Primer transplantes de médula ósea
Hay algunos tipos de cáncer tan terribles que la quimioterapia convencional es insuficiente para detenerlos o prolongar la vida de quienes los padecen.
La única manera de combatirlos es trabajando directamente con la mismísima fabricación de las células sanguíneas. Se trata de aplicar al paciente una quimioterapia en dosis tan elevadas que lo dejan “cero glóbulos blancos, cero plaquetas y muy poca hemoglobina” y luego inyectarle células madre que irán a revitalizar la generación de células y liquidar las malignas.
Es lo que se llama trasplante de médula ósea. Un procedimiento vital para muchos enfermos, que hasta el pasado 9 de noviembre no se realizaba en Cochabamba.
La hazaña
Ese día, en la clínica Los Olivos, un equipo numeroso liderado por los médicos hematólogos: Rosío Baena Terán, José Macías Abasto, Elías Isrrael Asbún y Mónica Fernández Fernández consiguieron aplicar con éxito total un trasplante de médula ósea.
La médula ósea entra al cuerpo del paciente y, además de reconstituir su celularidad, es decir, hacer florecer la médula ósea, combate la enfermedad de base, la leucemia del paciente.
Este es el relato de esa hazaña concebida y realizada gracias al empeño de cuatro profesionales repletos de fe y capacidad.
¿Qué es?
El trasplante de precursores hematopoyéticos conocido genéricamente como trasplante de médula ósea, es un procedimiento mediante el cual se destruye la médula ósea dañada de un paciente y se la reemplaza por precursores hematopoyéticos nuevos y sanos.
El trasplante de médula ósea es un procedimiento médico propio del campo de la hematología y suele realizarse en pacientes con cáncer en sangre o médula ósea (ya sea mieloma múltiple o leucemia), para eliminar las células enfermas o defectuosas e introducir células madres que produzcan glóbulos y plaquetas sanos.
Las células madre hematopoyéticas multipotentes usualmente derivan de la medula ósea, sangre periférica, o sangre de cordón umbilical. Al ser trasplantadas, repueblan la médula ósea y reanudan la producción de glóbulos y plaquetas.
El trasplante de médula ósea es un procedimiento que se aplica desde los años 50 y ha ido desarrollándose en complejidad desde ese tiempo.
Es un procedimiento que se utiliza en pacientes con enfermedades hematológicas malignas y sirve para prolongar la vida y, en algunos casos, para curar la enfermedad.
Dos tipos
El trasplante puede llevarse a cabo empleando la médula del mismo paciente receptor (trasplante autólogo), o de otra persona (trasplante alogénico). Este tratamiento se usa en pacientes con trastornos hematológicos, inmunitarios, o neoplásicos, como leucemias, linfomas, e inmunodeficiencias.
En muchos casos, antes de llevar a cabo el trasplante es necesario destruir la médula ósea del receptor por medio de quimioterapia y/o radioterapia.
Este procedimiento implica riesgos de infección, toxicidad pulmonar y neurológica, y la condición autoinmune llamada enfermedad injerto-contra-huésped.
El caso
El caso del trasplante aplicado en la clínica Los Olivos, se trata de un paciente de 65 años que tiene diagnóstico de enfermedad hematológica maligna denominada mieloma múltiple. La enfermedad aparece a partir de los 50 años. Esta enfermedad requiere del trasplante autólogo de médula ósea para prolongar el tiempo de vida sin enfermedad.
Es una enfermedad crónica que aparece en la edad adulta y se debería aplicar este procedimiento al inicio de la dolencia. Apenas se la diagnostica y se la trata con quimioterapia se debe consolidar el tratamiento con un trasplante de médula ósea.
El procedimiento es de gran utilidad en el mieloma múltiple y también otras enfermedades muy frecuentes como los linfomas (tumor maligno del ganglio linfático)
A este paciente se le ha aplicado el procedimiento el pasado 9 de noviembre. Pero ha tenido un periodo preparatorio previo.
Sin trasplante
Esta enfermedad se presenta en esa edad, lo que se pretende con este procedimiento es prolongar la vida, para que él se mantenga, activo y sin enfermedad hasta el fin de sus días, de manera natural.
Sin este tratamiento el mieloma aceleraría su evolución y afectaría de manera fatal al paciente.
El trasplante autólogo de médula ósea tiene múltiples utilidades: permite aplicar dosis muy elevadas de quimioterapia –como es necesario hacerlo en el caso de los linfomas–, pero sin este soporte sería mortal.
La quimioterapia en dosis elevadas es imprescindible para destruir células cancerosas residuales. Sin este tratamiento, es muy difícil eliminar esas células y la enfermedad volverá a manifestarse en un tiempo, sin posibilidades de sobrevivencia del enfermo.
Leucemias
Este procedimiento, en su modalidad alogénica se aplica en los casos de leucemia.
Las leucemias mieloblásticas son las más agresivas y de mayor y más elevado riesgo. En estos casos sin quimioterapia a altas dosis y trasplante de médula las posibilidades de sobrevivir son mínimas.
“Natural killers”
Las células madre desarrollan otras denominadas linfocitos NK (del inglés natural killer, asesinos por naturaleza) que son las encargadas de destruir a las células residuales.
¿Por qué no antes?
La razón por la que este procedimiento no se realizó antes aquí es una combinación de muchos factores, como la falta de políticas de salud dirigidas a resolver los problemas del cáncer y la falta de seguro social de los pacientes que provoca limitaciones en los tratamientos.
Pero estos problemas no son irresolubles. Y prueba clara de ello es la realización de este trasplante. Esas dificultades se las puede superar con el estímulo de la creación de grupos de trabajo, de equipos de especialistas, de alta especialidad, que puedan desarrollar estos tratamientos. Equipos que encuentren la manera de hacerlo tocando mil puertas para lograr tener todos los elementos necesarios y llevar adelante este propósito.
El equipo para la aplicación de este procedimiento está compuesto no sólo de los cuatro hematólogos entrevistados, sino de más de 30 personas: enfermeras, bioquímicos, nutricionistas, psiquiatra, microbióloga, personal del Banco de Sangre –que ha proporcionado los hemocomponentes–, gente del Instituto Oncológico Nacional –que ha irradiado los hemocomponentes–. Todo esto se ha articulado en más de un par de años, de manera paulatina hasta llegar al trasplante de médula ósea exitoso realizado el 9 de noviembre.
Procedimiento
Las células madre que se toman del paciente requieren de un procedimiento previo antes de ser infundidas (inyectadas). En algunos casos requieren congelación para poder preservarlas, hasta que llegue el momento de infundirlas.
En realidad, el trasplante de médula es una trasfusión intravenosa de células madre. Estas células, una vez en el torrente sanguíneo, van hacia la médula y se prenden, se fijan, se anidan allí y empiezan a reproducirse y retoman la producción de la hematopoyesis.
Equipos e infraestructura
Se necesitan algunos equipos que no existen acá. Eso se ha adquirido con el aporte económico importante de los cuatro hematólogos. Se ha adquirido en equipo de aféresis que procesa las células retiradas del paciente, es decir, identifica las células madre, las separa, y el resto de las células vuelven a inyectarse al paciente.
Las células madre obtenidas requieren de una serie de cuidados. Así, es necesaria lo que se llama campana de flujo laminar, que permite manipular estas células sin contaminarlas. Asimismo, a veces se necesitan congelarlas.
En resumen, son tres imprescindibles, tres aparatos: un equipo de aféresis, una campana de flujo laminar y un congelador que llegue a 81 grados centígrados bajo cero.
Existe también la indispensable infraestructura, la sala de aislamiento donde se interna al paciente –como unos 20 días–. Se trata de una serie de ambientes conectados y dotados de un equipamiento complejo
Puntos críticos del procedimiento
Tres fases:
Primera
Preparación de paciente, que incluye el determinar si el paciente es apto para el trasplante autólogo. Y en el caso de uno alogénico deteminar si el donante es compatible con el receptor.
Segunda
Esta es la fase de ejecución. Con un aparato especial, el equipo de aféresis, acopian las células madre que están circulando en la sangre, luego de la estimulación con medicamentos.
Esas células viven sólo 72 horas a 5 grados, pero como puede pasar más que tiempo antes de infundirlas en el paciente, las células deben congelarse a -80 grados centígrados (80 grados bajo cero).
En resumen: movilizar las células, cosecharlas e identificarlas.
Luego se infunde las células madre, previa aplicación de la quimioterapia a dosis altas.
Tercera fase
Una vez inyectadas las células madre al paciente –que está absolutamente desprovisto de defensas inmunológicas– se lo aísla en un ambiente estéril exento de gérmenes, para evitar las posibles, e indeseables, infecciones oportunistas.