“PIEL SOBRE TU PIEL…”
Latidos del corazón acelerados, olores peculiares, sonidos registrados en la memoria, timbre de voz inconfundible, miradas intermitentes, boca ensalivada, búsqueda incansable del pecho y se da el primer encuentro, cara a cara… piel sobre tu piel.
Cambian tus valores, lo que era muy importante meses antes, luego de este encuentro ya no lo es tanto y en algunos casos, no lo es nada. Lo que me producía placer y sensación de felicidad había sido un engaño comparado a lo que se vive cuando se siente esa piel sobre la tuya, que te hace sentir más humano, mejor persona, menos superficial, menos egoísta, más sensible. Sensibilidad impregnada de amor, un amor nuevo, raro, indescriptible, del cual muchos hablaban y yo no comprendía.
No lo comprendía, porque es una experiencia no sólo intensa, también personal; sí, personal, es necesario ser persona para vivirlo diferente a un animalito que se guía por instinto.
No hay instinto que se compare a la voluntad dispuesta de negarte a ti mismo a cambio del bienestar de otro que recién lo estás conociendo, la vida te lo acaba de presentar de manera atrevida; apenas se intercambian miradas, se tratan de reconocer rostros, gestos, expresiones, facciones y es ahí donde se pone su piel sobre tu piel por primera vez.
Nunca más vuelves a ser la misma persona, algo en ti cambió para siempre; tus valores, sí claro, ya lo dijimos; pero no sólo eso, también prioridades, gustos, necesidades, preferencias, intereses, tu cuerpo y tu responsabilidad. ¡Caramba! tal vez recién nos damos cuenta que ese encuentro de las dos pieles conlleva un compromiso vitalicio. De manera indefinida nos encontramos vinculados no sólo por los sentimientos del momento; sino por la sangre que nos une y ella hace que nos dispongamos a adaptarnos en lo nuevo que nos tocó vivir. No siempre es fácil, cómodo o lindo pues en toda esta historia hay desvelos, hay luchas internas y también preguntas sin respuestas. Ese encuentro entre pieles, me cambió la vida y me la cambió para siempre.
Pero perdón, tal vez se deba aclarar que todo esto describe aquel intenso periodo de minutos largos para algunos y cortos para otros donde dos se encuentran, en silencio se presentan y de igual manera, parecería que se juran amor eterno, de ese puro, del que no condiciona, del que se sacrifica.
Y claro, como no hablar de sacrificio, si desde ese primer encuentro piel a piel casi todo es esfuerzo, trabajo, renuncia, entrega. Entregas tu sueño de noche –te desvelas– y a veces tus sueños de vida –no de día, de vida–; entregas tus planes y los fusionas; haces un solo plan para los dos y con él un solo sueño y estamos dispuestos a luchar por ello, con los errores del camino. Empezamos esta historia juntos y el camino se lo recorrerá acompañados; por lo menos algunos años, pues llegará el momento que tal vez ya no lo estemos tanto tiempo, poco a poco nos iremos separando… así había sido la vida.
Ellos nos abrieron la matriz al nacer, nos convirtieron en madres, nos honraron con el título, nos desafiaron a ser mejores, nos impulsaron a seguir adelante, nos inyectaron valor y coraje hasta volvernos fieras por defenderlos, nos regalaron la oportunidad de conocer el amor genuino y nos comprometieron por el resto de nuestra vida a honrar ese primer encuentro cuando pusieron sus pequeños cuerpos desnudos sobre los nuestros y grabaron en nuestra memoria la indescifrable sensación de sentir su piel sobre la nuestra (felicidades a las mamás y gracias a quienes nos convirtieron en ellas, en mi caso Sami, Amir y Nahim).
JEAN CARLA SABA DE ALISS
Pedagoga social / Life coaching
