Competencia: las contradicciones del Dakar boliviano
Hasta que las autoridades bolivianas lo hicieron. Sí, una de las pesadillas Dakar que atormentaba a los arqueólogos nacionales se volvió realidad este 2018: “La competencia más dura del mundo” pasó por zonas aledañas al lago Titicaca. Sí, pasó bordeando al lago sagrado, nada menos que la cuna más gloriosa de las civilizaciones andinas, la de Manko Kapaj y Mama Ojllo, la de Tunupa y Wirakocha. Zona colmada de leyendas e historia sobre el génesis de mollos, aymaras e incas.
“Una contradicción monumental”, dicen los arqueólogos, antropólogos e historiadores, entre otras voces críticas. “El Dakar fue expulsado de África por sus terribles connotaciones colonialistas y neocolonialistas, que estaban muy claras, dice el historiador indígena Pablo Callisaya. Entonces, ¿cómo un Estado autoproclamado anticolonialista y defensor de las reivindicaciones ancestrales contra el colonialismo financia el paso del Dakar por sitios considerados sagrados? Es algo inaudito”.
Los hechos respaldan en buena medida el rechazo de Callisaya a la competencia. A ritmo arrollador, cientos de máquinas pasaron cerca o encima de sitios donde se hallan los restos de los pueblos que los invasores europeos saquearon. La tromba que transitó por la ruta precolombina explosionando motores este 11 de enero estuvo encabezada por tres españoles y dos franceses. La imagen bien podría constituir la versión moderna de los Pizarro y Almagro cabalgando y disparando sus arcabuces.
Es más, Samuel Montaño, analista en temas de defensa, ha denunciado que desde su comienzo africano, el rally ha servido para probar equipos de uso militar. “Como son terrenos irregulares y difíciles, sirvieron para ensayar el uso de autos todo terreno que luego servirían en expediciones bélicas, explicó. También han sido rutas de prueba y exploración de escuadrillas de personal militar en ejercicio en calidad de competidores. Fruto del Dakar son los Humvee y carros de asalto Panhard, por ejemplo”.
El sitio consagratorio
El Dakar pasó bordeando Tiahuanaco, la ciudad Estado conocida universalmente por los símbolos que contiene. Ciudad tan emblemática que Evo Morales, el primer presidente indígena de Bolivia, fue proclamado allí cuando asumió el poder, en 2006. Una ceremonia conmovedora y sin precedentes, fue preparada hace casi exactos 12 años. Los discursos contra los cinco siglos de colonialismo abundaron.
No será la primera vez que un líder profana los espacios sacralizados que lo cobijaron, si la historia lo sabrá. Ello porque la posibilidad de que los bólidos y pilotos llegados masivamente desde los modernos imperios hubiesen destruido patrimonio ancestral es alta. Los motorizados molieron, compactaron, contaminaron con aceites y saltaron sobre suelos de alta densidad de restos arqueológicos.
A diferencia de lo que pasó en otros países, ningún gobierno boliviano ha cuantificado esa riqueza hasta la fecha, pese a su potencial. Sin embargo, basta un dato que sirva como alerta. En una zona como Atacama, de mucho menor densidad de restos arqueológicos que la del Titicaca, se produjo una catástrofe dakariana, en 2009. Según reportes de la Asociación de Arqueología y la Comisión Nacional de Monumentos de Chile, 250 sitios arqueológicos fueron afectados por la competencia. Incluso se destruyeron restos que tenían entre 1.000 y 2.000 años de antigüedad.
Como es sabido, tras los reclamos de los científicos, el Dakar dejó de pasar por Chile. En Bolivia no ha sido posible realizar estudios pormenorizados sobre los daños al patrimonio ancestral que la competencia causó en las versiones 2014, 2015 y 2016. Sin embargo, Carlos Lemus, integrante de la Sociedad de Antropología de La Paz, explicó que a lo largo de la ruta por la que habían pasado los motorizados existen ruinas arqueológicas.
Sostuvo que todas sufrieron un daño irreparable. Las más ricas se ubican en alrededores de Uyuni, tal el caso de la gruta de la Galaxia, Ayquepucara, al pie del volcán Tunupa. Allí existen objetos arqueológicos aymaras a flor de tierra, momias y extrañas formaciones de rocas volcánicas.
Los rechazos
Por esas y otras razones, este 2018, la Sociedad de Arqueología de La Paz lanzó un airado reclamo. Se opuso a la llegada de los 337 bólidos y un campamento semejante a una ciudad itinerante, de más de 3.000 personas. “Una vez más, ingresa a nuestro territorio ese juego de ricos y famosos llamado Dakar que, a la manera de un ‘reality show’, nos muestra cuán profundamente envilecida y colonial puede ser una competencia, que nacida en un país europeo, pretendió hacer escarnio de la pobreza y miseria de algunos países africanos”, reza el comunicado lanzado por los investigadores, “logró tomar ventaja de las desiguales condiciones económicas de sus estados, obligándolos a aceptar este juego denigrante, donde los competidores multimillonarios hicieron gala y alarde del despilfarro, la ostentación y el lujo de sus equipos, transitando por un paisaje, donde lo que menos valía para ellos era la gente”.
El texto luego golpea a las autoridades bolivianas y señala: “Hoy, son nuestros países los que sufren este humillante manoseo, con gobernantes ambiciosos, sedientos de mejorar su decadente imagen para mantenerse en el poder, encantando a los segmentos más pobres e indefensos con el espejismo del turismo”. Finalmente, los arqueólogos recordaron que hace dos años suscribieron también la Declaración en Rechazo a Dakar, junto con sus pares de Perú, Chile y Argentina.
Gran contradicción
La irrupción del Dakar en la tierra sagrada de tiahuanacotas e incas se suma así a una de las mayores contradicciones políticas de la década: el Gobierno que más embanderó, entonces, el anticolonialismo, el anticapitalismo y la defensa del medioambiente resultó un entusiasta organizador del rally portador de sus antítesis.
Mientras, el rechazo, fundado en esos tres factores, se multiplica en el nuevo continente elegido por la Amaury Sport Organisation (ASO), organizadora de la carrera. “Ningún país desarrollado lo aceptaría en su territorio”, declaró hace unos días Gonzalo Pimentel, presidente de la Fundación Desierto de Atacama. Como bien lo muestra la historia de este rally, sólo ha sido viable en países con Estados debilitados y que puedan ser fácilmente manejado por los intereses particulares de empresas privadas extranjeras, como es el caso de la empresa francesa ASO”. Pimentel, que califica el evento como “colonialista” en referencia a su edición africana, salió así al paso de nuevas intentonas para que el Dakar pase por Chile en 2019.
Y el analista Samuel Montaño ha preguntado insistentemente: “¿Por qué no ha habido Dakar en EEUU, o en Europa (porque el París Dakar sólo se competía en tierra africana), o en Australia o en Rusia? ¿Por qué no hubo Dakar en el Gran Cañón del Colorado? Todo Estado fuerte rechaza la violación abusiva de su patrimonio”.
Extrañamente, ninguna autoridad boliviana ha salido a defender ideológicamente al Dakar. Sólo se han limitado a destacar que el mundo ve a Bolivia por unos días y se recaudan $us 150 millones por turismo. Aseguraron también que tomaron cuidados ambientales y arqueológicos.
Y por cosas del destino, el rechazo más sentido que sufrió esta competencia en sus versiones sudamericanas también resultó boliviano. Como no sucedió en ninguna de las anteriores oportunidades, la llegada a La Paz se produjo en medio de una creciente convulsión social que en estos meses cuestiona al régimen de Evo Morales. Protestas reprimidas violentamente e infinidad de expresiones críticas en torno al paso de los motorizados caracterizaron el escenario. “Dakar, circo colonialista de Evo”, decía alguno de los carteles en una céntrica calle paceña.
RECLAMOS
Por diversas razones, este 2018, la Sociedad de Arqueología de La Paz lanzó un airado reclamo.
Se opuso a la llegada de los 337 bólidos y un campamento semejante a una ciudad itinerante, de más de 3.000 personas.
Menciona que a lo largo de la ruta por la que habían pasado los motorizados, existen ruinas arqueológicas.
LA SALIDA DE ÁFRICA
Tras una sucesiva ola de rechazo a la competencia en versiones previas, durante la edición 2005, 24 organizaciones no gubernamentales, ecologistas y sindicales suscribieron un manifiesto. Allí pidieron la supresión del rally, al que calificaron de rodeo publicitario en el continente de la pobreza.
Criticaron, además, la utilización de África, destrozada por el SIDA, el hambre y el endeudamiento, como terreno de juego. Desacreditaron, además, el hecho de que los equipos participantes colaboraban al desarrollo de dichas zonas, con medicamentos y ayudas para los hospitales.
Consumada la década de la competencia, la edición de 2008 quedó salpicada por amenazas terroristas. Vino entonces la suspensión de la prueba en África por la recomendación del gobierno francés.
EL COSTO AMBIENTAL
Durante todos los días de la competencia del Dakar, se genera de forma directa 100 toneladas de basura, que son recogidas en los campamentos.
Los organizadores de la competencia internacional afirman que esta cantidad de desechos son reciclados.
En total, se ha calculado que las emisiones equivalen al consumo anual de energía de una ciudad de 25 mil personas.
Sin embargo, el Director General del Dakar, Etienne Lavigne, señaló de manera enfática que el cuidado del medio ambiente es “obsesión” para la organización.
La investigación sobre el costo ambiental del Dakar se halla en el link: http://www.lostiempos.com/especial-multimedia/20180108/costo-ambiental-d...