“HIMNO SIN LETRA…”
La composición poética acompañada de notas musicales que cantamos en las horas cívicas, en los momentos solemnes, en los recordatorios históricos o en cualquier evento donde se deba evocar las victorias del pasado, las derrotas que nos marcaron, los sueños de un pueblo o los motivos de lucha son los llamados “himnos” que se los entona propiamente en actos públicos y en honor a un país, ellos tienen la magia implícita de identificar a toda una colectividad y de unificar a quienes lo interpretan. Además de ser marchas de guerra o poemas líricos, se dice que su origen viene de los griegos quienes los usaban como “cánticos de alabanza”; es decir, reconocer públicamente los méritos o cualidades de una persona o cosa mediante las expresiones musicales, elogiar lo que es, lo que hace o lo que representa.
Es así que cuando los bolivianos decimos “morir antes que esclavos vivir”, levantamos un poco más la voz porque de manera consciente o inconsciente notamos la diferencia entre la libertad y la esclavitud y supongo que con la misma convicción notamos la diferencia entre la vida y la muerte.
Los himnos nos regalan la experiencia de sentir civismo, nos inyectan valor, apelan a las emociones, pero sobre todo nos brindan la oportunidad de sentirnos unidos en torno a un mismo motivo. Es interesante analizar cómo distintas culturas utilizaban estos “cánticos de alabanza” como tales, “cánticos de alabanza” propiamente a Dios y aprovechaban su relato para cantar algunos hechos históricos, es el caso de los Salmos que expresan el alma de la humanidad y toda la gama de experiencias humanas, pues vierten con extrema sinceridad pasajes de sus vidas personales, manifiestan sus dudas, sus temores, cuentan sus tiempos difíciles, pero todo en un tono de alabanza y adoración a Dios, reflejando una dinámica interesante y por supuesto una poderosa amistad y relación entre las partes.
La magia de la música y el contenido que provee la letra engendra una identificación y esto hace que nos pongamos de pie y entonemos o sencillamente guardemos silencio como señal de desacuerdo, tal es el caso de Kaepernick, jugador de fútbol norteamericano, que en señal de protesta hace poco puso una rodilla en el piso por una frase del himno norteamericano que en su opinión es racista. Otro caso es el de Canadá que acaba de incurrir en una ligera modificación de dos letras después de años de debate para que un sector (puntualmente femenino) se sienta cómodo al cantarlo. Y qué decimos de España cuya hermosa tonada cuenta con 250 años y por no ponerse de acuerdo en el contenido, lo siguen tarareando sin letra… Sí, leyeron bien, un himno sin letra.
En nuestra cotidianeidad, la vida nos va poniendo música, no todos tenemos habilidad para bailar, pero lo importante no es el ritmo, es el contenido de la letra que le pongamos a cada uno de nuestros días que hará que nos sintamos cómodos al cantarla, fortalecerá nuestra identidad, construirá relaciones más sólidas y nos ayudará a entonar cánticos de alabanza genuinos a Quien corresponda.
Podemos hacer de nuestras vidas himnos que nos plazca cantar, o dicho de otra manera que nos plazca vivir, es muy triste encontrar personas vivas sin vida, que no ponen letra a la música o que ni siquiera se dan cuenta que está sonando. Hagamos de nuestra vida himnos dignos de ser cantados y le pongamos la mejor letra que encontremos aunque no todos estén de acuerdo con ella, pero por favor no la convirtamos en un himno sin letra.
JEAN CARLA SABA DE ALISS
Pedagoga Social / Life Coaching
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