Teleféricos: El boom del aerotransporte urbano en La Paz
Ya batió un récord mundial y ganó un premio latinoamericano
Los paceños construyeron una ciudad en medio de incontables, multicolores y multiformes quebradas que bajan desde 4.000 a 2.600 metros sobre el nivel del mar. La mayor de sus ventajas resultaron sus paisajes de fábula, y la más grande de sus adversidades, un transporte urbano de terror. Esa la historia que desde hace unos tres años empezó a cambiar, especialmente, gracias a decenas de vehículos que surcan los cielos.
Los paceños mayores de 35 años de edad hoy contemplan, mitad orgullo, mitad desahogo, un futuro que parecía irrealizable. Aún no superaron en buena medida la crónica pesadilla, pero se han multiplicado las esperanzas en que un día desaparecerá. Claro, son las generaciones que crecieron en una ciudad ya extendida sobre casi 60 mil hectáreas bajo la tiranía de un insufrible monopolio de transporte. La dictadura se impuso con vehículos sobrecargados, atascos infernales en las rutas, horarios de servicio arbitrarios y virulentos paros ante cualquier asomo de competencia.
“Recuerdo especialmente la década del 80 —dice el urbanista Juan Pablo Robles—. Daba pena ver a miles de personas caminando y pidiendo ayuda cada vez que había paros. Tenían como causas principales las tarifas, pero también cualquier proyecto que les haga sombra. Frenaron los planes y hasta emprendimientos de empresas estatales de transporte, en 1983, trenes elevados, en 1999, y también la primera iniciativa de teleférico en 1990. Si sumamos la falta de vías y ene formas adicionales de frenar el tráfico, La Paz parecía condenada a asfixiarse en su crisis de transporte urbano, era terrible”.
SUS OPOSITORES VISCERALES
Por ello, no extrañó que cuando autoridades, oficialistas y opositoras, apostaron por modernos proyectos de transporte y su entorno, aquel monopolio intentase abortarlos. El programa de reordenamiento vial, los sistemas de buses municipales y el proyecto de los teleféricos merecieron singulares protestas y amenazas. En sucesivas oportunidades, los choferes sindicalizados bloquearon, agredieron a buses, golpearon a quienes osaban trabajar con sus vehículos y redoblaron sus amenazas.
“El teleférico es otra inversión inútil que no tiene sentido —afirmaba, por ejemplo, el dirigente Franklin Durán en enero de 2014—. Así lo apoyemos al presidente (Evo Morales), nosotros criticamos este proyecto, porque esto es algo político”. A fines de 2017, esta vez encabezados por Rubén Sánchez, realizaron dos paros y arguyeron que “Pumas y teleféricos están invadiendo nuestras áreas de trabajo”. Se negaban además a mejorar su cuestionada calidad de servicio “hasta que se autorice un alza de tarifas”.
Pero la otrora victoriosa guerra del monopolio transportista, que en 2001 hasta amenazó con hacer atentados explosivos a iniciativas modernas, ha perdido bríos. Por tierra, paulatinamente, los sistemas ediles de buses consolidan su servicio alternativo, bajo una absoluta aceptación ciudadana. Y, por aire, la telaraña de teleféricos se va consolidando y marca un “boom” sin precedentes. De pronto, la principal adversidad urbana paceña se convirtió en una ventaja que cobra fama.
20181008_usnayo_mr_9571.jpg
TERAPIA DE PAISAJES
A la hora en que normalmente se sufrían las mayores tensiones, hoy es posible una terapia de paisajes multiplicados. Eso pasa, por ejemplo, en la ruta entre el centro y la zona sur. El transporte sindicalizado implica recurrentes atascos vehiculares, bocinazos y viajes de seis personas donde debían entrar cuatro o de 15 donde debían entrar 12. Por aire, combinar las líneas celeste y verde resulta una oda a la contemplación de montañas y quebradas, con el Illimani jugando al escondite.
En más de un caso, ese viaje implica menos tiempo y casi igual costo económico. Sucede algo parecido con quienes bajan desde El Alto en la línea amarilla, o desde Miraflores y usan la blanca. En cada ruta suman sus nuevos atractivos. Es posible ver una virtual antología de los rascacielos, sea por su imponencia, por su modernidad, por los caprichos de espacio, riesgo o hasta por lo grotesco. Y se entiende también por qué, de a poco, algunos llaman a La Paz “la ciudad de los puentes”.
El ascenso desde la zona sur hacia Miraflores implica un paso teleférico subterráneo. A unas cuadras más arriba parten los viajes a Yungas y el viaje elevado parece haber despertado la imaginación entre los pasajeros. Uno de ellos dice: “¿Te imaginas que un día construyan un teleférico que baje de la cumbre hasta los Yungas?”. Un niño añade luego: “¿Y si hicieran un teleférico de alta velocidad para que nos divirtamos más todavía?”.
Pero esa ruta culmina en la célebre plaza Villarroel, aunque la telaraña aérea continúa. Desde allí, en el norte paceño, hacia el oeste, parte la línea naranja que surca el casco histórico de la sede de gobierno. Se asegura que algunos guías de turismo detallan desde esas alturas diversas facetas de la tormentosa historia política boliviana. Zonas de movilizaciones populares, laderas donde se iniciaron revoluciones, plazas donde hubo masacres, cementerios, viejos cuarteles y casonas centenarias, un mapa tridimensional.
Ese viaje finaliza en la Estación Central. Sirvió durante más de un siglo para ferrocarriles, hoy es otro de los nudos del tren aéreo. Si antes comunicaba a la sede de gobierno con Cochabamba, Oruro y otras urbes, hoy une dos ciudades siamesas. Desde allí parte la línea roja que conecta con la ceja de El Alto. En ese ascenso surgen más espectáculos, como el automóvil que hace décadas se precipitó en una profunda quebrada o la imponencia de la hoyada paceña.
En la Ceja espera la línea azul. Se orienta hacia la parada de río Seco, donde empieza la carretera que va al Lago Sagrado. Hay ya quienes se organizan para ir o volver hasta las orillas del lago conectando uno o más de los tramos con los teleféricos. Ello porque la línea celeste permite observar, o visitar, por ejemplo, la feria más grande de Latinoamérica, la 16 de Julio. O, mejor aún, es posible mirar el Huayna Potosí, el Mururata, el Illimani… el collar de nevados gigantes que custodian La Paz.
20181008_usnayo_mr_9740.jpg
LAS CIFRAS DEL BOOM
Según los responsables de la empresa Mi Teleférico, en el curso del siguiente año, se estrenarán dos líneas más. Éstas articularán las tres terminales que unen El Alto a diferentes barrios de La Paz. Esto significa que se viajará como en un mirador móvil de nevados y hondonadas. Entre el atardecer y el principio de la noche, las imágenes son potenciadas por los juegos de luces. Lo dicho, un transporte público, casi silencioso y marcadamente des estresante.
Hasta la fecha ya ha sido utilizado por más de 135 millones de pasajeros. Actualmente funcionan ocho líneas, dos más están en construcción y habrá 11 en total hasta 2019. Es el mayor sistema urbano aerotransportado del mundo. Costará en total algo más de 800 millones de dólares. “Es un notable sistema alternativo—añade Robles—. Ojalá tenga bien equilibrados lo técnico y lo económico, resultaría una maravilla”.
Tras su corriente consolidación, ha ganado el premio Latinoamericano al Desarrollo Innovador urbano. Ha sido además pivote para la designación de La Paz ciudad Maravilla.
¿EL TALÓN DE AQUILES?
No le faltan críticas. La principal señala que el costo de los pasajes se halla subvencionado, precisamente por razones políticas y que suma pérdidas anuales de más de 12 millones de dólares. Las autoridades no han aclarado del todo esta observación. Pero, sin duda, marca un “boom” en la vida paceña. No por nada, luego de sus recurrentes paros y movilizaciones, los choferes sindicalizados han ido paulatinamente optando por apuntar en sus rutas que pasan por las estaciones del tren aéreo.
“¡Teleférico!”, “¡Parada en el teleférico!”, gritan los anunciadores de minibuses en más de una parada, incluidas aquellas por donde pasan los Puma Katari articulados al tren aéreo. Mientras tanto, en las esquinas aledañas se forman filas de radiotaxis para turistas.
PREMIO LATINOAMERICANO
La Empresa de Transporte por Cable Mi Teleférico ganó el 12 de septiembre el Latam Smart City Awards. Es el premio más importante de la región en proyectos urbanos. El logro corresponde a la categoría “Desarrollo urbano sostenible y movilidad”. Implica el reconocimiento al proyecto más innovador de América Latina.
20181008_usnayo_mr_9598.jpg
POLÉMICA
Análisis realizados por los economistas Julio Linares y Jimmy Osorio, a su propia Memoria Anual, revelaron que, aunque en la parte operativa registra superávit, Mi Teleférico registró en 2016 una pérdida de 102,3 millones de bolivianos, atribuible a la depreciación de sus equipos y exposición a la inflación. Otra evaluación subió el resultado a 146 millones.
