Grace y Robert, una historia de amor …al poder
Ella conquistó el corazón, o quizás algún otro noble órgano, del entonces considerado símbolo zimbabuense sin mayores delicadezas a principios de los años 90. Él, recordado por haber independizado al país en 1980, por haber impuesto la nacionalización de los recursos naturales y por haber aplastado la reacción proimperialista, aseguró que el romance había sido autorizado por su agonizante esposa.
Probablemente Grace Marufu Ntombizodwa y Robert Mugabe dejaron escaso margen al disimulo a la hora de saborear los encantos del poder en medio de un pueblo atormentado por la miseria. Él ya había aplastado a toda fuerza política opositora e imponía su voluntad al país. Ella había pasado públicamente de secretaria a amante del dictador. Años después, confesó: “Me sentí un poco incómoda. Me dijo que él y su esposa (Sally Hayfron) lo discutieron y ella lo había aceptado”, refiriéndose a la aventura con su poderoso jefe 40 años mayor.
SIN VERGÜENZAS
Quién sabe si fueron traumas de sus respectivas infancias aquellos que los complementaron. Robert y sus seguidores frecuentemente recordaban los orígenes campesinos del Mandatario y las dificultades que pasó para convertirse en docente escolar. De ella se sabía que, pese a provenir de una clase más elevada, se casó con el aviador militar Stanley Goreraza y soportó inaguantables niveles de desprecio, marginación e infidelidades, aunque otras versiones invierten la figura. Cuando inició su relación con Mugabe aún estaba casada con Goreraza. Pero no hubo mayores problemas por ese lado. El aviador aceptó diversos cargos diplomáticos y condecoraciones que le redituaron un holgado nivel de vida.
Como fuere, las prácticas de derroche y ostentación de la nueva pareja presidencial se intensificaron de manera inversamente proporcional al ritmo de desarrollo político, social y económico del país.
A lo largo de sus 37 años en el poder, Mugabe articuló un sistema electoral que le facilitó sucesivas reelecciones de manera paralela a un sanguinario aparato de represión cuyas tropas de élite fueron entrenadas en la “hermana república de Corea del Norte”. Casi simultáneamente, el lugar que fue hasta fines de los 80 llamado “el granero africano” vio desaparecer su capacidad productiva agropecuaria. Los ingresos se redujeron hasta el 30por ciento y provenían básicamente de minas de diamante, cuyos impuestos alimentaban a la burocracia estatal. Se desató entonces la mayor inflación mundial del planeta que haya registrado la historia. En noviembre de 2008, la tasa de inflación anual de Zimbabue llegó a 89.700 millones por ciento, es decir, los precios se duplicaban cada 24,7 horas.
Por ello, se desataron hambrunas y multiplicaron las carencias de infraestructura básica. Hacia fines de aquella década, el país sólo tenía combustible para los vehículos militares y de la familia presidencial.
LUJOS Y DERROCHE
Pero al mismo tiempo se habían vuelto rutina y parte de la agenda oficial las celebraciones de los Mugabe. Mientras el país recibía cientos de toneladas de ayuda humanitaria para calmar la sed y el hambre de 16 millones de marginados, para el cumpleaños del mandatario se importaban bebidas y manjares de Europa. De la comilona sólo participaban la élite política. Mugabe realizaba un discurso en el que lamentaba el estado de Zimbabue, pero acusaba de esa situación a las potencias imperialistas.
Grace no se quedaba atrás y desde un principio de la relación. Luego de la muerte de la primera esposa de Mugabe, en 1996, se casó con el tirano frente a un público de 40.000 personas en una extravagante ceremonia. De principio, la Primera Dama se mantuvo alejada de las cuestiones políticas del país. Pero sí era muy conocida por sus desenfrenados viajes de compras o por diversas controversias con paparazzis.
Incluso antes del casamiento, Grace malversó alrededor de $us 660 mil de fondos del Estado para construir su propia mansión de 30 dormitorios que llamó “Gracelands”. Cuando se dictaminó que la construcción de la propiedad era ilegal, vendió la mansión a un grupo de inversores libios por $us 4 millones.
Según WikiLeaks, la esposa del dictador obtuvo “enormes ganancias de diamantes” por extraer millones de dólares de la industria minera de Zimbabue. Se la acusa de haber gastado parte de ese dinero para comprar 3.000 pares de zapatos de diseño y $us 100 mil en artículos de lujo en una sola juerga de compras en París, mientras que, según el Programa Mundial de Alimentos, había 7,2 millones de zimbabuenses al borde de la hambruna en aquel entonces. “Tengo los pies muy estrechos, así que sólo puedo usar Ferragamo”, justificó la Primera Dama.
En Londres, solía hospedarse en una suite del hotel Claridge’s. De allí disfrutaba ir de compras a Harrods, el centro comercial más famoso de esa capital, acompañada por sus guardaespaldas. Se desplazaba por la ciudad a bordo de su Mercedes Benz.
Sus hijos la emulaban. El mayor, de su matrimonio con Goreraza, importó dos limusinas Rolls-Royce a un país, con 90 por ciento de desempleo. El menor, Chatunga, se filmó volcando un champagne de más de $us 250 sobre su reloj incrustado en diamantes.
LA HORA DEL GOLPE FINAL
En años recientes, a medida que Robert se acercaba al siglo de edad empezó a dar muestras oficialmente disimuladas de decaimiento. Por ejemplo, se dormía en la mayoría de las presentaciones públicas, pero sus allegados aseguraban que “el líder de la independencia zimbabuense sólo protege sus ojos, pero escucha”. Paralelamente, la Primera Dama comenzó su ascenso político. Ya el 6 de diciembre de 2014 fue electa presidenta de la división femenina del partido gobernante Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF).
Grace paulatinamente fue desplazando a sus potenciales rivales con gente de su confianza. La rumoreada posibilidad de que fuera mandataria la ratificó ella misma hace unos meses cuando declaró que “si hay esa circunstancia, me atreveré”. En octubre su nueva batalla se concentró nada menos que en el vicepresidente de Zimbabue, Emmerson Mnangagwa. Y hace 15 días, Mnangagwa huyó del país asegurando que temía por su vida, pero que volvería para cambiar las cosas.
“BRILLO ACADÉMICO”:
Tanto Robert como Grace buscaron también colmar sus aspiraciones de realización académica e intelectual. Él completó 11 carreras profesionales. Ella ostenta un doctorado en ciencias económicas y sociales, logrado en 2014, tras cursar dos meses en la Universidad de Zimbabue.