¿Hombres contra el aborto?
Mientras la Cámara Baja en la Argentina debatía una nueva ley para despenalizar el aborto, el resto de América Latina contemplaba aquel proceso con enorme expectativa. Durante varios días e incluso una vez aprobada la Ley, las redes sociales se llenaron de aguerridos e interminables debates al respecto. Y como suele pasar en materia de derechos sexuales y reproductivos, es notoria la ausencia de hombres.
Leí la avalancha de opiniones, desde las más coherentes hasta las más absurdas y cuando se entra en materia de equidad, aparece con increíble facilidad la recurrente tendencia de poner siempre la culpa y la responsabilidad en las mujeres; tendencia que por cierto no es sólo cosa de hombres. Impresiona cómo las mismas mujeres son promotoras de frases como “no abran las piernas si no quieren abortar”. Ante estas manifestaciones con tanta crueldad machista me hice la pregunta: ¿Cuál es la responsabilidad de nosotros los hombres ante una problemática tan compleja?
Tengo la atribución de afirmar que nosotros tenemos mucho más por cambiar que las mujeres para vivir la sexualidad responsablemente. Estamos infestados de mitos perversos. Unos cuantos, sólo para ejemplificar: los hombres tenemos pánico a que nuestra pareja use anticonceptivos por el prejuicio de infidelidad, y es ahí donde hipócrita y cobardemente deslindamos toda la responsabilidad reproductiva. Por otro lado, cuando se habla de anticoncepción masculina, creemos –basados en una profunda ignorancia– que la vasectomía nos disminuye la libido o nos vuelve impotentes. Está clínicamente comprobado que no es así. Pero es tal el grado de soberbia y prepotencia que predomina en los hombres, que hablar de anticoncepción masculina está muchas veces vetado. Es más que frecuente escuchar afirmaciones aberrantes del tipo “que ella se cuide pues, ella es la que se embaraza, no el hombre”.
Pero el asunto es aún más patético porque una vez que se ha producido un embarazo no deseado, lo común es que el co-responsable de esa gestación, lo primero que hace, es recurrir al acto cobarde de poner en duda la paternidad y/o desaparecer. Este acto lamentable de acusación y abandono, es el que lleva a muchas mujeres a tomar la determinación de un aborto.
Una mujer decide abortar justamente debido a la poca responsabilidad de los hombres cuando se produce un embarazo no deseado y que sus familias acolitan. Detrás de esa decisión desesperada hay una mujer que se dice a sí misma “no tengo cómo mantener y alimentar sola a un hijo en este momento”, “me estaba cuidando y el anticonceptivo falló”, “me violaron, estoy sola y desesperada”, “el tipo desapareció”, “mis padres me matan si se enteran”. Casi nunca un aborto es consecuencia de irresponsabilidad, y casi siempre responde al maltrato, la desinformación, el abandono y la violencia; ergo, el aborto es una problemática cuyos causales subyacen a un sistema radicalmente patriarcal y profundamente injusto con las mujeres.
Es tan urgente entender cuán cobarde es que los hombres no hagamos nada para prevenir un embarazo, y encima de todo, culpamos 100 por ciento a las mujeres por esa situación. Queda bastante claro entonces cuán responsables debiéramos ser en todo este proceso, y cuán aberrantemente inaceptable es nuestro generalizado comportamiento cotidiano, respondiendo a una manera abusiva y autoritaria de configurar la sociedad con hombres privilegiados y mujeres culpables.
Algo que me queda clarísimo es el enorme impacto que tendría en la reducción de embarazos no deseados, que los hombres comenzáramos a adquirir un comportamiento responsable sobre nuestra sexualidad. Bastaría apenas con exigirnos a nosotros mismos usar condón en toda relación sexual, y mejor aún, desarrollar la capacidad de dialogar con nuestras parejas sobre anticoncepción. Si lográsemos un cambio significativo en esa dirección, es incuestionable que el registro de embarazos no deseados y por tanto, de abortos, disminuiría de forma impresionante.
BERNARDO PONCE ASIN
Comunicador Social
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