Herodes hoy, y la matanza de los inocentes
Tan mal quedó el rey Herodes ante la historia que su nombre ya es execrado por más de dos milenios. Sin duda, el encarnar a un asesino de niños, de pequeños inocentes, constituye un estado de bestialidad extremo, aborrecible, indignante. He ahí la memoria que se le guarda a aquel jerarca judío, citado en el evangelio de Mateo. ¿Pero cómo andamos en un planeta tan lleno de buenos cristianos hoy si se trata de pensar en el ejemplo de Herodes?
Los Herodes posmodernos han diversificado sus métodos de exterminio y no hay escenario de criminalidad donde no se manifiesten masivamente. De hecho, matan, cada día, por ejemplo, de hambre a 8.500 niños, según datos de Naciones Unidas. El caso más reciente se halla en las hambrunas que en este 2018 se han desatado en Sudán, Yemen del Sur, Somalía y parte de Nigeria.
Cerca de 8.500 niños mueren cada día pese a que, según la ONG Oxfam, diariamente se echan a la basura más de 250 millones de toneladas de alimentos en buen estado. La organización ha informado que bastarían las 40 millones de toneladas que EEUU desecha cada año para erradicar el hambre en el planeta. Es más, la FAO (la agencia para la alimentación de la ONU) estima que un tercio de los alimentos que se producen en el mundo se pierde por problemas administrativos. Añade que existe la capacidad de producir comida para una población de entre 10 mil y 12 mil millones de personas. Es decir, resulta posible producir para un 45 por ciento más de población que la hoy contiene el mundo.
Además, con la mala alimentación o la desnutrición se halla emparentada otra de las causas que matan 5.000 niños diariamente en el planeta: la falta de acceso a agua potable. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha parangonado esa cifra con un hecho imborrable en la memoria mundial: equivale a que 12 aviones similares a los que chocaron contra las torres Gemelas en septiembre de 2001 se estrellasen cada día, pero colmados de niños y niñas. Pero en este caso muy pocos se inmutan de la tragedia cotidiana.
Posiblemente esos Herodes arguyan ignorancia o deslinden responsabilidades con excusas en pie de debate. Sin embargo, hay en este mundo quienes deciden explícitamente matar niños, tal cual el personaje bíblico. La agencia mundial para la Infancia (Unicef) informó que 2017 fue el peor año en relación a niños y niñas implicados en guerras y conflictos bélicos. Cerca de 25 millones de pequeños vivían en esas zonas. Sólo en Afganistán y Yemen habían muerto más de 2.000 en ese año y casi el doble resultaron mutilados o heridos de gravedad.
Pero quién sabe si sus conmovedoras partidas o heridas no hayan resultado las más dolorosas. Posiblemente sea mayor el sufrimiento de los niños y niñas que en este tiempo son convertidos en soldados: 300 mil en todo el planeta, según la Unicef.
Como doloroso es el drama de los pequeños que, a semejanza del propio Niño Dios, huyen de los Herodes. Quizás para ello no sean necesarias cifras y basten recordar las fotografías de Alan, el niño muerto en las arenas de Turquía en 2015. Entonces, junto con sus progenitores huía de la guerra en Siria. Pero si de cifras se trata, 50 millones de niños son emigrantes ilegales en el planeta hoy, siete millones en Latinoamérica. Cientos de ellos ahí en el desierto que rodea parte de la patria del señor Donald Trump.
Hay más muertes de pequeñitos en vida, y más Herodes voluntarios. Unicef estima que 1,1 millones de niños latinoamericanos han sido víctimas de abusos sexuales en algún momento de sus vidas. Lo peor de este caso radica en que buena parte de ellos tiene a sus herodes en su propio hogar.
Otros llegaron a lo inaudito. Según la misma agencia, más 1,2 millones de niños son víctimas del tráfico de órganos cada año. Otra parte de esos mártires resultan aquellos que son destinados a la trata de personas, la denominada esclavitud del siglo XXI. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que siete millones de niños son objeto de la trata y posterior sobre explotación laboral en todo el mundo cada año.
Y sabidas son otras fugas mortales de los inocentes, fugas como aquellas que los abandonados del planeta hallan en las drogas. Cerca de 5 millones de niños sufren daños graves por consumo de drogas en el planeta. Otros 400 millones son víctimas del abandono y una buena parte de ellos vive en las calles.
Y la lista de formas en que Herodes se manifiesta hoy en el mundo podría alargarse por decenas. Mientras tanto, personalidades, a veces muy admiradas en esta sociedad, ostentan fortunas que bien podrían enfrentar la mayoría de los males citados. Peor aún, menos del 1 por ciento del presupuesto militar del planeta (1,8 billones de dólares o 1,8 millones de millones de dólares) bastaría para, por lo menos, evitar la muerte diaria de esos 8.500 niños. Y sabido es el orgullo que muchos de los ciudadanos del planeta sienten por sus gloriosas fuerzas armadas. Ésas que, de cuando en cuando, van a bombardear zonas donde mueren más niñas y niños.
Indudablemente, el mensaje de Jesús el Cristo constituye uno de los más destacados y renombrados en la historia moderna. Pero, por lo hasta aquí citado, queda claro que en esta sociedad incomprensible son muchos más quienes optaron por seguir el ejemplo de Herodes. Y en este preciso momento siguen matando inocentes.