Y...el fin del mundo tampoco llegó en 2018
Ya suman al menos 14 años marcados por célebres videntes, científicos y organizaciones religiosas para los que se anunciaba el fin del mundo. Afortunadamente, estos cálculos e interpretaciones fallaron como en la peor guerra apocalíptica. Sin embargo, el problema ahora va mejor tomado por agoreros y políticos. Los unos preanuncian ese final tan temido con más frecuencia y además saben explicar el no cumplimiento de sus profecías. Los otros, en cambio, parecen hacer todos los esfuerzos para que de una vez por todas alguien acierte.
La historia de los videntes que desatan resquemores en las masas ya suma, por lo menos, más de un milenio. Juicio final, apocalipsis, arrebatamiento de la Iglesia o fin de los tiempos. Desde el llamado fin de los tiempos que le atribuyeron a los mayas, Nostradamus, testigos de Jehová y los “elegidos de Dios”, entre otros, han surgido las predicciones del fin del mundo. De entre un conjunto mayor, bien vale la pena rescatar las más sonadas, antes de cada fiesta del 1 de enero.
Del 1 de enero del año 1000 sobrevive la fama del anuncio fatal que coincidía con el cabalístico cambio de milenio. Varios religiosos, entre ellos el papa Silvestre II, predijeron el Apocalipsis Milenario luego del Milenio Cristiano. Se cuenta que miles de personas en diversas ciudades europeas realizaron angustiosos actos de constricción y hasta una que otra actitud filantrópica.
Otra fecha que conmovió a los europeos y a algunas zonas de América fue el 25 de febrero de 1524. Se cuenta que el astrólogo Johannes Stöffler predijo que una gran inundación cubriría la Tierra cuando todos los planetas conocidos se alineasen bajo el signo piscis. Pero afortunadamente, el agua no llegó al cuello de nadie ni mucho menos.
Frecuencia de años
La frecuencia del anuncio de años fatales poco a poco se fue haciendo más corta. La siguiente profecía se anunció para 1666. La secta protestante de los quintomonarquistas anunció el fin del mundo por la presencia del “666” en la fecha y la peste bubónica que afectaba a Europa. La peste sí supo a final, final, final. Se llevó a la tumba a casi la mitad de la población europea de entonces, aproximadamente 50 millones de personas. Pero en el resto del mundo siguió la vida sin mayores problemas de finales masivos y repentinos.
Siglo y medio más tarde, la fama de una vidente intimidó a miles de personas no sólo en Europa sino en EEUU y algunas otras partes del orbe. Joanna Southcott se había ganado la reputación de adivina cuando predijo fallas de los ciclos agrícolas a inicios del siglo XIX, lo que le brindó hasta 100 mil seguidores. En 1813 anunció que daría a luz al segundo Mesías y al “inicio del fin” al año siguiente. La mujer sobrevivió a su propia profecía, aunque quien sabe si con algún remordimiento pues falleció en 1814.
Los milleristas dijeron que Dios venía el 28 de octubre de 1844. Muchos vendieron o regalaron sus posesiones asumiendo que ya no las necesitarían y otra vez se multiplicaron los actos de constricción entre algunos creyentes. Nada especial pasó. En cambio, medio siglo más tarde, una estela angustió más de la cuenta a buena parte del planeta. En 1910, la aparición del cometa Halley creó miedo de que destruiría el planeta o que traería gases venenosos. Fue una de las primeras predicciones de corte científico y duró semanas.
En 1975, la autoproclamada vidente estadounidense Viola Walker le anunció al mundo que el propio Dios le había comunicado que el fin del mundo ocurriría durante el mes de septiembre de ese año. No pasó nada más que la intensificación de la frecuencia de predicciones apocalípticas. Apenas siete años más tarde, en 1982, el conocido predicador televisivo Pat Roberson dijo en su programa que el juicio final llegaría antes de acabar el año. Luego, siguió predicando explicaciones de por qué hubo cambio de fecha hasta nuevo anuncio.
Seis años después apareció Edgar C. Whisenant. Era un ingeniero de la NASA creyente de la teoría del “Rapto de la Iglesia (Poco antes del fin del mundo, Cristo regresaría por el aire y se llevaría con él a todas las personas –vivas y muertas– que hayan sido fieles a Cristo como su Salvador)”. En 1988, publicó “88 razones por las que el rapto es en 1988”. Las 88 razones eran una serie de sus propios cálculos extraídos de la Biblia para llegar a la conclusión de que el rapto ocurriría entre el 11 y 13 de septiembre de 1988, en algún momento durante el Rosh Hashaná (el año nuevo judío).
4,5 millones de copias del libro fueron vendidas. La cadena de televisión cristiana Trinity Broadcasting Network (TBN) emitió instrucciones especiales sobre cómo prepararse para el rapto. Cuando pasó la fecha sin que ocurriera nada, Whisenant volvió a ajustar sus cálculos para el 15 de septiembre, luego para el 3 de octubre y así sucesivamente hasta su muerte en 2001.
Eso sí, hubo algunos para quienes el final debía llegar sí o sí. Eso sucedió el 26 de marzo de 1997. Marshall Applewhite, líder del culto “Puertas del cielo”, dijo que una nave espacial seguía al cometa Hale-Bopp y explicó que el suicidio era la única manera de abordar la nave y pasar a otro “nivel de existencia” antes de que se acabe el mundo. Él y 38 miembros de su culto se suicidaron con pastillas de cianuro.
La predicción más científica de todas hasta hoy, fue anunciada para el 1 de enero de 2000. Un supuesto error en las computadoras llamado Y2K iba a destruir el mundo como lo conocemos al pasar del 31 de diciembre de 1999 al 1 de enero de 1901. Según diversos cálculos, las computadoras que controlaban desde misiles hasta sistemas claves de seguridad y energía no podrían interpretar la fecha del cambio de milenio, colapsarían y desatarían un caos generalizado. Ahora se confía mucho más en que eso no pase cuando llegue el año 3000 con el Y3K.
NOSTRADAMUS PARA 2018
Nostradamus en una de sus profecías para el 2018 reveló una de las señales del fin del mundo o del apocalipsis e indicó que cuando ésta se presente, entonces el final estará cerca.
La predicción de Nostradamus dice que los muertos saldrían de SUS tumbas.