“ENTROPÍA FAMILIAR…”
La palabra entropía en la física hace referencia al desorden molecular de un sistema, se dice que la entropía es un patrón de medida entre el desorden y el equilibrio, significa transformación y también se la entiende como un nivel de caos. Para que lo razonemos mejor, pensemos en el momento de servirnos nuestro café en la mañana y vertemos el agua hirviendo de la caldera a nuestra taza, el primer chorro tiende a saltar, pero esto no dura mucho, son sólo segundos hasta que nuevamente se equilibre el caos que se provocó adentro por el ingreso de un elemento externo (oxígeno) en un sistema que estaba cerrado y conteniendo un conjunto de moléculas (el agua dentro de la caldera).
La familia –como la caldera – contiene un conjunto de personas adentro de ella que están interrelacionas e interconectadas entre sí (como las moléculas) y cuando ingresa un poco de oxígeno –cualquier factor externo– se desequilibra y se provoca un caos, entendido éste como desbarajustes, desconciertos o desórdenes. Estos factores externos pueden ir desde enfermedades, muertes o quiebras; pasando por visitas inesperadas o mudanzas, hasta situaciones agradables, como un nacimiento, la partida al extranjero para estudiar o el matrimonio de una hija. Sea cual sea el agente externo y el nivel de desequilibrio, lo importante es siempre tratar de reencauzarse lo antes posible y buscar la estabilidad/equilibrio/orden; ya que el hallazgo de esto conlleva paz y seguridad. Entonces, metafóricamente hablando, empezamos a disfrutar el café.
Pero, ¿qué pasa cuando en una familia ya no se toma un cafecito en paz? ¿Qué pasa cuando las estructuras familiares se han consolidado de tal manera que un grito ya es una reacción “normal”? ¿Qué pasa cuando nuestro sistema familiar lo cerramos tanto que no puede ingresar ningún agente externo para desequilibrarnos y desafiarnos a buscar nuevamente el orden? Respuesta: nos hemos entumecido, nos hemos acostumbrado a vivir así, nos hemos enfermado.
Si bien sabemos desde niños que la familia es el núcleo de la sociedad, ahora que somos adultos nos damos cuenta que la sociedad no está muy bien, por no decir, está entumecida y enferma. Nos hemos acostumbrado a vivir así y “casualmente”, entre comillas: “casualmente”; ¿o será mejor decir “causalmente”?, la sociedad es el reflejo de las familias ¿o no? Lo que vemos en las calles, es justamente lo que vivimos en las casas... violencia, abusos, maltratos, injusticias, griteríos y ¿qué más?
La familia y la sociedad tienen una relación dialéctica; es decir, la familia aporta a la sociedad –con algo bueno o algo malo– y la sociedad también aporta a la familia –con algo bueno o algo malo–. Hablemos desde costumbres, valores, principios, cosmovisiones hasta unos simples buenos días y que descanses bien (normas básicas de las relaciones humanas: saludar, despedir, agradecer, decir por favor, salud cuando alguien estornuda o pedir perdón).
Nuestras familias necesitan “oxigenarse”, dejar ingresar agentes externos que nos rompan las estructuras, que nos desordenen, que nos desequilibren, que nos provoquen caos para que nos muevan a ordenarnos, nos saquen de la cotidianeidad, nos abran los ojos y nos ayuden a darnos cuenta que no está bien como estamos viviendo, que necesitamos volvernos a inventar en nuestras relaciones, que requerimos volvernos a construir como individuos para luego constituirnos como aporte y sostén dentro de nuestras familias. La suma de las partes hacen un todo y ese todo es la familia que tenemos... ¿Habrá algo más lindo que tomar un café juntos?
EQUILIBRIO
NUESTRAS FAMILIAS NECESITAN OXIGENARSE, DEJAR INGRESAR A AGENTES EXTERNOS.
JEAN CARLA SABA DE ALISS
Pedagoga social / Life coaching