Peligro en la altura: mala medición de oxígeno
Texto: Rafael Sagárnaga L.
ALERTA | UN ESPECIALISTA DE RENOMBRE INTERNACIONAL EXPLICA LOS RIESGOS QUE IMPLICA EL USO DE GASOMETROS ARTERIALES EN BOLIVIA. EN ZONAS UBICADAS A MÁS DE 1.500 METROS SOBRE EL NIVEL DEL MAR, ALGUNOS DE ESTOS DISPOSITIVOS RESULTAN AFECTADOS POR LA PRESIÓN. LAS MEDICIONES CONSECUENTES PUEDEN RESULTAR FATALMENTE ERRÓNEAS.
Nuestra vida pende de un justo medio: las células del organismo deben trabajar en un nivel de equilibrio del potencial de Hidrogeniones (PH) casi perfecto. Esta medida, que define la relación de acidez o de alcalinidad, puede apenas distanciarse del 7,4, en una escala de 14. Es decir, el PH debe ser prácticamente neutro. Si en ese delicado equilibrio, se desvía, si, por ejemplo, se acidifica, las células se van muriendo y nos enfermamos. Por ello, en casos de urgencia, tener la medida precisa del PH es cuestión de sobrevivencia o muerte.
La importancia vital de este baremo tiene dos límites: si el PH disminuye de 7,1, se producirá el coma y si llega al 6,9 el paciente fallecerá. Igualmente, cualquier individuo moriría si la alcalinidad de su sangre llegase al 7,8. Nuestro organismo está continuamente luchando por mantener ese equilibrio. Por ello, en las cotidianas batallas que los médicos libran contra la muerte el control del PH sanguíneo resulta fundamental.
Cuando, un colapso, una enfermedad o un accidente amenazan con alterar el PH, los galenos, según la medición, buscan restablecer su nivel. Para ello, recurren al uso de los gasómetros. Estos dispositivos permiten, en una muestra de sangre, determinar el PH así como las presiones arteriales de oxígeno y dióxido de carbono. Esta valoración de la función respiratoria de los pacientes constituye una práctica habitual, especialmente, en los casos de urgencia. Sin embargo, en los últimos años, en las ciudades ubicadas a más de 1.500 metros sobre el nivel del mar, ha surgido un marcado peligro: las malas mediciones.
“Durante años se realizaban en La Paz las evaluaciones del PH con unos aparatos daneses y bajo las debidas fórmulas –dice el especialista Gustavo Zubieta Calleja-. Pero paulatinamente fueron llegando otros equipos que no tenían control de calidad en la altura. Claro, pueden funcionar muy bien a nivel del mar o hasta los 1.500 metros, pero más arriba no”.
Zubieta alude especialmente a gasómetros que se calibran en base a soluciones líquidas. Funcionan en base a los denominados “cartridge”, es decir, una cartuchera de químicos. Sin embargo, en zonas altas las concentraciones de estas soluciones cambian. Entonces surge el riesgo serio de que se puedan dar medidas anómalas.
“Estas mediciones no son químicas debido a la presión barométrica de la altura –explica Zubieta-. En la altura hay menos presión, entonces las mediciones son afectadas de manera muy significativa”. El efecto final radica en que dentro de las cartucheras se separan los gases. Lo crítico en esos casos es que los equipos pueden señalar que el PH del paciente auscultado es normal, y los médicos se guían en base a esas mediciones.
Según lo explicado por el especialista y técnicos dedicados al área, los otros equipos trabajan en función a mezclas de gases. Además han sido debidamente calibrados para la altura. “Cuando se comparan los resultados de los gasómetros basados en soluciones líquidas y los basados en gases las diferencias son grandes, -remarca Zubieta-. No se está entendiendo la complejidad de estos aparatos que son trascendentales para la vida”.
El problema se agrava por factores administrativos. “Los equipos de soluciones líquidas son más económicos –explica uno de los técnicos consultados que prefiere guardar el anonimato-. Incluso se abaratan porque provienen de industrias que basan sus líneas de producción en políticas mucho menos rigurosas que los daneses. Pero, por su precio, no faltan administradores de hospitales y clínicas, especialmente estatales, que prefieren comprarlos”.
Y los riesgos resultan elocuentes. “Lo que miden estos aparatos resulta trascendental para salvar la vida de las personas –alerta el técnico-. Se debe tomar el tema con mucha seriedad, se requieren muchos conocimientos, mucha experiencia para manejar. Hay que confiar en un equipo al 100 por ciento. Imaginemos, por ejemplo, lo que pasa cuando no se mide con precisión los niveles de oxígeno en un recién nacido o en un accidentado”.
Recuerda así a los momentos en que se define cómo administrar el oxígeno. Si no se lo ha medido bien o definido el equilibrio ácido-base, entonces se decide aumentarlo en base a esa información. Implícitamente alude a una no determinada cantidad de problemas postoperatorios que probablemente se producen porque no hay mediciones precisas de la sangre en la altura.
“Son dramas que probablemente causan sino sobresaltos, profundas contradicciones en los médicos responsables de determinada intervención –dice el técnico-. Confían en los parámetros que les han informado y luego no obtienen los resultados esperados. Alguna vez un especialista que visitó Bolivia dijo que incluso en esos casos habría sido preferible no tener equipos porque el cirujano prevería posibles riesgos en lugar de confiarse a datos erróneos y actuar”.
Zubieta cita como ejemplo el caso de bebés recién nacidos: “La urgencia es mayor, si no hay buen manejo, es muy fácil que se descompensen. Por ejemplo, a un prematuro hay que tratarlo como una plantita y cuidar sus equilibrios. Si a un recién nacido se le da demasiado oxigeno entonces se lo puede dejar ciego. Se llama retinoplastía y es cuando las células mueren por exceso de oxígeno”.
“Bases de los desórdenes del equilibrio ácido – base y su aplicación a la altura”, titula un texto publicado en 2005 por la universidad de Polonia. Fue desarrollado por especialistas de la Instituto de Fisiología de la Universidad de Copenhague y el Instituto Privado y Patología de la Altura. Desde entonces se lanzó la alerta para que las mediciones del equilibrio ácido base en la sangre tengan particulares cuidados y parámetros en ciudades de altura.
En esta clase de estudios participaron reconocidos especialistas como los daneses Ole Siggaard-Andersen y Oleg, Poul Erik Paulev y el ya mencionado Gustavo Zubieta. Siggaard-Andersen es reconocido como uno de los principales especialistas de la fábrica de equipos médicos Radiometer, considerada la marca más importante de su área a nivel mundial.
En Bolivia, el riesgo de la mala medición del oxígeno y el PH afecta a siete de las principales ciudades del país. En Latinoamérica suman, por lo menos otras 10 urbes de más de 100 mil habitantes y altitudes mayores a los 1.500 metros sobre el nivel del mar. Hasta el presente se sabe que tan sólo en México y, parcialmente, en Perú se han tomado precauciones o atención sobre el tema.
“Frente al gran riesgo, se debe confiar en equipos de gran solidez y que estén bajo controles precisos de calidad –sugiere Gustavo Zubieta-. Sería muy importante que se haga un estudio de los equipos de gases en sangre que hay en Bolivia. Cómo se están manejando esos equipos y cómo están funcionando”.
La recomendación proviene de una autoridad en el tema. Zubieta es regularmente invitado a realizar disertaciones o dar clases en destacadas universidades de Asia, EEUU y Europa. En próximas semanas, por ejemplo, visitará por sexta vez la India donde expondrá sus conocimientos ante los miembros del Colegio de Bioquímicos. Será el conferencista central dela cita. También ha sido invitado a disertar a Perú, en los próximos meses, sobre las mediciones del equilibrio del PH en la altura.
Mientras tanto, en Bolivia, por ahora, se soslayan los controles de calidad sobre los equipos de medición del oxígeno y el PH sanguíneos. No se sabe de alertas ni medidas especiales frente a los riesgos de las mediciones anómalas ni de sus ya probables víctimas. Por ahora, solo cuentan los diversos y complejos factores que definen los procedimientos administrativos de adquisición de equipos. Paralelamente, quién sabe cuántos delicados equilibrios celulares, mal precisados, día a día sabrán a secuelas, dolores y hasta a la guadaña de la muerte.
“El efecto final radica en que dentro de las cartucheras se separan los gases. Lo crítico en esos casos es que los equipos pueden señalar que el PH del paciente auscultado es normal, y los médicos se guían en base a esas mediciones”
“(…) A un prematuro hay que tratarlo como una plantita y cuidar sus equilibrios. Si a un recién nacido se le da demasiado oxigeno entonces se lo puede dejar ciego. Se llama retinoplastía y es cuando las células mueren por exceso de oxígeno”
“Sería muy importante que se haga un estudio de los equipos de gases en sangre que hay en Bolivia. Cómo se están manejando esos equipos y cómo están funcionando”