, para burlarse de su fe, su ilusión y su esperanza. ¿Se acuerdan? La carta dice así: