No, no es plátano, ¡manzana es!
Sé que estos temas te han hastiado y “estido”; que ya no quieres saber de política, menos de políticos. Que me iría mejor si te hablo de la Navidad; de cómo y cuánto nos alegramos los cochabambinos cuando llueve; o del deterioro que sufre la Escuela de Bellas Artes que literalmente se parte en dos y se viene abajo por una cultura del abuso de poder que últimamente nos quita hasta las monedas de 10 centavos.
En fin, de mil asuntos que podría escribir pero que resulta que no “me salen”. No puedo hacerlo porque hay un tema que funge de esencial y es el que tiene que ver con la administración de la verdad, asunto que no es más que la representación que cada quien hace de la realidad. Me dirás que en estos tiempos demasiado modernos hasta de la verdad se debe dudar, que es tan caprichosa, variable y medio bipolar que ni en ella se puede confiar.
Sí, pobrecita la realidad tan maltratada por esas verdades inocentes, maquiavélicas, cómplices, interesadas y mentirosas. Sí, estamos en tiempos en los que incluso CNN en Español, en un intento por reducir a TeleSur, te muestra una manzana y te explica que no es un plátano. Asimismo, tan evidente, tan insultante, tan agresivo como este básico de la comunicación.
Y ahí estamos los ciudadanos, agolpados en sociedades que padecen las verdades más convenientes porque, claro, la verdad resulta ser siempre acomodadiza, arribista, interesada y dolorosa; así, la verdad de uno puede ser desgraciada, mientras la del otro puede dar hasta pena de tan ridículamente inocente.
Pero no, acá no hay lugar a considerar esas segundas verdades; acá, son esas poderosas verdades las que preocupan: Esas pues que te dicen que se ha ganado cuando se ha perdido; que dicen que eran 10 los protestantes cuando eran diez mil; que dicen que es muy democrático votar mientras unos poderosos de turno –por órdenes de otro más poderoso– se ríen en el voto de todos; que extrapolan la realidad como si ésta no tuviera matices o terceras alternativas; que dicen que en resguardo de la información responsable castigarán con pena de cárcel al desubicado que se atreva a usar su expresión de forma inconveniente, digo irresponsable; que dicen que una manzana es realmente un plátano.
Así nomás, arruinados estamos los ciudadanos ante esas verdades. ¡Bien hecho!, diría un niño. Bien hecho el castigo impuesto a tanta dosis de inocencia, de no importismo, de apatía, de individualismo… y finalmente, de ignorancia. Así, desproveídos nos encuentran a los ciudadanos cuando por falta de lectura, de reflexión, de empatía, de solidaridad, de comunidad, de educación y de exceso de farándula, permitimos que la realidad nos la vendan con sobreprecio haciendo necesario que un tercero –también con su verdad a cuestas– te aclare que la manzana no es plátano.
Mónica Olmos Campos
Comunicadora Social y Doctora en Ciencias de la Educación.
elblogdelamolmitos.wordpress.com