“SANTA LOCURA…”
Las personas buenas no saben por qué lo son y no quieren saberlo… sencillamente lo son. ¿Nobleza en el corazón?, ¿sencillez en el alma?, ¿simpleza en la vida?, ¿hambre de crecer y de aprender?... distintas pueden ser las razones, cuerdas para algunos y locas para otros.
Cuerdas para quienes razonan, por ejemplo, la venganza como un “platito que se come frío”; esto en el lenguaje popular quiere decir que no importa el tiempo que pase del agravio que se recibió, la venganza llegará aunque tarde pero llegará. Y entonces, se pasa minuto a minuto imaginando momentos que se anhelan vivir y frases que seducen escuchar: “la vida se encargará”, “la justicia tarda, pero llega”, “ya verás cómo termina”, “no le deseo mal a nadie, pero lo que se hace se paga”. En fin, de muchas maneras elegantes se expresa el deseo de desquite o de represalia que pensamos que producirá placer y equilibrio el momento que lo vivamos.
No nos hallamos en condiciones de ser sinceros y gritar a los cuatro vientos todo el mal camuflado de dolor que está arraigado en nuestro interior, además que moralmente nuestra conciencia (si aún la tenemos viva) nos condena y por consiguiente nos calla; en todo caso, para muchos eso es cuerdo, pues finalmente se siembra lo que se cosecha; que, por supuesto, esto es verdad, empero en este caso es una frase poética que encubre muchas lágrimas que decidimos no sacarlas a su tiempo y con el tiempo se convirtieron en callos insensibles... entonces, intuimos que no todos los platos se comen calientes y que será sabroso engullir uno frío.
Locas para quienes no comprendieron que el amor pesa más que el odio; que la generosidad beneficia más al que da que al que recibe; que el altruismo hace que de manera desinteresada velemos por el bien de los demás aún sobre nuestros propios intereses; que la empatía no sólo te mueve a ponerte en el zapato del otro –punto que es casi imposible, pues todos calzamos diferente–, pero que te sacuda hasta las entrañas para tratar de comprender lo que el otro está viviendo; que la compasión, ese sentimiento de tristeza que te impulsa a tratar de aliviar el dolor del otro pasando encima del tuyo haga que tus decisiones parezcan desequilibradas, o tal vez, que el perdón forje que cometas una locura y renuncies a la venganza y a la espera de un castigo justo… Nuestros abuelos llamaban a esto “dejar pasar” (sabias palabras, pues justamente la palabra griega “perdonar” significa eso). Este tipo de locuras son las que cambian y transforman el mundo.
Fueron sólo doce locos que empezaron a llevar este tipo de mensajes por todos sus alrededores hace miles de años, haciendo que digan de ellos cosas como “….estos que trastornan el mundo entero también han venido acá” (Hc.16:6b), vaya reputación la que ganaron. El poder de su convicción y de su misión revolucionó vidas, cruzó todas las barreras sociales, despertó un genuino interés entre las personas y hasta el día de hoy nos mueve a una transformación auténtica y a un aprendizaje constante.
Verdaderamente, una “santa locura” inspirada en Quien dejó su trono para irse a la cruz, pasar por la muerte y volver a su trono.
Locura que nos debe inducir a evaluar el año que despedimos como que fuera una materia cursada, analogía que me lleva a recordar lo que mi profesor decía: “Si no saben menos sobre la materia cuando termina la clase de lo que sabían antes de comenzar la clase, no han aprendido nada…” (en ese entonces me parecía una locura lo que decía, hoy le doy la razón).
JEAN CARLA SABA DE ALISS
Pedagoga Social / Life Coaching
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