“Traduciendo o interpretando…”
“Hemos llegado a un acuerdo y la comisión ejecutiva ha aprobado el nombramiento”, indicó a periodistas Hiromi Hara, director técnico de la Federación de Futbol de Japón (JFA) allá por 2014, refiriéndose al entrenador mexicano Javier Aguirre (El Vasco). ¿Aguirre hablaba japonés?, respuesta: ¡No!
Entonces, se debe contratar a quien pueda transmitir a todo un equipo lo que el entrenador latino esperaba de ellos; pero, eso no se hacía sólo hablando japonés; ya que las palabras frías sin el calor de los sentimientos, de las emociones, de las expectativas, de los riesgos, de las motivaciones, del tono de las advertencias o de las normativas, o sin el énfasis en los cambios o sanciones, no llegan al receptor con la intención del emisor.
Aguirre no necesitaba únicamente alguien que domine dos idiomas, necesitaba algo más… alguien que entienda lo que quería decir y recién lo comunique verbalmente. En otras palabras, Aguirre no necesitaba un traductor (que éstos son los hábiles escrituralmente), necesitaba un intérprete.
Patty y Mateo (mamá y bebé) están tratando de entenderse, se conocieron hace pocos meses: “Ya no llores, ya estoy calentando la leche”… “tranquilo amor, no falta mucho para cambiarte el pañal”. Mateo no comprende qué quiere decir la palabra como tal –leche, calentar o pañal–, pero sí sabe lo que viene después de ellas: lo percibe. Mateo no traduce el idioma de su mamá, sólo interpreta lo que ella dice porque esos mensajes van acompañados de caricias y un tono suave. Mateo se tranquiliza porque entiende el sentido de lo que escucha (no el significado). Mateo no traduce, Mateo interpreta.
Carlos y Juan se encuentran en la calle y conversando sobre de la vida, sale la frase “soy pobre pero honrado”, un par de carcajadas por ahí, pero en el fondo, la intencionalidad discursiva de lo expresado nos hace relacionar la “pobreza” con la “honradez”; entonces, recuerdo lo que en algún lugar leí, y nos preguntamos ¿será que la pobreza se asocia a la deshonestidad? ¿Será que la honestidad y la pobreza son excluyentes? ¿Será que los pobres generalmente son honrados? ¿Esta misma frase en otro idioma significará lo mismo? ¿Para responder esto se necesita un traductor o un intérprete? Dicen que interpretar es encontrar lo que dice (explícitamente) y lo que calla (implícitamente) el texto o el discurso.
La Biblia ha sido traducida aproximadamente en 450 lenguas de manera total y en 2.000 de forma parcial (impresionante, pues es el libro más traducido en el mundo); la interpretación en ninguna de ellas puede ser privada, pues se respeta la manera correcta en la cual se escribió y con el sentido que el escritor –no nosotros– le dio (si gustan lean 2 P. 1:20).
Tanto la traducción como la interpretación son puentes de comunicación, sólo que el segundo –apoyado por las posturas, gestos, tonos, expresiones faciales, pausas, miradas y sobre todo contextos– hace que el mensaje cobre no sólo significado, sino también sentido (algo así como dirección).
Interpretación que, además del contexto, dependerá de quien las pronuncia; no es lo mismo que un papá le diga a su hijo: “No cumpliste con lo prometido, entonces yo no cumpliré con lo prometido” (esto tiene un carácter formativo), a que un gobernante le diga a su pueblo: “Ustedes no cumplieron conmigo; por tanto, yo no cumpliré con ustedes” (esto es intimidante y, por qué no decirlo, también amenazante; y en tiempo de desastre, hasta insultante).
“Cuando miro al mundo soy pesimista, pero cuando miro a la gente soy optimista”, fácil de traducir y más complejo interpretar –para algunos difícil ambos– (frase de Carl Rogers - psicólogo estadounidense).
JEAN CARLA SABA DE ALISS
Pedagoga Social / Life Coaching
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